Mario Fernández

Cuentan que cuando el gran pope lo eligió, acompañó su “sí”, con una frase que repetía cada vez que le decían que aquel nuevo nombrado era terco e intransigente. “Ha madurado”, decía. Lo había tenido desde niño en selecciones y lo conocía como a un hijo. Crack de la cueva como defensa, líder desde la parquedad para sus compañeros, Juan Reynoso era como técnico un caso sui generis de no correspondencia con sus estilos de jugador: si de back era arriesgado y temerario, de entrenador era calculador y prevenido.