La carpa cerró y para muchos ya no volverá a abrir. El arte siempre es una de las últimas ruedas del coche llamado reactivación, pese a la labor sanadora que pueden dar; más aún los circos, que muchas alegrías y risas roban a grandes y pequeños.
Durante este tiempo en pandemia, comenta Estela Paredes, directora de gestión y desarrollo de La Tarumba, su proyección fue modificándose, aceptando el contexto sanitario que ponía en riesgo los recursos que deben cuidar: humanos, financieros y su público.
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Mientras que desde el circo Safari de los hermanos Roque, su representante Ángel Roque, añade que han sido meses muy duros, por lo que, reactivarse es aún más complicado para ellos.
“Para el arte circense, específicamente las familias que nos dedicamos netamente al circo, ha sido un golpe terrible. Nos quedamos varados con todo el circo desinstalado, tuvimos que adaptarnos”, comenta Roque.
A la fecha, ya existe una luz verde para que puedan operar los espectáculos; sin embargo, solo un porcentaje del arte circense ha retornado a las carpas. Según información de APDAYC, al 2019, identificaron unos 39 circos en el país, en tanto, este año serían unos 29 (entre aquellos que realizan funciones presenciales y virtuales). De ellos apenas cuatro utilizan música licenciada este año.
¿Qué sucede con los demás circos?¿Se han reactivado todos? “En estas Fiestas Patrias, varias carpas se han reactivado – con todas las medidas sanitarias establecidas – quisimos participar, pero la Municipalidad de Comas no accedió a nuestra petición de instalación de la carpa”, relata Roque.
El permiso no se dio, según detalla, porque algunas municipalidades de Lima decidieron no aceptar un espectáculo de circo en plena pandemia para evitar conflictos con algunos vecinos.
Paredes de La Tarumba cuestiona que los protocolos no están claros para todos y por ello hay municipios que no quieren dar la licencia o ponen más restricciones.
María Teresa Chirinos Versace, directora de Prodartes Perú SAC y de La Cúpula de las Artes –representantes en Perú del Circo Nacional de Rusia, Gran Circo Privado de Moscú y Compañía Nacional Acrobática de China– calcula que las empresas del sector, como el Circo Ruso, reportan pérdidas entre el 80% y hasta el 100%, ya que cuando terminaba la temporada de septiembre, automáticamente empezaban a preparar la siguiente.
Chirinos y Paredes aseguran que para poder reactivarse necesitan subir el aforo actual. “No podemos trabajar con 40% o 50% de aforo. Necesitamos al menos un 60% para poder resistir”, informa la directora de Prodartes.
La amenaza de una tercera ola en los próximos meses hace mucho más riesgosa la posibilidad de reactivarse. “Nosotros estamos listos, pese a todo el gasto que implica levantar la carpa, pero los mensajes de las reglas no son claros con todas las instituciones que están vinculadas”, relata Paredes.
Dos temporadas sin risas
La temporada de circos va desde julio hasta octubre. El resto del año, según explican los entrevistados, o se preparaban para la siguiente temporada o recorrían el interior del país.
Hoy, con dos temporadas sin poder trabajar, Paredes de La Tarumba, sostiene que abrir y volver a cerrar resta, y no solo financieramente, también en el cuidado de la gente. “Esto es muy fuerte y la herramienta principal del artista es su cuerpo y su mente”.
Calcula una pérdida –por temporada– de entre el 80% a 85% del total de los ingresos anuales. Y las ganancias de los talleres también se han reducido. “Al iniciar las clases virtuales, tuvimos que cobrar menos. Se redujeron las ganancias y haciendo los cálculos no era ni el 7% de lo que representaba antes”, afirma.
Mientras que Roque, del circo Safari, estima una pérdida de entre S/ 200 mil a S/ 300 mil por cada temporada de Fiestas Patrias que no levantaron su carpa.
Por su parte, Chirinos de Prodartes calcula que actualmente solo recaudan entre 20% a 25% de lo que hacían antes de la pandemia. “Este monto cubre mínimamente los costos de producciones sencillas y no las que queremos ofrecer al público”, confirma.
Lo que la pandemia no borró
Tanto Chirinos como Paredes concuerdan en la necesidad de una Ley Nacional del Circo, pues estos artistas no obtienen apoyo y tienen que autogestionarse para seguir en pie. “La gente hace circos en las calles para generar ingresos pero este es un género de arte tan igual como el ballet, teatro, la ópera o la música clásica”, remarca Chirinos.
Los payasos ‘Trompetin’ y ‘Vaso papá’, por ejemplo, cuentan a Día1 que ambos se quedaron sin trabajo con el cierre de los circos y tuvieron que reinventarse.
“Hicimos todo tipo de trabajo. Durante la pandemia, salíamos a las calles a hacer show tipo serenatas infantiles. Nos las buscamos”, comenta ‘Vaso papá’.
Mientras que ‘Trompetin’ asegura que han aprendido nuevas formas de trabajo. Sin embargo, ahora que se abren las puertas de los circos será una oportunidad para restaurar y salir adelante con lo que tanto les gusta “Nuestras vidas poco a poco volverán a ser las de antes: alegrar al público”, confía.
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