La suspensión de la Copa América en Argentina no solo acabó con el sueño de Lionel Messi de consagrarse campeón en casa. La repentina decisión del gobierno de Alberto Fernández de bajarse de la organización tuvo repercusiones en distintos planos económicos y políticos.
Si bien esta postura (anunciada el 31 de mayo) se justificó en la crisis sanitaria por la pandemia del COVID-19, sorprendió el brusco cambio de discurso. Apenas cuatro días antes, los voceros del gobierno decían que Argentina podía acoger a todas las delegaciones. ¿Qué sucedió en el interín?
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Los indicadores epidemiológicos no mejoraron (Argentina registra cerca de 35 mil nuevos casos diarios) y se hizo visible el rechazo popular a la realización del torneo. Según un estudio de Poliarquía, el 70% de los encuestados no estaba de acuerdo con que se organice el certamen. Era un terreno que podía capitalizar la oposición, personificada en Mauricio Macri.
Con la decisión tomada, el alejamiento de la Copa América dejó implicancias económicas que no son menores en una época de restricciones. “Partiendo de la base de que atravesamos el peor momento sanitario de la pandemia, el país pierde una gran chance de posicionamiento global de un torneo que tiene televidentes en más de 160 países”, refiere Agustín Luchtenberg, director de Contenidos del sitio especializado Márketing Registrado.
El contexto actual, marcado por restricciones de circulación y reunión, repercute en que el torneo no sea visto como un negocio redondo. “No iba a ser la Copa soñada, pero algún margen de rentabilidad podía dar”, menciona Bernardo Vázquez, periodista del diario Clarín.
INGRESOS QUE NO SE CONCRETARON
La Conmebol y la organización argentina esperaban que los estadios de las cuatro sedes (Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y Santiago del Estero) albergaran público hasta un 30% de su capacidad total. Esto suponía alrededor de 194 mil entradas. Contabilizados a un valor promedio de ticket, los ingresos totales por boletos se estimaban en unos US$30 millones.
La cifra dista mucho de los US$117 millones y 700 mil espectadores que registró la última edición argentina, en el 2011. “Muchos de los ítems habituales para producir ingresos están visiblemente obstaculizados por la pandemia”, sostiene Luchtenberg. El consultor remarca las dificultades para hacer activaciones con patrocinadores y sponsors que repercutan en mayores ganancias. “Esta edición será una Copa América para la TV”, apunta.
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¿QUIÉN GANA Y QUIÉN PIERDE?
Aún en las condiciones actuales, el flujo de las delegaciones participantes hubiese generado un impacto económico positivo para el sector privado. Empresarios hoteleros, gastronómicos, de seguridad y comerciantes lamentan la suspensión. “Son rubros muy castigados por la pandemia. Si bien el tráfico iba a ser menor al de una edición tradicional, van a sentir el golpe”, sostiene Vázquez a Día1.
En una entrevista radial, Santiago Alsina, presidente de la Asociación Argentina de Hoteles de Turismo Filial Mendoza, dimensionó el impacto. “Era una venta significativa para paliar el momento. En Mendoza íbamos a tener cinco delegaciones. En total era alrededor de US$1 millón de ingresos en servicios hoteleros y de alimentación”, anotó.
La cancelación del torneo dejó truncos los avances que ya se habían hecho en reservas, menús, la preparación de burbujas sanitarias y la logística de traslados en cada una de las sedes. También dejó en el terreno de la especulación la importante inversión estatal hecha en infraestructura con miras al torneo continental.
Los señalamientos principalmente se posaron en el flamante Estadio Único Madre de Ciudades de Santiago del Estero, una de las provincias más pobres del país. El recinto, de 30 mil espectadores, fue construido con el objetivo de exhibirse internacionalmente como sede de la Copa América. La inversión total fue de US$15 millones.
En Córdoba se destinó US$1 millón a la remodelación de tribunas, iluminación y vestuarios del estadio Mario Alberto Kempes. Mientras que en Mendoza ya se habían gastado US$650 mil en modernizar el estadio Malvinas Argentinas. “Si bien son locaciones que se pueden utilizar en la liga local o eventuales sedes de finales, las obras fueron hechas para cumplir con los estándares de Conmebol para la Copa América”, menciona Luchtenberg.
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LA HORA DE BRASIL
Cerrado el capítulo argentino, la Conmebol confirmó a Brasil como nueva sede. Ni las cifras epidemiológicas pusieron trabas a su pretensión. “Tiene que seguir el ‘show’. No hay mucha más explicación. La Conmebol no deja de ser una empresa. Hay que cumplir contratos de televisión, compromisos con ‘sponsors’”, refiere Vázquez.
Según un informe del diario argentino Perfil, la cadena Univisión desembolsó más de US$180 millones para quedarse con los derechos de transmisión. El mismo Alejandro Domínguez, titular de la Conmebol, en el 2019 destacaba la importancia económica del certamen. “Es el único que nos genera ganancias. Con ese dinero podemos financiar los otros torneos continentales”, declaró.
Con la actual edición, el máximo ente sudamericano de fútbol también apunta a proveer de recursos a las federaciones complicadas durante el último año. La Conmebol anunció que entregará US$4 millones a cada selección participante y US$10 millones adicionales a la que levante el trofeo de campeón.
Con mucho capital en juego, Messi, Neymar, Luis Suárez y Paolo Guerrero saldrán a la cancha dispuestos a sumar una estrella más. Aún en crisis sanitaria, la Conmebol sabe que con esas figuras el torneo conserva poder de atracción.
BONNUS TRACK: LOS OTROS NÚMEROS DEL CERTAMEN
La Copa América 2021 tenía como sedes originales a Colombia y Argentina. El certamen fue suspendido en el país cafetero debido a la crisis social que vive hace más de un mes. El ministro de Deportes colombiano, Ernesto Lucerna, reveló que el Estado ya había gastado US$3 millones en los preparativos y que se perdieron más de cuatro mil empleos directos e indirectos con la suspensión.
Según fuentes oficiales, la Copa América 2019, disputada también en Brasil, tuvo ingresos por US$118 millones. Los dirigentes de la Conmebol, que reportó pérdidas por US$14,5 millones en el 2020, son conscientes de que los ingresos ahora serán menores. En ese sentido, el ente deportivo solicitó la exoneración de impuestos al país organizador de la presente edición.
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