En los últimos días se hizo público que el Perú fue desplazado por la República Democrática del Congo como segundo productor mundial de cobre. Esta declaración la dio el presidente de la Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco), Máximo Pacheco, el último 22 de noviembre, añadiendo que se dio una mayor producción proveniente desde la región africana.
“Históricamente, el primer productor de cobre en el mundo ha sido Chile y el segundo es Perú. Este año, por primera vez, eso cambia: el segundo productor de cobre del mundo este año es la República Democrática del Congo. Todavía muy distante de Chile que produce 5,5 millones de toneladas, pero ya superó a Perú”, expresó durante la sesión de la Comisión de Minería y Energía de la Cámara de Diputadas y Diputados de Chile.
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Paralelamente, el Diario Financiero también informó que, en base a la proyección del Servicio Geológico de Estados Unidos, la República Democrática del Congo (R.D. Congo) terminaría el año con 2,6 millones de toneladas de cobre de mina, mientras que el Perú llegaría a más de 2,4 millones. Cabe precisar que los expertos consultados por ese medio precisaron que se debe esperar al cierre del año para determinar ello.
Entonces, ¿cómo está realmente el escenario cuprífero para el 2023 y 2024 en ambos países?
Producción
Tanto Marcial García, líder de Minería y socio de EY, y Rómulo Mucho, director del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), apuntaron que este año el Perú mantendría ese segundo lugar, estimando acabar el 2023 con una producción que oscila entre los 2,6 millones y los 2,7 millones de toneladas del metal rojo, apoyado con la operación de Quellaveco.
“A julio, el Perú seguía por encima de R.D. Congo en cuanto a producción de cobre y este año va a batir récord de producción de cobre, como consecuencia de la entrada de producción de Quellaveco. Desde el 2019, el Perú produce poco más de 2,4 millones toneladas de cobre -salvo en el 2020 por la pandemia- y este año el Ministerio de Energía y Minas (Minem) estima que se van a producir 2,8 millones toneladas. Creería que es poco menos de eso, entre 2,6 millones y 2,7 millones de toneladas. Este año vamos a dar un gran salto en producción de cobre y esperemos que R.D. Congo no se registre algún incremento de la misma magnitud, [esperemos] ampliar la brecha”, consideró García.
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Además, la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), en el “Informe de Tendencias del Mercado del Cobre” del segundo trimestre de este año, proyecta que para el cierre de 2023, el Perú produciría 2′678.000 toneladas y R.D. Congo, 2′513.000 toneladas cupríferas.
Por su parte, Teodoro Crisólogo, analista senior del Instituto Peruano de Economía (IPE), señaló que esta institución anticipa que la producción del metal rojo en nuestro país será de 2,7 millones de toneladas al cierre del año, pero que R.D. Congo registraría un nivel de participación similar en el mercado global, considerando estimados como los de Wood Mackenzie o JP Morgan que señalan que el incremento de volúmenes del país africano sería mayor que el del Perú.
2024
Para los siguientes años, las opiniones quedan divididas. Mucho consideró que el 2024 el Perú quedaría desplazado por R.D. Congo, explicando que una de las operaciones mineras de ese país. Kamoa-Kakula tiene un plan progresivo para aumentar su producción de 400.000 toneladas a 800.000 toneladas dentro de tres años.
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“En este momento, está por los 400.000, el próximo año probablemente va a producir 600.000. De acá a unos tres años va a producir 800.000 toneladas de cobre. Va a ser la segunda mina más grande de cobre después de La Escondida (ubicada en Antofagasta, Chile)”, sostuvo.
Y es que, según la canadiense Ivanhoe Mines, principal accionista de la mencionada mina, se espera que el yacimiento, tras terminar su tercera etapa de expansión hacia el cuarto trimestre de 2024, eleve la producción a 650.000 toneladas promedio en 10 años.
No obstante, para García, el futuro es incierto y dependerá de cómo el Perú y R.D. Congo desarrollen su cartera de proyectos mineros. “Podríamos llegar al estimado del Minem el próximo año, que son 2,8 millones de toneladas”, acotó.
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Cochilco, a su vez, estimó que el Perú alcanzaría una producción 2′932.000 toneladas y R.D. Congo, de 2′757.000 toneladas.
¿Qué necesita el Perú para mantenerse como segundo productor mundial de cobre? Algunos proyectos mineros que contribuirían a ello son Reposición Antamina, Yanacocha Sulfuros y Chalcobamba, así como las ampliaciones de Toromocho y Antapaccay, sostuvo Mucho. Así también están Zafranal o, a mediano plazo, La Granja, añade García, agregando que también beneficiaría a ello que salga adelante Tía María.
Pero a ello también se necesitaría voluntad política, consideró el socio de EY. Las medidas que anunció el Gobierno “para reducir la tramitología” van hacia una correcta dirección, sostuvo, y en ese sentido, Crisólogo mencionó la Ventanilla Única Digital Minera, con la que se empezarán a corregir “las recurrentes fallas de coordinación y articulación” entre distintas entidades públicas a cargo de que se cumplan los procedimientos administrativos del sector.
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“El Perú tiene atractivo minero no por su puesto en el ranking de producción, sino por el potencial geológico que ofrece en diversos minerales. En el caso del cobre, por ejemplo, el Perú cuenta con reservas por 81 millones de toneladas métricas, más del doble de lo registrado en el caso del Congo (31 millones). A nivel mundial, el Perú es el tercer país con más reservas de este mineral, solo por debajo de Chile y Australia. Esta figura, sumada a los bajos costos de producción industrial que ofrece el Perú, forman parte de lo que finalmente atrae a inversionistas para desarrollar proyectos de gran envergadura en la minería peruana”, sostuvo el analista senior del IPE.
No obstante, precisó que la “tramitología” que hay en el sector puede alargar el inicio de un proyecto por hasta 6 y 7 años.
Justamente, el mantener el segundo lugar reflejará que se concretaron las inversiones en el sector, lo cual impulsa el crecimiento económico, las exportaciones, la recaudación del país y beneficia a la generación de empleo directo e indirecto, lo cual se ve en una reducción de la pobreza, finalizó García.