La contundencia ofensiva de la selección peruana puede resumirse en el minuto 80 del partido en Quito. Balón largo en tres cuartos de cancha y Santiago Ormeño, que debía pelear la posición en base a su talla y destreza aérea, apenas mira la pelota y la deja pasar para comodidad del rival. En la jugada siguiente se repite el pelotazo y Ormeño esta vez si atina a pelear el esférico, aunque torpemente. Su pericia para vencer a Yordy Reyna en el PlayStation no pudo ser revalidada en la cancha. Luego, como ante Colombia, estuvo Aldo Corzo para arengar luego del pitazo final, aliviado tal vez porque a diferencia de lo sucedido en Lima, en el estadio Rodrigo Paz Delgado no hubo nadie que le reclame algún cambio ni tuvo que ensayar explicaciones para justificar al técnico Fossati.
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Al final del partido, con la derrota consumada, el discurso de Carlos Zambrano frente a la prensa resume bastante bien el sentir del camerino: “Peor ya no podemos estar, lo digo por la tabla, creo que el partido pasado el equipo demostró que se puede... creo que el equipo puede dar más, confío en el grupo... Confío en este grupo, nos ha tocado vivir estos momentos malos en las Clasificatorias pasadas donde toda la gente se bajaba del barco y solo criticaban. Ahora tenemos tres rivales claves y no podemos regalar puntos en casa. Esto nos va ayudar a mantener la fe, el grupo está bien, esta fuerte. Por este resultado no nos podemos ir abajo”.
Lo de Fossati, a primera vista, parece contradictorio, aunque su sinceridad va más por asumir la culpa para liberar al equipo de cualquier crítica. “Lo que yo veo de acá para adelante de acuerdo a estos dos partidos es que venimos creciendo y afirmándonos por lo menos en lo que uno pretende. Contra Colombia obviamente salió mucho mejor. Acá no hablé de esto antes del partido porque yo no puedo mandarles mensajes negativos psicológicamente a los jugadores. Yo sigo creyendo mucho en este plantel lo dije antes de empezar estas seis jornadas que teníamos en el 2024″, sentenció el entrenador.
- Perú en esta fecha doble
Partido | Resultado |
---|---|
Perú vs. Colombia | 1-1 |
Ecuador vs. Perú | 1-0 |
Luego de la sinceridad de Zambrano, vino la furia del León cuando fue consultado sobre su suplencia en Quito. “Son decisiones del entrenador, la prensa especula muchas estupideces, falta de respeto que hablen eso porque tenemos varios compañeros que pueden jugar en la posición, creo que todos están para jugar de titular...”, remarcó el central de 35 años.
Hubo poca hinchada peruana y aunque al final el escenario alcanzó un 80% de asistencia, el desencanto de la hinchada tricolor con su selección se hizo bastante notorio, en especial cuando en el primer tiempo Enner Valencia tocaba la pelota y era silbado desde las tribunas. La presión estaba sobre Ecuador, dueño de casa y con la urgencia de sumar los tres puntos ante un rival que, en la previa, se apetecía como el contrincante ideal para romper cualquier racha negativa.
El poco aliento de la afición local y el desencanto por su selección, sin embargo, no terminó por jugar a favor de la selección peruana, que se especializó en defender, dejando de lado los recursos en ataque. Con los dos puntas impuestos por Fossati, la idea era buscar el contragolpe y pelear alguna chance arriba, sin embargo este escenario nunca se dio en la primera etapa del partido. Si ambos se fueron a camerinos sin romper el cero fue por mérito de Pedro Gallese, quien a los 11 minutos ya protagonizaba una atajada monumental para evitar ver caído su arco.
Joao Grimaldo volvió a quedar fuera de la lista final, en un partido en el que pudo ser bastante útil en la segunda etapa. Sin embargo, el técnico uruguayo optó por la figura de doble punta, con Gianluca Lapadula y Alex Valera disputando cada balón con sudor y lágrimas, dejándolos tan fulminados en el complemento que su utilidad se redujo de manera considerable. Dejó a Bryan Reyna, una alternativa a la ausencia de Joao, en el banco y optaría por Santiago Ormeño para jugar al pelotazo cuando este Perú necesitaba algo más de toque.
El ingreso de Piero Quispe, a los 68 minutos, terminó siendo una apuesta fallida. El mediocampista de los Pumas entró frío y con miedo a todo: a la pelota, a la pierna fuerte y a la altura. Se ocultó y nunca pudo ser una buena alternativa para el pase. Lo de Quispe es preocupante. Sus declaraciones no coinciden con su rendimiento. Ya perdió el puesto y en Quito solamente jugó para reafirmar que debe seguir siendo suplente.
Los otros dos cambios fueron de Archimbaud por Cartagena, que vio la amarilla y será baja ante Uruguay en octubre, y Oliver Sonne en reemplazo de Luis Advíncula. Ninguno resultó la solución a problema crítico: la asociación efectiva para generar arriba. Lalito guapeó, arengó, gritó y guio lo que pudo, pero más allá de ser una solución entendible por la altura, no asoma como un jugador que pueda convertirse en uno de los nuevos pilares a los 30 años.
Así, a Ecuador le alcanzó con un partido discreto, con muchos errores no forzados, para llevarse los tres puntos gracias a un gol de Enner Valencia a los 54 minutos, producto de un centro al que no alcanzó nadie a desviar y que Miguel Araujo no supo anticipar a su marca. Después no hubo mucho más, salvo las buenas atajadas de Pedro Gallese y los buenos partidos de Alexander Callens y Carlos Zambrano.
Lapadula terminó fundido y no hubo frase de aliento que disuelva su cólera y frustración con el resultado. Otro de los que terminó el partido muy fastidiado fue Carlos Zambrano. Alex Valera, que ya había salido para darle paso a Santiago Ormeño, apenas si había recuperado el aliento. Estaba fulminado por el esfuerzo. Rostros hacia el suelo y pocas palabras resumían el camino a las duchas.
La única apuesta que resultó por parte de Fossati fue la titularidad de Anderson Santamaría. Tuvo un muy buen primer tiempo y permitió que Zambrano ingrese en el complemento con más aire. Sin embargo, como ante Colombia, con defender relativamente bien no alcanza. Con las evidentes deficiencias que tenemos en ataque, priorizar el bloque defensivo deja sin argumentos a un equipo muy endeble en el último cuarto de la cancha.
Lo curioso de esta versión de Fossati es que hemos perdido las intenciones creativas para priorizar un rigor defensivo que tampoco cuaja. Bryan Reyna en la banca, Joao Grimaldo en la tribuna, para optar por un Santiago Ormeño cuyo propósito de vida no puede ser sumar minutos en la selección peruana. Los pocos hinchas peruanos que asistieron al estadio Rodríguez Paz Delgado, compresiblemente fastidiados, también terminaron recriminándole el resultado al entrenador uruguayo.
Perú lleva dos años y medio sin ganar un partido oficial. Y por lo mostrado en Quito, el resultado es decoroso. Sin embargo, el panorama luce aún más complicado. En la próxima fecha, en octubre, se viene Uruguay en Lima y luego de visita ante Brasil. Por eso quizá el tono de voz de Jorge Fossati en la conferencia de prensa postpartido y la mirada apagada de Renato Tapia, quien acompañó al técnico.
Fossati, que se pasó todo el partido en saco y mascando chicle hasta el cansancio, asumió la culpa y se hizo responsable de cualquier crítica. Entiende que el tiempo y el crédito se le acaban. Con las pocas virtudes y el universo limitado de jugadores, la urgencia es pelear por el repechaje.
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