El pasado 20 de agosto, el presidente Pedro Castillo visitó el hospital Arzobispo Loayza para inaugurar la “central de oxígeno más grande del país”, como parte de los preparativos del Gobierno frente a la tercera ola de COVID-19.
“Hoy vamos a romper con el monopolio del oxígeno. En este Gobierno, tal como lo hemos mencionado, el oxígeno será un derecho del pueblo”, señaló el mandatario tras develar un cilindro de cuatro pisos de altura al que denominó ‘planta criogénica’, pero que en realidad es un isotanque criogénico
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Es decir, un tanque que no produce si no que almacena oxígeno líquido de alta pureza (98,45% a 99,5%), el cual es suministrado por un puñado de empresas especializadas en criogenia en el país: Linde Perú, Air Products, Southern Copper y Sechura BC.
Más allá de la anecdótica confusión, sin embargo, queda bastante claro el interés del Gobierno por garantizar el abastecimiento de oxígeno a fin de evitar los horrores de la primera y segunda ola de COVID-19.
“Lo que buscamos es cerrar la brecha de la falta de oxígeno en los lugares más alejados del país a través de la compra de plantas generadoras”, explicó el ministro de Salud, Hernando Cevallos, a IDL Radio.
De acuerdo a cifras del Ministerio de Salud (Minsa), el parque de plantas de oxígeno gaseoso o PSA (con 93% de pureza) del sector salud, se ha incrementado de 9 a 336 unidades entre marzo de 2020 y agosto de 2021, de tal manera que hoy está en capacidad de producir 232,94 toneladas por día del preciado recurso.
“En tanto, hay 14 plantas que próximamente entrarán en funcionamiento”, precisa una fuente del ministerio.
¿Será esto suficiente para satisfacer el crecimiento de la demanda de oxígeno en la temida tercera ola de la pandemia?
EL PEOR ESCENARIO
Según estadísticas de la Superintendencia Nacional de Salud (SuSalud), la demanda nacional de oxígeno medicinal ascendió a 74,9 toneladas el pasado 2 de setiembre, un volumen similar al que se registraba antes del primer brote de COVID-19 (60 toneladas).
Para los expertos en salud queda meridianamente claro que este es un momento de pausa antes del embate de la tercera ola, que golpeará con igual o mayor fuerza que la segunda.
De acuerdo al plan de respuesta del Minsa ante la tercera ola, publicado en el gobierno de Francisco Sagasti, el evento dejaría un total de 54.483 hospitalizados y 35.024 fallecidos en un escenario conservador; y un total de 93.177 hospitalizados y 52.536 fallecidos en el ‘peor escenario’.
¿De qué depende que no ocurra esto último? Pues, de que el país disponga de la suficiente provisión de oxígeno medicinal para hacer frente a la creciente demanda.
A la fecha, sin embargo, no se tiene una proyección de cómo se va a comportar esta. “Esa es una deuda del Minsa”, comenta Alicia Abanto, adjunta para la administración estatal en la Defensoría del Pueblo.
Los especialistas convienen, empero, en que la tercera ola de COVID-19 podría igualar o superar el pico de demanda de oxígeno de la segunda ola (510 toneladas diarias).
“Yo creo que la tercera ola nos va a rebasar de nuevo. Estamos mejor preparados que antes, pero eso no va a ser suficiente si vamos a tener déficit de oxígeno en un momento del pico de la nueva ola”, advierte Fernando Jiménez, jefe del Proyecto de plantas de oxígeno de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y la metalmecánica Seralt.
El binomio ha entregado 73 plantas PSA de oxígeno desde julio de 2020, y se encuentra en proceso de fabricar cuatro más a pedido de organizaciones y empresas que “vuelven a demandar estos equipos tras unos meses de silencio”.
