Si bien este informe analiza las reacciones de los gobiernos del mundo en los primeros 7 días que siguieron a las elecciones venezolanas del 2013, 2018 y 2024, el mapa que encuentras aquí abajo muestra la actualización diaria de las posturas de los países frente al cuestionado triunfo de Nicolás Maduro en julio del 2024. El último 4 de agosto, la Unión Europea, conformada por 27 países europeos, modificó su posición hacia no reconocer el resultado por no tener este "pruebas que lo respalden". Para ver el comparativo de los últimos tres procesos a una semana de los resultados, continúa leyendo.
Nota original:
Este domingo se cumple una semana desde que el chavismo en Venezuela asegurara su permanencia en el gobierno por otros seis años más. Nicolás Maduro, presidente de ese país desde el 2013 y líder del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), reclama que su victoria de 51,2% fue democrática pese a que el Consejo Nacional Electoral (CNE) –ente controlado por el oficialismo– aún no transparenta las actas que le arrojaron ese resultado. Un resultado, además, que dista de los sondeos de boca de urna.
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A la fecha, los gobiernos de 12 países le han dado la espalda a Maduro, algunos directamente calificando su reelección de fraudulenta. Otros 36, por su parte, pidieron que se publiquen las pruebas documentadas del escrutinio. Los usuales aliados del régimen también sentaron posición: Rusia, China, Cuba, Nicaragua, Bolivia y otros 14 estados -casi todos de dudosas credenciales democráticas- felicitaron al sucesor de Hugo Chávez y destacaron, sin respaldo en los hechos, la pulcritud de los comicios.
De acuerdo con el CNE, el candidato Edmundo González perdió con el 44,2% de los votos, premisa rechazada por su agrupación política Mesa de la Unidad Democrática (MUD). La MUD, cuya lideresa es la exdiputada María Corina Machado, señala haber recogido información de gran parte de las actas oficiales, donde González Urrutia habría obtenido el 67% de la votación. Esta supuesta diferencia sería de 37 puntos frente a Maduro, quien hace unos días declaró que ambos políticos de oposición –que hoy viven resguardados en la clandestinidad– deberían ser encarcelados.
La respuesta del mundo: La postura de los países a los triunfos de Nicolás Maduro a 7 días de las elecciones
El número de países que reconoció a Maduro como presidente este año aumentó desde la elección anterior. Sin embargo, también creció la cantidad de países que prefirieron no sentar una postura expresa y que, en cambio, pidieron que se transparente el conteo de votos.
Perú ha sido uno de los primeros países en señalar un fraude electoral. El martes último, el gobierno cortó lazos diplomáticos con Venezuela. Desde Torre Tagle, sede de la Cancillería peruana, se informó sobre la expulsión de funcionarios venezolanos del país luego de que, días antes, el gobierno de Maduro hiciera lo propio con la representación nacional en Caracas.
Pero la postura de no reconocimiento a la reelección de Maduro, compartida por una decena de naciones latinoamericanas y por Estados Unidos, no tuvo peso suficiente ante la Organización de Estados Americanos (OEA), que el miércoles rechazó por mayoría exigir al CNE venezolano la publicación de todas las actas electorales. Colombia y Brasil se abstuvieron de apoyar formalmente esa petición ante el organismo, aunque sus presidentes se habían pronunciado en público y en redes sociales sobre la necesidad de revelar la documentación para ponerle fin a los cuestionamientos.
–Camino entrampado–
En diálogo con El Comercio, el internacionalista peruano y profesor PUCP, Farid Kahhat, lamentó que la OEA no haya ejercido el mínimo esfuerzo dentro de sus atribuciones para endurecer su postura frente a la dictadura de Maduro. Sin embargo, explicó que, aun cuando era deseable que la mayoría de los Estados miembros del organismo exijan transparencia, son pocos los efectos que esto podría haber tenido. De hecho, advirtió que, en general, la OEA no tiene tanto poder para cercar al chavismo.
“Sí es triste que en la OEA ni siquiera [los Estados miembros] se pongan de acuerdo en lo más elemental, pero lo cierto es que un pronunciamiento tampoco hubiera tenido alguna consecuencia. Si hay algún tipo de sanción posible, va a ser a nivel de estados individuales. Pero Estados Unidos, por ejemplo, ya ha aplicado sanciones severas contra la economía venezolana que no han tenido mayores resultados en términos de cambiar la conducta del régimen. Yo creo que Brasil, Colombia y México son conscientes de su tibieza [al no ponderar que hubo fraude] pero, si en algún momento hay que negociar con Venezuela, podrán hacerlo precisamente esos países que no han roto las relaciones”, dijo Kahhat.
