En los próximos dos años la apuesta del Perú por la desalinización de agua de mar se va a disparar con varios proyectos públicos e iniciativas privadas a cargo de empresas mineras.
Silvia Bermudez, gerente de transporte y logística de la empresa de ingeniería Ausenco, dio a conocer en la feria virtual Expo Ecomin que el año 2022 verá el mayor salto en infraestructura de desalación de la historia peruana, con el ingreso de la Desaladora Lima Sur (Ministerio de Vivienda), que tiene planificada una capacidad de 130 mil metros cúbicos diarios, seis veces más grande que la mayor desaladora del país.
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Mientras que por el lado minero se espera el desarrollo de media docena de plantas de desalación correspondientes a proyectos mineros localizados cerca de la costa: Mina Justa (cobre), Fosfatos Pacífico, Bayóvar 12 (fosfatos), Los Calatos (cobre), Pampa de Pongo (hierro) y Tía María (cobre).
Se trata de iniciativas que superarán la capacidad instalada de las plantas de desalación actuales, en línea con lo que acontece en Chile, donde las instalaciones más grandes están asociadas a la minería de cobre, ubicada en la zona desértica de Atacama.
Es el caso de la planta de desalación de Minera Escondida, que produce más de 200 mil metros cúbicos diarios de agua desalada.
“Para el 2030, el agua desalada será la mitad del consumo de agua de la minería de Chile”, advierte Bermudez. Agrega que este aumento está relacionado con la mayor escasez de agua dulce en todo el mundo, fenómeno que se refleja en el incremento de los proyectos de desalación a nivel global.
De acuerdo a Ausenco, la capacidad contratada de iniciativas de desalación se ha duplicado entre 2008 y 2017, de 51,6 millones a 92,5 millones de metros cúbicos diarios.
DESALACIÓN EN PERÚ
Perú no es ajeno a esta dinámica debido a que la mayor parte de nuestra población se ubica en la desértica franja costera. Y también a que son muchos los proyectos mineros que se hallan cerca de la costa.
Pero no es lo único. A eso hay que sumar la legislación, que dificulta la perforación de pozos y la obtención de agua para procesos mineros.
Y también la vecindad de comunidades campesinas, que “ponen más dificultades a la obtención de agua potable y hacen necesario buscar nuevas formas para conseguir el líquido elemento”, agrega Miguel Ubillus, gestor de desarrollo industrial de la francesa Veolia en Perú.
La desalinización aparece entonces como la alternativa más plausible.
“Felizmente, hay varios EIA de proyectos mineros que ya contemplan el uso de plantas desalinizadoras. Incluso la nueva Refinería de Talara contempla una planta de desalación”, agrega Ubillús.
Hasta la fecha, solo tres unidades mineras enclavadas en zonas costeras desérticas usaban procesos de desalación: Cerro Lindo, Bayóvar y Marcona (Shougang).
No es una tecnología barata, pero sí rentable en el largo plazo, en tanto “brinda sostenibilidad a los proyecto mineros”, anota Bermúdez
A su entender, es habitual que un proyecto de desalación no solo deje beneficios a la empresa minera sino también a las comunidades campesinas de su entorno porque un porcentaje del agua desalinizada “puede ser usado en el consumo humano, en sistemas de riego o en pequeñas industrias y comercios”.
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