Jorge Falen

Tras el impacto de las altas temperaturas, desbordes e inundaciones en la zona norte y centro, asociados con –que a la fecha ha dejado 69 muertos y más de 500 mil afectados, según el Indeci–, el país enfrentará en los siguientes meses el efecto de y .

Ambos fenómenos climáticos se caracterizan por en las zonas altoandinas (sobre los cuatro mil metros de altura) y la selva.

Este año, la inversión prevista por el Ejecutivo para mitigar su afectación alcanzará los S/535,7 millones, cifra mayor apenas en 2,1% que los S/524 millones destinados en el 2022.

Si bien el monto correspondiente al 2023 supera los gastos anuales efectuados desde el 2014 hasta el 2019 frente a las heladas y el friaje, también es la segunda partida más baja de los últimos cuatro años.

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Planificación

Según la última modificación del plan multisectorial ante heladas y friaje 2022-2024, realizada a través del Decreto Supremo 066-2023-PCM, el Gobierno implementará acciones a través de nueve ministerios. Los de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) y Salud (Minsa) concentran el 86% del total de recursos.

El primer sector mencionado estará a cargo principalmente de la implementación de viviendas rurales (S/305 millones), mientras que el Midagri construirá módulos para el resguardo del ganado y entregará semillas mejoradas (S/58 millones). En tanto, el Minedu instalará módulos educativos prefabricados, mientras que el Minsa se enfocará en la vacunación contra la influenza y el neumococo.

El plan de este año contempla la intervención prioritaria ante heladas en 436 distritos de 16 regiones. Puno y Cusco albergan 175 localidades (40% del total). En el caso del friaje, se intervendrá en 117 distritos de 11 regiones. De estos, 43 están en las regiones de Huánuco y Junín [ver cuadro].

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Tareas pendientes

¿Son suficientes las inversiones y acciones ministeriales para reducir el efecto de las bajas temperaturas? Karin Kancha, coordinadora del Centro de Estudios y Prevención de Desastres en Cusco, señaló que las acciones de prevención y ejecución deben incluir a los gobiernos locales de las zonas por intervenir.

“Tiene que haber una articulación estrecha para que la prevención sea efectiva y la gestión de riesgos sea integrada. Debe trabajarse a nivel distrital, porque el impacto [de los fenómenos] está directamente ligado a la salud y medios de vida de las personas. [...] Es importante que las acciones del Minsa estén articuladas con los programas sociales que se impulsan dentro de los municipios”, explicó.

La especialista añadió que las intervenciones deben incluir un enfoque intercultural y de largo plazo. “La distribución de las viviendas calientes está pensada desde la ciudad. Para una comunidad altoandina no es coherente que el baño esté dentro de la vivienda, sino afuera. Con respecto a la agricultura se debe responder de forma más preventiva identificando semillas y especies de ganado resistentes a bajas temperaturas”, refirió.

Mary Mollo, profesora de la Universidad ESAN, resalta que este año a escala global el impacto de El Niño incluiría sequías que afecten las zonas altoandinas del sur. “Este impacto del cambio climático es un escenario para intervenir rompiendo algunos procedimientos y normas que no sirven para actuar. Un perfil o un expediente técnico de licitación no puede tardar ocho años. En lugar de albergues temporales, construyamos casas seguras a la velocidad y [con las] tecnologías necesarias. Los actores locales tienen que pensar que las circunstancias de cada territorio son específicas”, aseveró




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