El fútbol nunca ha sido una ciencia exacta. Tan ligado al romanticismo, propio de los autores intelectuales de gestas impensadas, el oficio de pegarle a la pelota es tan racional como un amor a primera vista. De ahí que en mayo del 2015, Ricardo Gareca se atrevió a ir contra la corriente y eligió a Christian Cueva por encima del Chaval Benavente. El argentino, de afinidad con el rigor y la disciplina, pero convencido de las licencias que debía darse para recomponer a un Perú sumido en la debacle, prefirió al pícaro por encima del obediente, en lo que fue la decisión más impopular de su primer año.
Poco de esto tiene que ver con la reciente convocatoria del uruguayo Jorge Fossati al mando de la selección peruana, salvo en que sus decisiones -como aquella vez con el Tigre- no necesariamente comulgan con el sentir popular. A fin de cuentas, dejando de lado las teorías y las fórmulas de pizarra, aquello que rige una elección es el gusto futbolístico de quien lleva las riendas. Ahora, que al entrenador no le dé la gana de sustentar sus decisiones, puede ser un síntoma de que el hartazgo ha tocado a su puerta o de que la diplomacia nunca podrá estar por encima de sus convicciones.
No es que sea necesariamente la lucidez aquello que lo guíe, sino una creencia absoluta a sus principios.
¿Qué tiene que ver esto con la no convocatoria de Catriel Cabellos? Mucho. Ante Colombia en Lima y luego frente a Ecuador, en Quito, Jorge Fossati posiblemente se esté jugando el puesto. Son dos encuentros cuyo margen de error es mínimo gracias a los dos puntos heredados del nefasto ciclo de Juan Reynoso y que ubican a la selección peruana en el sótano de la tabla de posiciones en las Eliminatorias. De ahí que el pragmatismo del uruguayo se intensifique y sus esfuerzos apunten a cuidar el cero antes que ha encontrar -por fin- la fórmula para vencer el arco de nuestros oponentes.
De ahí que en la zona defensiva las únicas dos novedades en la convocatoria sean la vuelta de Miguel Trauco y la apuesta por Renzo Garcés, el charapa de 28 años que ha sabido ganarse un lugar al lado de Carlos Zambrano, en la zaga central de Alianza Lima. Luego, no hay quejas, sobresaltos ni dudas. Están quienes deben estar, teniendo en cuenta de que se elige bajo la precariedad de un universo de convocables reducido.
El dilema viene en el mediocampo. Con Wilmer Cartagena y Renato Tapia condicionados a perderse el duelo ante Ecuador si les sacan una amarilla frente a Colombia, se entiende las apuestas por Jesús Castillo, Jorge Murrugarra y Jean Pierre Archimbaud, este último pensando en una mejor adaptación a la complicada altura de Quito. Evidentemente, Fossati ha priorizado el propósito defensivo y la cautela. No podría ser de otra forma con un Perú al que le cuesta demasiado formular un juego ofensivo y principalmente, la capitalización con éxito de las oportunidades en arco contrario.
A esto hay que agregarle una condición sensible en términos de presente futbolístico. A diferencia de hace unos años, la gran mayoría de los convocados no pasa por su mejor momento y andan bastante alejados de su plenitud de rendimiento. Si repasamos la lista, quienes llegan a la convocatoria como asiduos titulares en sus equipos son en su mayoría los futbolistas que radican en el fútbol peruano.
De los doce convocados locales, solo dos son suplentes: Murrugarra y Zanelatto. Mientras que de los 18 extranjeros, un total de siete no son habituales titulares en sus equipos. Repasemos. Luego, viene una columna vertebral en estado crítico. Renato Tapia, quien hasta hace algún tiempo centralizaba las más grandes expectativas como un futuro jugador de élite, lleva apenas semanas de haber encontrado equipo, un recién ascendido a la liga española y del que posiblemente sea su última parada en el fútbol de primer mundo, ya más cerca de los treinta que de los veinte. Luego está el León Zambrano, que con 35 años y una lesión crónica, sobresale todavía en sus últimos días de gloria. Arriba, Gianluca Lapadula, el otro gran referente, lidia con un último semestre excesivamente discreto a nivel de clubes.
- Los números de Catriel en el 2024
Torneo | Partidos | Goles | Asistencias | Minutos |
---|---|---|---|---|
Liga 1 | 23 | 5 | 4 | 1599 |
Copa Libertadores | 6 | 0 | 0 | 474 |
Fossati fracasó en el intento de recuperar a Christian Cueva y también optó por no contar con André Carrillo ni Paolo Guerrero, los tres hasta unos años parte de la columna vertebral de la mejor versión de Perú con Gareca. Así, con notorias ausencias, rendimientos cuestionables y trayectorias en la última etapa de vigencia, la apuesta por un jugador como Catriel Cabellos, aunque sea ornamental no parecía ser tan exagerada o jalada de los pelos. Y es que, en medio de un colectivo donde el denominador común no es el estado de gracia, llamar a un futbolista que sí pasa por su mejor momento pudo ser una inmejorable oportunidad para evidenciar -incluso- el recambio generacional y emotivo.
El ruido es mayor si apelamos a la odiosa costumbre de comparar. Ahí caemos en cuenta que cifra por cifra, Catriel está varios peldaños encima. Cabellos se acomoda como extremo por derecha, lateral, carrilero, interior y volante central en un esquema con doble cinco. No le es extraño el 3-5-2 y hoy se luce como volante interior derecho, donde pudo ser una variante interesante con 20 años.
Eso sí, incluso siendo convocado Catriel, el posible once de Perú ante Colombia no tendría mayores cambios, sabiendo que Gallese es el arquero titular y la línea de tres pertenece a Callens, Zambrano y Araujo. Por las bandas, Advíncula debería volver a la derecha, mientras que López tiene como suyo el carril izquierdo, incluso con la vuelta de Trauco. En la primera línea de volantes debería estar Cartagena con el regreso de Tapia, dejando a Peña para disputar el puesto con Quispe. Finalmente, en ataque, Bryan Reyna y Edison Flores se disputarían el puesto para acompañar a Gianluca Lapadula. Es decir, probablemente bastaba con sumarlo en la lista de 30 para generar una ola expansiva de renovación y sangre nueva, pase lo que pase con los partidos.