El precio del cobre ha caído en picada por temor a la propagación del coronavirus. En pocos días, ha perdido todo lo avanzado desde el anuncio de un primer acuerdo entre EE.UU. y China.
Esto es un lamentable hecho para el Perú y Chile, principales productores mundiales de cobre, pues una seguidilla de factores exógenos ha frenado el despegue del precio de este metal desde el 2016.
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Cuando el ‘período negro’ después del fin del superciclominero (2011-2016) quedaba atrás, una profunda revisión a las políticas comerciales e internacionales, introducidas por el presidente estadounidense Donald Trump, gatilló dos años de incertidumbre y presión bajista por la disputa con China.
Tras un primer acuerdo, el precio del cobre repuntó, pero la muerte del general iraní Qasem Soleimani (en un bombardeo el pasado 3 de enero) tumbó brevemente el optimismo en medio de crecientes temores de una nueva guerra.
En circunstancias en que esas aguas parecían calmarse, un nuevo brote epidémico: el coronavirus, amenaza con paralizar las economías de China y Asia, en general, inyectando una nueva cuota de pesimismo en los mercados.
Esta secuencia desafortunada de eventos mantiene contenidos los fundamentos que deberían llevar el precio del cobre a una zona más cercana a los tres dólares la libra. ¿Por qué habría de estar más arriba el precio de este metal?
La oferta de cobre no muestra señales de expansión relevantes o confiables. No existen nuevos proyectos mineros ingresando en el 2020, lo que resulta en una capacidad de producción con poca holgura y sujeta a riesgos, tales como el invierno altiplánico, la sequía en Chile, el malestar social en regiones productoras de cobre, los riesgos en el abastecimiento de insumos e infraestructura en el continente africano y las disrupciones laborales (huelgas).
En lo que respecta a la demanda de cobre, la economía china (principal demandante de este metal) ya había tocado fondo a mediados del 2019, esperándose un claro repunte en la segunda parte del 2020. El año electoral en EE.UU. hace presagiar que Donald Trump no se guardará nada para mantener una economía boyante con el fin de lograr la reelección.
La suerte no ha estado de parte del cobre. Aún estamos en el peor momento de la epidemia coronavirus, pero la experiencia del SARS (síndrome respiratorio agudo y grave) en 2002-2003 ofrece una guía: esta golpeó fuertemente a los mercados en su inicio, pero cuando los contagios se estabilizaron, fue seguida por un dinámico rebote del precio del metal rojo.
Es cierto que el coronavirus parece más contagioso que el SARS, pero es menos mortal. Las mayores capacidades y el aprendizaje chino con el coronavirus hacen pensar en una respuesta más efectiva.
Por lo tanto, de no mediar una situación inesperada, debiera ocurrir algo similar a la epidemia del SARS en el 2003, con una recuperación y consolidación del precio del cobre durante la segunda mitad del año.
* Juan Carlos Guajardo es director de la consultora en cobre Plusmining.