A pesar de los importantes logros en las últimas dos décadas en el acceso a educación para las niñas y adolescentes, todavía hay barreras que obstaculizan su desempeño, especialmente en las zonas rurales. Hemos logrado exitosamente que más niñas vayan a las escuelas y ahora el porcentaje de mujeres matriculadas en universidades o institutos es mayor que el de los hombres, tanto en el área urbana como en el área rural. Sin embargo, el embarazo adolescente y la carga de cuidado de familiares limita las horas que las niñas y adolescentes pueden dedicar a estudiar y, por ende, afectan su capacidad de culminar sus estudios.
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