En octubre del 2023, aunque la situación de la selección conducida por Juan Reynoso aún no era del todo crítica en la tabla (habíamos empatado con Paraguay en Asunción y perdido en casa con Brasil), se percibía un gran desgaste en el juego. El equipo no era el mismo de la eliminatoria anterior: no triangulaba, no pateaba al arco rival, sus referentes eran un pálido remedo de lo que habían sido. Era obvio que la plantilla necesitaba aire fresco, nombres nuevos que consiguieran restaurar la ilusión del hincha, al menos uno. El hombre que por esos días pareció encarnar esa exagerada promesa de salvación fue Oliver Sonne, peruano–danés de 23 años, defensa del Silkeborg IF, quien –como sucedió antes con Lapadula, Benavente o Sergio Ormeño– fue descubierto por scouting y convocado de un momento a otro para vestir por primera vez la camiseta de un país al que solo lo unía la nacionalidad de su abuela materna.
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