A medio camino entre Chiclayo y Piura, en una amplia llanura sembrada con pitahayas y arándanos, se localiza el primer proyecto peruano de cultivo de cannabis orientado a la industrialización.
Es decir, a la fabricación y comercialización de productos como el aceite medicinal, regulado por ley desde 2017, o como las galletas de cannabis y los textiles con fibra de cáñamo, los cuales “serán exportados”. porque no cuentan todavía con un marco legal.
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“Prácticamente, lo que vamos hacer es desarrollar una industria de prendas con nuestra propia marca, la cual incluye polos, poleras y uniformes de trabajo”, apunta Diego Rodríguez, gerente general de R Coorp, holding peruano pionero en el cultivo de la pitahaya american beauty (de color rosáceo).
Objetivo de la firma es aprovechar el “cáñamo o tallo del cannabis”, el cual es una fibra natural de “excelente calidad”, que “no sofoca en el verano y genera un buen clima térmico cuando hace frio”, precisa el empresario.
De hecho, cada vez más publicaciones se hacen eco de las propiedades del cáñamo como una de las fibras textiles más sustentables, debido a que necesitan muy poca agua para crecer, no demandan el uso de fertilizantes ni pesticidas y tampoco emiten dióxido de carbono a la atmósfera.
Su calidad y resistencia queda, además, históricamente demostrada, por el uso que de él hicieron los grandes navegantes europeos, como Cristóbal Colon, que empleo el cáñamo en la fabricación de las velas, cuerdas y redes de las tres carabelas con las que “descubrió” América.
Estas cualidades y la rentabilidad que los cultivos de cannabis ofrecen (pueden rendir hasta tres cosechas al año con un manejo adecuado) llevan a que R Coorp se plantee múltiples alternativas para su explotación industrial, además de su uso medicinal y textil.
“Si la industrialización del cannabis se legaliza se puede obtener hasta aceites, vinagres y conservas para humanos y mascotas. Hay un gran abanico de opciones de explotación del cultivo”, indica Rodríguez.
MODELO DE NEGOCIOS
Mientras la legislación para el cannabis industrial toma cuerpo, R Coorp se dedicará a cultivar y producir aceite medicinal para el mercado interno. Y a desarrollar “las otras líneas de negocio masiva” para su exportación a EE.UU. y Colombia.
Para ello cuentan con la asesoría de dos empresas de Colombia, una de Estados Unidos y una de Canadá. Y con 2.700 hectáreas de terrenos cultivables en el kilómetro 883 de la Panamericana Norte, de los cuales destinará 10 de manera inicial para un piloto de cannabis con la posibilidad de ampliarse a 500 hectáreas.
Otras 200 hectáreas las dedica actualmente al cultivo de pitahaya y 100 al de arándanos, esto a través de un modelo cooperativista en el que convoca a inversionistas.
Rodríguez explica, sin embargo, que el modelo de negocios para el cannabis no será igual debido “a la severidad y protección de la información que existe dentro del campo de cannabis”.
“Ahora nos encontramos en la etapa de obtención de formularios y licencias con Digemid, Dinandro y Minagri”, precisa.
El empresario estima iniciar el cultivo de cannabis en julio de este año y la primera cosecha cuatro meses después.
Además, señala estar construyendo una empresa similar en Colombia, donde posee 20 hectáreas de terrenos cultivables. Y también en EE.UU., donde está a la búsqueda de un área en California.
“La empresa de EE.UU. debe estar constituida en octubre y de allí empezamos una línea de producción masiva, no solo pensando en el sector medicinal, sino en el alimentario y recreativo y en distintas líneas”, remarca.
La inversión estimada para sacar adelante el proyecto es de US$50 millones.