Los pronósticos de la autoridad monetaria apuntan a un incremento del crédito al sector privado en 3% en este año frente al 2020. Esta cifra es auspiciosa si se toma en cuenta que será mayor frente a una cartera de créditos que el año pasado creció en alrededor del 12,5%.
Incluso, el Banco Central de Reserva (BCR) prevé que el monto que alcanzarán los créditos en el 2020 representarán el 47% del PBI. Es decir, cuatro puntos porcentuales por encima del nivel alcanzado en el 2019, periodo precrisis.
No obstante, esta proyección podría no realizarse, advierte el Banco Central de Reserva, de ocurrir algunos eventos que puedan afectar las expectativas de los consumidores y empresas que atenúen la recuperación de la demanda interna, se produzca un rebrote de la pandemia a escala global, así como por el eventual aumento de la aversión al riesgo en el frente financiero internacional.
A ello, hay que sumarle otro factor de riesgo como la fijación de límites a las tasas de interés, aprobado por el Congreso a fines de diciembre pasado. Esta medida plantea nuevos escenarios tanto para el desempeño del crédito como para las entidades financieras.
“En el momento en que el BCR establezca un umbral de exclusión (el límite a la tasa de interés), todos los clientes cuya tasa que les corresponda esté por encima quedarán excluidos y necesariamente habrá una reducción del número de clientes y del total de créditos”, afirma Martín Naranjo, presidente de la Asociación de Bancos (Asbanc).
PROCESO CONSTITUCIONAL
Según diversos abogados consultados por Día1 que optaron por el anonimato, en el caso que el proyecto del Congreso sea observado por el Ejecutivo, pero se apruebe por insistencia, cada entidad financiera iniciaría un proceso constitucional, dado que la norma violaría la libertad de empresa, la libre competencia y los contratos entre privados.
A decir de Naranjo, la norma del Congreso al fijar límites a las tasas de interés impone criterios que deben ser aplicables en los contratos de créditos, lo que viola la libertad y la autonomía privada para contratar.
De esta manera, la aplicación de la norma, si en el peor de los casos se llega a aprobar, tomaría su tiempo.
Otro escenario es que, en el eventual caso el BCR deba fijar límites, lo haga de forma muy fina y utilice las herramientas que dispone para no afectar el mercado.
POSTERGACIÓN DE PLANES
Jorge Antonio Delgado, presidente de la Asociación de Instituciones de Microfinanzas (Asomif), aseveró que el crédito podría ser afectado, en este año, con la postergación de solicitudes de créditos por parte de los clientes, ante la expectativa que en uno o dos meses se reducirían las tasas de interés.
A juicio de Delgado, esto puede ocasionar que se les pasen las campañas comerciales y dejen de obtener ingresos.
“Una medida como esta, de todas maneras va afectar el crecimiento del crédito”, menciona.
Naranjo indica que esta expectativa, incluso, puede llevar a los clientes que actualmente tienen sus créditos reprogramados a no cumplir con los pagos, ante la esperanza de que, por la norma, el costo de sus deudas disminuirá, lo que redundaría en un deterioro de la cartera de créditos.
GUERRA DE PRECIOS
Asimismo, el más temido por todos, según Delgado, es que las entidades financieras dejen de prestar tanto a los 300 mil clientes que cada año acceden por primera vez al sistema financiero formal como a aquellos cuya tasa de interés a la que califican sea superior a la valla que fijaría el banco central.
Esta situación llevaría, según Joel Siancas, presidente de Caja Sullana, a que se genere ‘pleito’ entre las entidades financieras por los clientes que queden.
“Si se fija una valla en las tasas de interés, te vas a querer quedar con la crema del mercado y vas a dejar de lado a los demás, entonces disminuyes la inclusión financiera”, comenta.
El gerente general de una microfinanciera, que prefirió no ser expuesto, indica que los jugadores de mayor tamaño optarían por sacar del camino a sus competidores mediante una guerra de precios, con lo que el mercado financiero se concentraría más.
“La lógica te dice que entidades con mayor espalda optarán por ofrecer una menor tasa a los clientes de su competidor, lo que podría generar una guerra de precios perversa, con efectos negativos en las entidades más pequeñas”, refiere.
Este riesgo preocupa a las entidades financieras, sobre todo, si se toma en cuenta que el BCR prevé que las entidades que, en la actualidad, registran una situación financiera frágil puedan deteriorarse más ante un crecimiento de la economía menor al esperado.
Así, un conjunto de escenarios de forma individual o colectiva pondría poner en riesgo el pronóstico de crecimiento del crédito en este año.
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