En la misma línea, Diana Luna, internacionalista mexicana y asesora sobre asuntos latinoamericanos para la Fundación Friedrich Naumann en Berlín, comentó que América Latina no tiene un bloque sólido para presentar alternativas de solución frente a la dictadura venezolana y sus sucesivos fraudes electorales.
“Desgraciadamente, América Latina no ha tenido una voz al unísono en la lucha por la democracia electoral en Venezuela. La postura de cada país depende, hasta cierta medida, de la relación que se tiene con el régimen de Maduro, como es el caso de la relación con México, Brasil y Colombia. Yo creo que ya pasó el tiempo de exigir que se muestren las actas. Vamos varios días esperando que esto suceda y ese es tiempo que se le permite al régimen para manipular de una forma más directa los votos. Creo que la decisión del Perú ha sido una decisión valiente, que tiene fuertes factores internos que la justifican, como es la gran cantidad de migración venezolana que ha recibido”, expresó Luna.
Pocas opciones
Ambos especialistas consultados por El Comercio coinciden en advertir que existen pocas salidas de transición democrática que se puedan impulsar desde la comunidad internacional. En el 2017, una docena estados, entre ellos el Perú, formaron el Grupo de Lima. El bloque –al que después se adhirieron algunas otras naciones– pretendía condenar la autocracia venezolana y apoyar sanciones contra el régimen. La agrupación partía de la idea de que en Venezuela se debía aplicar la carta democrática interamericana de la OEA, un instrumento de presión cuando en algún estado miembro se percibe un quiebre democrático y constitucional.
En el 2019, el Grupo de Lima reconoció al entonces diputado Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, luego de que la primera reelección de Maduro el año anterior tuviera también visos de fraude. En respuesta, el chavismo retiró al país de la conformación de la OEA. En años posteriores, el Grupo de Lima fue decayendo por cuestiones prácticas y por virajes ideológicos propios de los cambios de administración.
“Habría que decir que el Grupo de Lima surge, precisamente, porque no había la mayoría de dos tercios, necesaria en la OEA, para aplicarle a Venezuela la carta democrática interamericana. Entonces, el Grupo de Lima era producto de una debilidad y pretendía tener una posición intermedia porque tomaba distancia de las políticas de [Donald] Trump, que amenazaba incluso con el uso de la fuerza a Venezuela, y de otros gobiernos que reconocían el fraude del 2018. Pero esto cambia cuando surgen presidentes como Bolsonaro, que estaba alineado con Estados Unidos, y presidentes como López Obrador, que nunca estuvo de acuerdo con la existencia del Grupo de Lima”, recordó Farid Kahhat.
Para Kahhat, es fundamental que, ante una crisis dictatorial como la de Venezuela, los países encuentren puntos de coordinación para alinearse hacia una postura sólida. Sin embargo, subraya que esto es complejo de lograr debido a que hay países más cautos en tomar posición. A su vez, remarca que los respaldos que Venezuela recibe de Rusia, China o latinoamericanos como Nicaragua son comprensibles por el tipo de alianza que estos países pretenden promover en contra de Estados Unidos.
“China jamás ha organizado una elección democrática y las elecciones en Nicaragua han sido aún más fraudulentas que las de Venezuela. Hay un tema que ya trasciende Venezuela y es el hecho de que las potencias occidentales tienen una relación crecientemente confrontacional con Rusia y China, fundamentalmente, y por ende los criterios de alineamiento no son ideológicos. Putin, contra lo que se suele creer, no es de izquierda; yo diría que es de derecha radical. Pero, al margen de eso, lo que los une es la oposición a las políticas de los Estados Unidos y sus aliados en el mundo. Entonces, eso era de esperarse. Para ellos lo que está en juego no es el orden democrático, sino que se perpetúe un régimen que es su aliado”, aseveró.
La internacionalista Diana Luna también refirió que las alternativas son limitadas para hacerle frente a Maduro y que las más evidentes –como sanciones económicas– tienen el riesgo de no generar grandes cambios.
“Creo que vamos a ver a un régimen más aislado de la comunidad internacional y puede haber nuevos intentos de Estados Unidos o de la Unión Europea de arremeter con sanciones a Venezuela. Sin embargo, veo un gran peligro que países tengan el propósito de crear un sistema multilateral alternativo y esto hace que ciertas sanciones tengan menos impacto. Lo hemos visto en el caso de Rusia, que pasado el tiempo tuvo formas de desviar el efecto de las sanciones. En el caso de Venezuela, eso es un poco más difícil por su tamaño y por su economía”, indicó.
Desde el improbable triunfo de Maduro en las urnas, Venezuela y varias partes del mundo han sido centro de movilizaciones en contra de la dictadura. En Caracas, el gobierno ha respondido con represión y organizaciones por los derechos humanos confirman fallecimientos y detenciones ilegales.
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