Mario Fernández

La frase que hizo famoso a Ricardo Gareca, aquella de yo creo en el jugador peruano, ha sido modificada por Jorge Fossati: yo creo en el pelotero nacional. Solo así podría entenderse la citación formal de Christian Cueva a la Copa América 2024.

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La inclusión de un elemento con mas de 8 meses de inactividad, que arrastra un proceso de lesión en la rodilla y una fama de vida licenciosa es más que una concesión: parece un golpe a la idea del mérito para ser citado.

Christian Cueva fue siempre un profesional a medio camino. Un jugador de perfil pistero que brillaba en entornos donde era apapachado más que entrenado. Si sumamos su nula actividad en el último tiempo, estamos ante un mensaje pobrísimo: ¿qué pensarían los desafectados Matías Succar y Paolo Reyna, que no van a discotecas en tiempo de selección, de que Cuevita sí sea llamado?

¿O qué pensarán Catriel Cabellos, Jairo Concha o Kenji Cabrera, que ni microciclo tuvieron, de que Cueva esté subido al avión? La carencia de un mejor enganche, en su lectura, ha llevado al técnico a tomar la difícil ruta de resucitar a una vieja gloria. O al menos intentarlo.

Como decía Miguel Villegas, editor de Deporte Total, Jorge Fossati está enamorado de un video. De un playlist donde Cueva es el mejor Cueva. En todo caso, sería atendible que, embobado por su potencial, el ‘Nono’ quiera tenerlo entrenando en Videna, como un invitado, pero de ahí a meterlo en una lista formal hay una distancia sideral. Fossati ha dado un paso que, de salir mal, no solo podría costarle a Cueva, sino también a él.

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