El mercado internacional regresa de las vacaciones de mitad de año marcando el ritmo de un segundo semestre que promete ser intenso y muy volátil. Los primeros datos de inflación por debajo de lo esperado en el mercado americano, además de la caída en la generación de empleo –114.000 puestos de trabajo nuevos que resultan la mitad del promedio mensual de los últimos 12 meses– reflejan una posible desaceleración de la economía estadounidense.
De acuerdo con el discurso de Jerome Powell en el Jackson Hole Symposium, el tiempo de ajuste de la política monetaria en EE. UU. “ha llegado”, indicando además que vienen recortes en la tasa de interés de la FED, medida que es la base para el apetito de riesgo para todos los demás mercados del mundo.
Una reacción exagerada a este contexto por parte de los mercados internacionales, sumada a la decisión de subir la tasa de interés en el mercado japonés –algo que no había sucedido hace 17 años– detonó el llamado “segundo lunes negro” el día 5 de agosto (en alusión al 19 de octubre de 1989).
El contexto desencadenó un nivel de volatilidad en los mercados bursátiles comparable al de la crisis financiera de 2008 y a la pandemia en 2020. A ello se suman los acontecimientos políticos, empezando por el atentado contra Donald Trump y el anuncio de la candidatura de la demócrata Kamala Harris a la silla más poderosa del mundo moderno.
En un contexto internacional de aversión al riesgo y fuerte volatilidad, la excepcional recepción de los títulos de deuda emitidos por el Gobierno peruano el 1 de agosto ha sido bastante alentadora.
Para una oferta total de $3.000 millones, distribuida en plazos de 10 y 30 años, el gobierno peruano encontró una demanda de más de $19.000 millones.
El mensaje del mercado es claro: hay un fuerte apetito por el “riesgo Perú” por parte de los inversionistas internacionales, y los fundamentos de la economía peruana todavía tienen pocos comparables en la región.
Las implicancias de los acontecimientos globales recientes y la expectativa sobre los eventos futuros son relevantes en la agenda para los próximos meses. En este contexto de fuerte volatilidad, que el Perú siga emergiendo entre sus pares regionales como un mercado que brinda estabilidad y potencial de crecimiento. Eso es un pilar fundamental para mantener la flexibilidad financiera necesaria para respaldar los importantes proyectos e inversiones que se esperan en el país en los próximos años.