(Foto: El Comercio)
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Ha sido realmente increíble lo que hemos vivido el jueves, de 6:30 p.m. a 8:30 p.m. Todo un país detrás de un equipo de 11 jugadores que no solo se enfrentaba a la selección argentina de fútbol, sino a la FIFA, a Coca-Cola, a Nike, a Putin y a todos los miles de millones de dólares y de rublos rusos que dependen de que la escuadra albiceleste vaya al Mundial Rusia 2018. Se enfrentaba a una Bombonera con 50.000 asistentes gritando y respirando prácticamente en la nuca de cada jugador peruano. Se enfrentaba a un equipo desesperado por lograr un triunfo para no quedar fuera del Mundial después de que, hace medio siglo, una los dejara fuera. Un equipo con estrellas de la calidad de Messi, Di María, Mascherano y un valor 16 veces más alto que el de la selección peruana (US$645 millones vs. US$38,3 millones). Todo esto daba como favorito a Argentina. El triunfo del Perú pagaba 12 a 1 en las casas de apuestas.

Ahora, pónganse en la cabeza de Gareca, Corzo, Guerrero, Flores, Farfán y, sobre todo, ¡de Gallese! “Muy bonito hasta acá, gracias por haber participado, será hasta la próxima Eliminatoria, ¡llegó Argentina!”. Pero no. La selección y todo un país, teniendo las estadísticas, la historia y los intereses mundialistas en contra, dieron un rotundo no. Perder no fue una opción.

Tal cual vi en un meme horas antes del partido, “el agua de azahar estaba agotada”. Los nervios nos tenían con el corazón en la boca a 30 millones de hinchas peruanos. Lograr este empate con sabor a conquista era casi imposible, pero se logró.

Y, entonces, me pongo a pensar cuántos partidos contra Argentina tenemos en nuestra vida. ¿Cuántos proyectos con las posibilidades en contra? ¿Cuántas campañas ambiciosas e innovadoras que tienen a algunos hinchando en contra? ¿Cuántos desarrollos de productos que son antecedidos por otros similares que no funcionaron? ¿Cuántas batallas desde nuestra humilde esquina que se enfrentaban a ‘big players’ del mercado? ¿Cuántas veces arrugamos ante estas Argentinas?

Lo que ha hecho nuestra selección no es solo una muestra de valentía y coraje en un partido de fútbol. Es un ejemplo que nos debe inspirar a ir detrás de nuestros ‘mundiales’ con convicción, disciplina, humildad y esfuerzo. Un ejemplo de cómo mirar la montaña desde abajo y a los ojos preguntarle: ¿estás lista para ser conquistada? De cómo avanzar en nuestras metas con 90 minutos de voces que te desanimen y griten a favor del otro.

El 2017 ha sido un año difícil para todos y nos ha puesto, y nos seguirá poniendo, una Argentina delante. En esos momentos hay que sentir el equivalente de 30 millones de peruanos dentro de ti cantando: “Porque yo creo en ti, ¡vamos, Javier, Jorge, Jaime, Ricardo, Diego, Marta, Maru, Nicole!”.

Gracias, chicos, por inspirarnos y ser un ejemplo. Ahora nos toca a cada uno seguir jugando nuestros partidos. Todos los días. ¡Arriba, Perú!

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