De igual manera, Itay Ingber, gerente de Operaciones de la israelí Macrourbe Salud, considera que la demanda de oxígeno va a aumentar como consecuencia de la virulencia de las nuevas variantes de COVID-19 y de los requerimientos de oxigenación de los pacientes infectados en las olas previas.
Sin embargo, precisa que esto no va a conllevar, necesariamente, a más muertes, debido que el 27,7% de la población peruana se ha vacunado y a que los jóvenes han demostrado ser más resistentes al virus.
“El Perú va a requerir más oxígeno, es cierto; pero su situación está bastante mejor porque la anterior era catastrófica”, señala. ¿Es así, realmente?
IMPORTACIÓN DE OXÍGENO
Desde el inicio de la segunda ola de COVID-19, el Gobierno, la academia y el sector privado se han abocado a incrementar la oferta de oxígeno, llevándola desde menos de 400 toneladas diarias hasta un pico de 776 toneladas diarias en junio pasado, según el Minsa.
Han contribuido a ello los aportes de Southern Copper (20 toneladas diarias de oxígeno), la PUCP-Seralt (73 plantas PSA), la Universidad Nacional de Ingeniería (20 plantas PSA), Respira Perú (24 plantas PSA) y las importaciones efectuadas por la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (1.000 toneladas), el proyecto Legado(1.220 toneladas) y los productores criogénicos, como Linde.
En la primera y segunda ola, la transnacional importó 1.400 toneladas de oxígeno procedentes de Ecuador, Colombia, Costa Rica, Argentina y Chile.
“Y ahora tenemos 1.500 toneladas de oxígeno almacenadas en nuestros tanques, que permitirán atender la mayor demanda en la tercera ola, mientras vuelven a arribar las importaciones”, señala Julio Cáceres, CEO de Linde Perú.
Pero no solo eso. El productor criogénico ha efectuado también las gestiones necesarias para contratar 33 isotanques de oxígeno líquido –20 más de los que necesita hoy– con la finalidad de traer el producto cuándo más se le requiera.
Del mismo modo, el Proyecto Legado se encuentra preparado para importar 510 toneladas de oxígeno previamente contratadas con Air Liquide de Chile, las cuales ya no eran necesarias en Perú debido al debilitamiento de la segunda ola.
De acuerdo a Alberto Valenzuela, director ejecutivo del proyecto, se trata de la “reserva que tiene el país” para seguir luchando contra la pandemia del coronavirus.
“Si se nos requiriera, iremos por 960 toneladas más para atender otros hospitales. Para ello, estamos extendiendo el contrato hasta diciembre de este año”, añade.
PLANTAS CRIOGÉNICAS
Adicionalmente, Legado se apresta a completar la entrega de 20 plantas PSA de oxígeno y 14 mil cilindros para hospitales de doce regiones donde el sector privado no llega.
Y, más interesante aun, pretende implementar cuatro plantas criogénicas (de oxígeno líquido) que ha adquirido en el mercado internacional para atender las zonas del país que “presentaron grave déficit de oxígeno en los momentos más álgidos” de la primera y segunda ola.
Dichas plantas serán implementadas en Camaná, Iquitos, Tumbes y Pacasmayo, comenzando en las próximas dos o tres semanas.
Igualmente, la UNI busca poner en funcionamiento otras dos plantas PSA, tras superar ciertos conflictos con el Minsa.
Su objetivo, en línea con lo planteado por el Gobierno, es “salvar vidas, proveyendo oxígeno a los lugares alejados del país, ubicados en zonas urbanas y rurales”, indica Elmar Franco Gonzales, decano de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la casa de estudios.
“Si viene la tercera ola, nos agarra bien parados”, enfatiza Alberto Valenzuela. No hay duda, en efecto, de que estamos mejor preparados que antes de la primera y segunda ola de COVID-19.
Sólo resta ver cómo se comportará el coronavirus y, algo no menos importante, cómo reaccionará el aparato público en esta nueva gestión, caracterizada, no precisamente, por su eficacia.
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