Un análisis a las cifras de medicamentos esenciales de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) revela que hay desabastecimiento de más de 400 medicamentos esenciales a nivel nacional. Es decir, estos no están disponibles en diversos establecimientos de salud. Además, se tiene un substock o falta de cobertura de la demanda de 490 medicamentos.
El 66% de establecimientos de salud no cuenta con stock en al menos un fármaco. En el 2023, diciembre fue el único mes en que se llegó al 80% de disponibilidad a nivel nacional, el porcentaje mínimo para considerar que hay alta disponibilidad. Actualmente, solo diez regiones del país superan esta tasa, mientras que cinco no alcanzan ni el 70%.
Entre los diez medicamentos con mayor desabastecimiento están aquellos que se utilizan para tratar reacciones alérgicas, infecciones, anemia, neumonía o efectos secundarios por tratamientos oncológicos. En diversos establecimientos de salud, incluso, hay desabastecimiento o substock de ibuprofeno o amoxicilina.
Ante esta situación, los ciudadanos deben asumir el costo de los medicamentos sin stock, cuyos precios en farmacias y boticas a nivel nacional oscilan entre los S/. 0,50 y los S/. 1.280.
La escasez en algunos establecimientos de salud ya había sido advertida. A fines del 2023, la contraloría reportó el desabastecimiento de 26 medicamentos esenciales en el Hospital Dos de Mayo. Pese a ello, más de un mes después, no hay stock de 28 fármacos, como el antiepiléptico gabapentina o los oncológicos flutamida e imatinib.
Las causas
Javier Llamoza, investigador de Acción Internacional para la Salud, menciona que la inestabilidad política, la falta de perfiles adecuados para la adquisición de fármacos y de una ley de compras centrada en medicamentos contribuyen al desabastecimiento y provocan que el ciudadano tenga que gastar dinero que debería estar destinado a alimentación o vivienda. “Los medicamentos deberían ser cubiertos por el sistema de salud”, enfatiza.
Llamoza explica que, en el Perú, el gasto de bolsillo ha incrementado. “Desde antes de la pandemia este ya era alto. Un estudio realizado por el Minsa reveló que el gasto de bolsillo en medicamentos en relación al gasto de salud era del 39,5% (la OMS recomienda un máximo de 20%)”, advierte.
Para Fernando Carbone, exministro de Salud, si bien pueden darse demoras en los establecimientos de salud para realizar los requerimientos de los medicamentos que necesitan, la mayor parte del problema está en las deficiencias en la gestión del Estado para comprar y planificar la distribución de los fármacos. “Tenemos problemas de gestión y hace falta un sistema de información unificado que permita tener presupuestos históricos y registros diarios, así como una adecuación normativa”, señala.
Según el experto, asegura que las razones para no solucionar estas deficiencias van desde la incompetencia hasta la corrupción.
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