En el Perú, según información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), existen 16 millones 826 mil 991 mujeres, lo que representa el 50,4% de la población total del país. Si bien las mujeres son mayoría y van ganando más espacios en distintos ámbitos, las mujeres todavía seguimos siendo víctimas de violencia. Una realidad que duele.
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Según un estudio de ENDES (Encuesta Demográfica y de Salud Familiar) del 2020 sobre violencia familiar en mujeres y niñas, el 46,4% de las encuestadas - que fueron víctimas de violencia física - dijeron que no denunciaron el hecho porque no lo consideraban que no era necesario.
Este panorama sería aún más grave en el 2022 debido a la pandemia del COVID-19, así como a la brecha salarial y desigualdad de género que no se reducen en el Perú, explica la economista y exministra de Desarrollo e Inclusión Social, Carolina Trivelli. Además atribuye el alto porcentaje de no denuncias del estudio de ENDES, a la complejidad del proceso.
“En el Perú, para denunciar, hay que saber a dónde ir, hay que enfrentar el proceso de denuncia y muchas veces, en ese proceso hay revictimización frente a la autoridad que te toma la denuncia porque te pregunta cómo estabas vestida cuando la violencia ocurrió o si lo provocaste”, argumenta Trivelli.
Esta información la confirma el mismo estudio de ENDES, en el que se señala también que el 16% de las encuestadas indica que no denunció porque sentían vergüenza y el 11,7% asegura que no sabían a dónde ir o no conocen servicios.
Esta cifra se complementa con la encuesta nacional sobre relaciones sociales realizada por el INEI en el 2019, la cual revela que la “tolerancia social hacia la violencia contra las mujeres de 18 años a más edad es de 58,9%”. Esto es que 6 de cada 10 peruanos considera que la violencia hacia la mujer no es tan cuestionable. “Lamentablemente, estas visiones siguen existiendo por lo que es comprensible que las mujeres no denuncien. Además de ello, es que mucha gente siente que denunciar no sirve para nada, solo agrava el conflicto”, manifiesta Trivelli.
EMPLEO FRUSTRADO CON VIOLENCIA
¿Cuántos días le toma a una mujer recuperarse de un acto de violencia? Para Natalia Manso, profesora de Pacífico Business School, la violencia contra la mujer es económicamente negativo para cualquier país porque es imposible calcular cuánto tiempo podría tomarle realmente a la víctima recuperarse de aquel trauma.
“¿Cómo recuperarse y poder desarrollar una vida profesional tranquila y productiva? Simplemente no puede. Este es un punto importante para que las mujeres vivan en libertad y se desarrollen. Porque así estudien, se preparen, obtengan su título universitario, si terminan siendo víctimas de violencia, acaban incluso abandonando el trabajo”, comenta Manso.
En el año 2015, un estudio realizado por la Universidad San Martín de Porres en Gamarra, reveló que una mujer trabajadora del emporio y víctima de violencia doméstica pierde aproximadamente 59 días laborales, tiempo en el que se “recupera” de la agresión física o psicológica, además de los días que le toma realizar la denuncia, declaraciones o algún otro trámite que le conlleva este proceso.
Para Trivelli, a esos días perdidos de la jornada laboral de la víctima, también se debe agregar un espacio mental para procesar, recuperar y enfrentar la situación. “Estamos hablando entonces de una pérdida doble, no solo en días no trabajados sino en la cantidad de energía, atención y esfuerzo que estas mujeres agredidas pueden poner en desarrollar actividades productivas, económicas y sociales porque están enfrentando los resultados de la violencia”, resalta.
Por su parte, Manso agrega que la pandemia del COVID-19 trajo más informalidad de la que el Perú ya tenía, pero este problema es más alto en mujeres. “La informalidad, sumada a la brecha salarial y el trabajo no remunerado [tareas de la casa, cuidado de niños y personas mayores] hace que el empleo para las mujeres sea desigual frente al de los hombres”, refiere.
Según el INEI, las mujeres dedican aproximadamente 25 horas más que los hombres a labores domésticas, un trabajo que no tiene un ingreso económico pero que sí supone una carga que impide que la mujer pueda dedicar más tiempo a un trabajo remunerado.
Manso señala que esta información se refleja en que el 43% de mujeres ocupan trabajos a tiempo parcial versus el 26% de hombres que participan en trabajos de medio tiempo, según el mismo estudio del INEI.
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“Esto genera que tengamos menos ingresos. ¿Y por qué hay más mujeres trabajando medio tiempo? Porque tenemos que hacer ese montón de horas de trabajo doméstico no remunerado y el día solo tiene 24 horas para todos. Mientras no eduquemos con equidad, la mujer no tendrá el tiempo disponible para competir en igualdad de condiciones en el mercado laboral”, narra.
REFLEJO QUE NO SE VE: FALTA DE REPRESENTACIÓN
La pandemia del COVID-19, sin duda, hizo retroceder todos los índices de crecimiento. Y si bien tanto hombres como mujeres hemos perdido poder adquisitivo, empleo, educación, servicios de salud, este retroceso no ha sido equilibrado.
Según la décima edición del estudio Women in Work Index de PwC, los dos principales factores que contribuyeron al descenso fueron el aumento del desempleo femenino y la disminución de las tasas de participación de las mujeres durante el peor período de la pandemia.
“La violencia contra la mujer es económicamente una ruina para cualquier país porque es imposible calcular cuánto tiempo podría tomarle realmente a la víctima recuperarse de aquel trauma”.
Contrario a esto, a la fecha en el Perú, egresan de las universidades más mujeres que hombres; sin embargo, tanto en el sector público como privado, existe un desequilibrio de género.
“No hay justificación técnica ni de probidad que justifique el enorme y desequilibrio de género en los ministerios. Pero el gobierno es el reflejo de la población”, señala Manso.
Siguiendo en la búsqueda de representación femenina, en los gobiernos regionales, ¿cuántas gobernadoras regionales tenemos? Cero. En los gobiernos locales, ¿cuántas alcaldesas tenemos? Muy pocas.
“No tenemos ninguna sola gobernadora regional y nadie habla de eso. Tampoco del cargamontón que se les hace durante las campañas para cualquier cargo político”, manifiesta la especialista de la Pacífico Business School.
Juana Mollo, socia líder de Human Capital y Diversidad e Inclusión de PwC, sostiene que es necesario que sigamos trabajando para reducir cada vez más la brecha de género. Contribuir al generar espacios donde se reconozca el talento femenino y se brinden las condiciones para impulsarlo.
“Hacerlo (reconocer el talento femenino) beneficiará no solo a las sociedades, al resolver un problema que impide un mayor crecimiento económico y desarrollo justo para las mujeres, sino también a las mismas organizaciones que verán su cultura organizacional y rendimiento impactados positivamente por la diversidad”, comenta.
Mientras que Manso explica que debemos seguir trabajando porque está claro que no estamos avanzando ni pensando fuera de la caja. “Debemos garantizar la cero tolerancia [contra los diferentes tipos de violencia] en todos los espacios. En la empresa, en forma de acoso sexual, no debe ser tolerada. El acoso en los espacios públicos, la violencia doméstica. Todo esto va mellando en el desarrollo y las posibilidades laborales de la mujer”, puntualiza.
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