Los peruanos hemos aprendido de las crisis, pero tal vez no lo suficiente de las épocas de auge. Creo que las lecciones que hay que profundizar en momentos en los que la economía se expande también son importantes. Una de ellas es que el crecimiento no es perpetuo.
Tal vez, no todas las empresas se dieron tiempo de ajustar procesos en un 2015 que creció menos de lo esperado y es que, en los últimos años, las organizaciones interiorizaron tasas importantes de crecimiento y gestionaron en base a ellas: los trabajadores de aproximadamente 35 años han conocido solo incrementos del PBI de 6,1% en promedio (entre el 2002 y el 2013, siendo el mejor año el 2008, cuando crecimos 9,1%). Claro está, todos han vivido, seguramente, las dificultades propias de cada organización, más allá de su tamaño y de la coyuntura económica.
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No quiero decir que estas personas no sabrán gestionar exitosamente, como parte de sus labores en empresas pequeñas o grandes, en épocas de posible menor crecimiento, solo me pregunto si se aprendió y aprovechó adecuadamente esta expansión. Los siguientes años podrían ser de menores tasas, si como desde Día_1 lo han sostenido algunos economistas, no se llevan a cabo las reformas necesarias.
¿Qué aprendieron las empresas en épocas de crecimiento? Aquellas que incrementaron sus ingresos ¿invirtieron, por ejemplo, en capacitar a su personal? ¿En innovar?
Es probable que el crecimiento haya cambiado la estructura de muchas de ellas , hecho que no siempre termina siendo positivo a largo plazo, pues crecer también implica riesgos. Cabe preguntarse: ¿las personas que se contrataron en estos tiempos fueron las adecuadas?¿Son las adecuadas para los tiempos que se avecinan?
Por su parte, el Estado no ha terminado su tarea. Las reformas de los 90 fueron hechas cuando estábamos ‘en la lona’ y si bien los tiempos no son los mismos, pues nuestra solvencia macroeconómica, entre otros aspectos, nos impide compararnos con aquella época, tal vez, una situación de poca certidumbre sobre cómo nos irá en los próximos meses debería empujar al próximo gobierno a completar las reformas inconclusas.
Queda claro que, más allá de los números, se requiere confianza, pues esta puede traducirse en decisiones que sumen al desarrollo, al bienestar y a la sostenibilidad.
Volviendo al inicio, creo que resulta un buen ejercicio preguntarnos si aprendimos del crecimiento, si hicimos cosas que, en tiempos inciertos, se conviertan en aciertos.
Felices fiestas ,
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