El sabor del emprendimiento lo conoce muy bien la familia Mejía, natural de Quillabamba (Cusco), que en un inicio preparaba helados como postres en casa. Luego, vieron que este pequeño negocio podía convertirse en una buena oportunidad de generar ingresos adicionales. A punta de esfuerzo, los dueños de helados Artika empezaron a producir helados artesanales que vendían en cantidades pequeñas en las calles.
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Los hermanos Yolanda, Pedro, Francisco y José decidieron continuar con el legado de la familia. De hecho, como ha contado el jefe de planta de Artika, Juan Heymer Mejía, a este Diario en entrevistas pasadas, el camino inició en 1978 y cinco años después empezó a tomar forma, hasta que en 1992 decidieron trasladarse a Arequipa, la ciudad que los acogió y donde la marca despuntó. Pero no siempre tuvieron el nombre de Artika.
Los hermanos comandaron el salto hacia la ‘ciudad blanca’ con un carrito heladero a inicios de los años noventa ; hoy estos se han multiplicado y cuentan también con dos tiendas propias de Artika cerca a la Plaza de Armas de Arequipa y en un ‘mall’ .
“Del Cusco pasamos a Arequipa, iniciamos con el nombre de Alaska”, nos contó Juan Heymer Mejía, jefe de Producción de Artika y sobrino de Pedro. Con ese nombre fue que se hicieron conocidos y conquistaron el paladar de los arequipeños. No obstante, este nombre también los llevó a enfrentar un proceso judicial que les impidió continuar llamándose de esa manera comercialmente, al coincidir con otra marca ya registrada. Es en ese momento que nace Artika, que mantuvo su color rojo característico.
Con la finalidad de expandirse y seguir creciendo - tras haber ido también a algunas otras ciudades como Huancayo-, los hermanos Mejía miraron hacia la capital en 1997. “Nuestro ingreso coincidió con el Fenómeno de El Niño, por lo que el verano se extendió casi a dos años”, cuenta Mejía.
Sin duda, ello fue propicio para la empresa, que de la mano de sus paletas de ron con pasas, cerveza y sus clásicos chupetes de aguaje, ingresó a la feroz competencia de este mercado y a medirse con los gigantes como D’Onofrio. Por sus precios accesibles, fueron conquistando primero al segmento C y D.
Por ese entonces, producían en un pequeño espacio alquilado en La Victoria. Al cabo de un tiempo, y con mejores márgenes en sus ventas, pudieron abrir su propia planta en Huachipa. Aunque hoy les va quedando chica, han optado por aumentar su capacidad productiva con la modernización de sus maquinarias.
Con el transcurrir de los años, cada hermano se encargó de una operación, de acuerdo al lugar donde se fueron estableciendo. La planta de Lima quedó a cargo de Pedro, Arequipa con Yolanda, Cusco de la mano de Francisco, y la de Piura con José.
Aunque a la fecha se manejan de manera independiente, Juan contó que los hermanos se comunican y están en proceso de modernización para crecer al igual que su planta en Lima. ‘La Rojita’, que cuenta con más de 3 mil exhibidores en la capital, sueña en grande y poco a poco se ha ido diversificando, así como conquistando a nuevos públicos con productos que apuntan también a los sectores A y B. Han apostado, pues, por el impulso cada vez más potente de sus paletas y el formato de litro en algunas tiendas de conveniencia.
De dificultades sabe bien Artika, el juicio por el nombre de su marca, así como competir con los gigantes heladeros que encontró al llegar a Lima- D’onofrio y en ese entonces Lamborghini- fueron solo algunos de los retos que encontró la marca. Unos años después llegaron algunos estragos que causó el Fenómeno de El Niño del 2017 en su planta de Huachipa, y , claro, los embates del COVID-19 en el 2020, que frenó la campaña de verano. La compañía había invertido el año anterior en hacer crecer en 15% su producción con miras a la temporada estival.
Pero esas dificultades fueron parte de su camino y les permitieron labrar el futuro al que apuntan, donde siempre tratan de ver oportunidades de innovación y diversificación. Invirtiendo con cautela.
Hace unos meses, en junio, la compañía- tradicionalmente enfocada en helados- anunció el lanzamiento de Articheese, su propia marca de snacks salados. En este primer momento, se encuentran dos alternativas, los snacks horneados con sabor a queso (clásicos) y los picantes. Según las redes sociales de la marca de la familia Mejía, las ventas se enfocan en Lima a través de aplicativos de delivery.
En total, Artika cuenta con 33 distribuidores en la capital, de los cuales los más grandes son cinco y se encuentran en los distritos de San Juan de Miraflores, Los Olivos y Santa Anita. Hasta el 2020, su ‘market share’ se encontraba en alrededor de 10% de un mercado que mueve, en promedio, S/669,2 millones, de acuerdo a Euromonitor International.