Circuló en estos días una especie según la cual la Eliminatoria para el Mundial 2026 se disputaría en un nuevo y extraño formato: dos zonas de cinco equipos, que no se enfrentarían entre sí sino con los del otro grupo, y que los dos primeros de cada segmento irían directo al Mundial, en tanto los terceros y cuartos disputarían luego un cuadrangular para determinar a otros dos representantes. Y que la FIFA estaba estudiando la viabilidad.
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Al respecto, el presidente de una importante asociación de fútbol sudamericana nos puso luz al respecto desmintiendo la noticia: “Sinceramente, eso es una desinformación que no sé de dónde pudo haber salido, nunca se habló de tal esquema y no tiene ninguna veracidad. Hoy hay ocho países que siguen firmes con la idea de continuar en el sistema de todos contra todos, exactamente como hasta ahora. Sólo Argentina quiere cambiar, y un poquito Brasil. Pero pienso que va a seguir todo igual. La decisión se tomará en la reunión de Conmebol prevista para los primeros días de julio en Cali, el día anterior a la inauguración de la Copa América Femenina”.
La FIFA no interviene en la modalidad de disputa, lo deja a criterio de las confederaciones, por eso las seis clasificatorias mundialistas son diferentes en cada continente. Porque estas se adaptan al número de participantes, a las distancias y peculiaridades de cada región. “Lo que sí está confirmado es que a partir del próximo Mundial habrá 6 cupos y medio para nuestro continente”, nos confió la misma fuente. Y que, al igual que el Premundial pasado, comenzará en marzo. Serán, pues, otras 18 fechas y con el mismo calendario con que se han venido disputando las últimas dos carreras mundialistas. Los seis primeros ganarán un boleto y el séptimo irá a un repechaje con rival a designar.
Lo curioso es que sean justamente Argentina y Brasil quienes se opongan al todos contra todos, pues para ellos es la vía más segura. En cualquier sistema por eliminación podrían correr algún riesgo, de este modo no. Deberían salir octavos para quedar fuera de Estados Unidos, México y Canadá. Y eso parece ciertamente de ciencia ficción. Menos cuando están los dos atravesando un óptimo momento en sus selecciones.
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El hecho de que comiencen los partidos en marzo, con tanta antelación (más de tres años antes del Mundial 2026), responde a que es un año que ha quedado en blanco en cuanto a competencias oficiales, de modo que se aprovecharían las fechas FIFA de 2023 para adelantar la Eliminatoria y descomprimir la Copa América 2024, que se supone debería realizarse en Ecuador, de acuerdo al cronograma estipulado hace años. Y porque existe la idea de que en ese mismo año Sudamérica juegue la Liga de Naciones con Europa.
Que la maratón para el Mundial 2026 empiece apenas tres meses después de Catar 2022 conmina a las asociaciones a tener asegurado a su entrenador nacional. Eso explica por qué Chile y Colombia se apresuraron a contratar uno, y por qué Argentina, Ecuador y Perú están ansiosos por renovarles a los que tienen en funciones. Todos buscan comenzar el nuevo proceso cuatrienal de selección con los cuerpos técnicos ya armados con meses de anticipación para no dar ventajas.
En este rubro, el más importante, porque sin un conductor capaz no se llega a nada aunque haya buenos jugadores, el panorama no está claro. Tite acaba de anunciar que su objetivo máximo es ganar el título el 18 de diciembre. “Ahora toca llegar a la final y ser campeones, no hay más”, se sinceró. “Y si eso se da, puedes elegir. Mi idea definitivamente no es seguir trabajando en Brasil”. Pero, en todo caso, triunfe en Catar o no, se olfatea que se despediría. Tampoco se sabe qué ocurriría con Lionel Scaloni. AFA tiene toda la intención de que siga y ya le ofrecen renovar, pero él podría querer continuar su profesión en Europa, puesto que vive en Mallorca y hace años se lo pasa viajando constantemente. Uruguay está muy satisfecho con Diego Alonso, que le dio el pasaje mundialista al dirigir los últimos cuatro partidos eliminatorios y ganar los cuatro. Es joven y le ha inyectado un giro más técnico y menos defensivo al estilo de la Celeste. Chile optó por Eduardo Berizzo, quien viene de estar al frente de Paraguay. Berizzo dejó un gran nombre en Chile cuando en 2013 se coronó con el modesto O’Higgins haciendo un trabajo impecable con recursos mínimos, según todo el medio.
Colombia ya se decidió por Néstor Lorenzo, exasistente de Néstor Pekerman en la selección amarilla. En su primera experiencia en solitario, Lorenzo está a punto de lograr una hazaña: ser campeón con el inopinado Melgar FC, de Arequipa. Aparte, colocó a Melgar en los octavos de final de la Copa Sudamericana ganándole el grupo a Racing. Y en un año nefasto para los clubes peruanos en lides internacionales. José Pekerman liderará, esta vez desde el inicio, la ilusión venezolana de llegar por primera vez a un Mundial. Y con el aumento de cupos, ahora puede darse. No es ningún imposible. Más allá de cómo le vaya en Catar, Ecuador busca extender el vínculo con Gustavo Alfaro, que ha resultado para ellos toda una revelación. Se metió en la piel de los ecuatorianos.
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Paraguay, como Uruguay, cambió de jinete antes de finalizar la carrera anterior. Le pidió la renuncia a Berizzo y contrató al mellizo Guillermo Barros Schelotto, quien está llevando a cabo una profunda renovación en el alicaído fútbol guaraní. Ya veremos con qué resultados. Perú ruega al Señor de los Milagros y espera casi con angustia que Ricardo Gareca dé el sí a la renovación y permanezca otros cuatro años. Para ello le han ofrecido incluso mejorar su contrato, muy alto de por sí (2.300.000 dólares anuales para todo el comando técnico). Pero todo indica que, sin otras opciones en la mano ahora mismo, el Flaco firmaría de nuevo en la nación inca. El único sin técnico, y sin conversaciones por ahora, es Bolivia. Se mencionó como un candidato a Sergio Batista, quien dirigió a Argentina en la Copa América 2011, pero no se profundizó en el tema. Aún sigue el debate sobre si debe ser un nacional o un extranjero. El ingeniero Guido Loayza, ex presidente del Bolívar y de la Federación Boliviana, considerado un histórico por haber liderado la campaña que consiguió un lugar en Estados Unidos 1994, declaró: “No se trata de nacional o extranjero, sino de traer lo mejor, y lo mejor no está acá”. Él fue quien descubrió -y acertó- a Xabier Azkargorta cuando en Sudamérica nadie lo conocía.
La preeminencia de entrenadores argentinos en clubes y selecciones resulta abrumadora. Es muy marcada desde hace décadas, aunque nunca como ahora. En principio, siete de ellos comandarán a las diez selecciones del continente, un récord mundial que quizás nunca se iguale. Si se da lo de Batista o algún otro compatriota suyo en Bolivia, serían ocho, algo que entraría en el terreno de lo insólito. Rafael Borré explicó el por qué: “La tendencia es por la mentalidad, por la competitividad del fútbol argentino, de sus entrenadores”.