“Existe una gran necesidad de contar con más policías, en la categoría de suboficiales, para garantizar la seguridad ciudadana y el orden interno. Somos conscientes de ello”, aseveró la presidenta Dina Boluarte en julio pasado, durante su kilométrico mensaje a la nación por Fiestas Patrias.
En el 2023, 4.813 nuevos suboficiales –también conocidos como técnicos– se graduaron de las escuelas de formación policial de todo el país, según información oficial que la PNP remitió a ECData. La cifra representa menos de la mitad de los más de 12.000 efectivos graduados en el 2019, el último año antes de la pandemia.
Los agentes de esta escala componen el 93% de la Policía Nacional. Por sus labores –enfocadas en gran parte al patrullaje, y trabajo de campo y en comisarías–, tienen contacto directo con los ciudadanos.
El Comercio solicitó una entrevista con voceros de la institución, pero la respuesta fue negativa. “Lamentamos informarle que, en este momento, no podremos atender su solicitud, ya que el personal policial requerido se encuentra enfocado en actividades propias de la función policial en la lucha contra la criminalidad”, indicaron.
El problema de la formación policial no es solo numérico, sino estructural. Hasta el 2018, en el país existían 27 escuelas, muchas de las cuales no reunían las mínimas condiciones para funcionar.
“Muchas de estas no contaban con el nivel más básico de infraestructura, ni siquiera un local propio. Fueron creadas en el papel, pero no servían. No tiene sentido tener tantas escuelas, sino las necesarias pero que realmente funcionen”, rememora el exministro del Interior Dimitri Senmache.
Más que números
Por ese motivo, en agosto del 2019 comenzó un proceso de reorganización de los centros de instrucción; es decir, el cierre de aquellos que no cumplían las condiciones mínimas adecuadas.
Tras la pandemia, en el 2022, once de ellas (más del 40%) fueron cerradas y 16 continuaban funcionando. En el 2023, solo 15 de aquellas permanecían abiertas y este año –en el cual el Ejecutivo enfocó su estrategia en sumar más agentes a la PNP– hay 18 operativas.
Pero hay problemas que aún persisten. En agosto, “Cuarto poder” mostró las deplorables condiciones en las que conviven los estudiantes de la escuela de Puente Piedra –la más importante del país– durante su formación: hacinamiento y deficiencias en servicios básicos, entre otros.
“Si seguimos con escuelas que no tienen ni comedores adecuados, menos aún laboratorios u otras instalaciones, ¿qué se está ofreciendo?”, opina Eduardo Pérez Rocha, exdirector de la policía.
Al respecto, Noam López, investigador en seguridad y docente de la Universidad Católica, afirma que muchas escuelas de formación policial “han estado en condiciones extremadamente precarias, principalmente de infraestructura, pero no es una prioridad del Ministerio del Interior”.
López advierte que existe otra falencia estructural: los docentes y los contenidos del programa de formación. “No hay profesores ni académicos de planta, personal fijo. Los contenidos no se han profundizado o creado de forma integral. La calidad de enseñanza no óptima”, remarcó.
Graduaciones ‘express’
Según el Ejecutivo, hay una amplia brecha de personal policial que debe cubrirse para enfrentar la inseguridad con mayor eficacia. “Faltan más de 50 mil policías”, aseguró el año pasado el entonces ministro Vicente Romero.
Por esa razón, se decretó el “egreso extraordinario” –en otras palabras, un recorte del período de instrucción– de suboficiales.
Este año, ingresaron casi 11.000 alumnos en tres promociones: 469 en enero, 4.624 en julio y 5.899 en setiembre. Lo habitual era que entrase un nuevo grupo anualmente.
Asimismo, en julio pasado se graduaron 5.000 nuevos agentes y se espera un segundo bloque para diciembre. La iniciativa se mantendrá durante por lo menos hasta el próximo año.
La flamante promoción del 2024, denominada Líderes de la Paz, tuvo 502 días de instrucción. Se trata del grupo con el menor tiempo de capacitación, a excepción de aquel formado durante la etapa más crítica del COVID-19.
“Acelerar el egreso es un error, equivale a disminuir o incluso quitar filtros para ingresar y ser parte de la policía. El mensaje que se transmite es que cualquiera puede entrar a la institución”, cuestiona el exministro Senmache.
César Bazán, investigador en temas de seguridad ciudadana, también considera equivocado que se acorte el tiempo de instrucción. “Si bajamos más el estándar, porque ya antes se había reducido el período de formación, hay un riesgo para la gente e incluso para los propios policías. Además, se genera una imagen negativa de la institución y se la debilita aún más”, detalla.
La más reciente encuesta de Datum, publicada por El Comercio, revela que el 66% de peruanos no confía en la Policía Nacional. Hace un año, en noviembre del 2023, la desconfianza era de 58%. Además, el 87% asegura que se siente inseguro en las calles de su ciudad.
La lucha contra el crimen y la delincuencia es una tarea compleja para la que no existen soluciones inmediatas, pero ni siquiera las prioridades están claras.