Aunque durante los últimos años se ha hablado con insistencia sobre la necesidad de diversificar la oferta turística del Perú frente al mundo, Cusco sigue siendo el motor del turismo hacia nuestro país. Es el atractivo indispensable, la visita obligatoria de quien aterriza por estos lares, nuestra referencia en las antípodas. Para muestra, un dato: Según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), de los 4,4 millones de turistas nacionales e internacionales que recorrieron el Perú el año pasado, 3,9 millones fueron a la Ciudad Imperial. Es decir, el 89%. Casi todos.
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Así, en lo que a la industria de los viajes respecta, se puede decir que nuestro país es ‘cuscodependiente’. Por lo tanto, todo lo que acontece en el ‘Ombligo del mundo’ repercute notoriamente en el turismo peruano. Por eso, hay preocupación en el sector por la desaceleración de las visitas al icono de este destino en el 2019, Machu Picchu. Nuevamente, de acuerdo al Mincetur, los arribos a nuestra ‘maravilla mundial’ sólo crecieron 0,6% el año pasado, respecto del 2018, alcanzando 1,58 millones de turistas.
La saturación es el principal problema de la ‘Ciudadela inca’, a juicio de Carlos Milla, presidente de la Cámara Regional de Turismo del Cusco (Cartuc). “Como se está gestionando ahora, no va a crecer mucho más”, añade. El ejecutivo apunta que la congestión es también una limitante para el aeropuerto cusqueño Alejandro Velasco Astete, que cerró el 2019 con casi cuatro millones de pasajeros. (Por cierto, cualquier similitud con la situación del Jorge Chávez de Lima no es coincidencia).
¿Cómo se resuelve este ‘cuello de botella’? ¿Cuánto más puede avanzar el ‘Ombligo del mundo’ así? Y, sobre todo, ¿puede crecer el turismo hacia el Perú si el Cusco no lo hace?
El tiempo está justo para encontrar alternativas. Las consecuencias de la desaceleración en la ‘industria de los viajes’ ya se comienzan a ver a nivel nacional. Por ejemplo, el Mincetur refiere (en su página web) que el ingreso de divisas por turismo receptivo (el que corresponde a los viajeros internacionales) cayó 20% el año pasado frente a la temporada anterior, llegando sólo a US$3.904 millones.
Por si fuera poco, en el Cusco hay un nuevo conflicto social en potencia: Carlos Milla señala que en los últimos años se ha estado alimentando una ‘sobreoferta’ de servicios vinculados al turismo en el segmento medio, inversiones –básicamente de cusqueños– que se hicieron sin mayor estudio de mercado y que hoy no están obteniendo los retornos que esperaban. “Se trata de apuestas por hoteles de dos o tres estrellas, casas de hospedaje, ‘vans’ para el transporte público, entre otras, que en lugar de réditos están provocando frustración entre estos empresarios locales, un fiasco condimentado por el viejo (e inflamable) mito de que las trasnacionales se llevan todo”, precisa.
PLAN DE CONTINGENCIA
¿Qué hacer al respecto? Lo primero es extender a toda la noche (o una buena parte) el horario de operación en el aeropuerto Velasco Astete, indica el gerente general de la Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional (AETAI), Carlos Gutiérrez. Hoy ya no existe ninguna restricción para hacerlo.
Luego toca cambiar el modelo de gestión de Machu Picchu, ampliando sus accesos a través de un ‘centro de visitas’ que implemente, por ejemplo, el ingreso por la ceja de selva, como ha propuesto Roger Valencia, ex titular del Mincetur. Actualmente, sólo se llega a la ciudadela por tren o por el Camino Inca, lo que restringe los arribos. Con un nuevo formato, más ‘abierto’, se podría duplicar su número de turistas, según Carlos Milla.
Finalmente, hay que diversificar la propia oferta cusqueña, potenciando rutas como la del ‘Barroco andino’, o atractivos como los de Choquequirao, Quillabamba o la ‘Montaña de siete colores’, sugiere Roger Valencia. Como se puede notar, hay solución, la tarea es comenzar a trabajar antes de que todo implosione.
SIN CHINCHERO: A OPTIMIZAR EL VELASCO ASTETE
Pese a las limitaciones de su infraestructura, el aeropuerto cusqueño Alejandro Velasco Astete ha logrado lidiar con 3,9 millones de pasajeros el año pasado, lo que lo convierte en el segundo más importante del país, después del Jorge Chávez de Lima.
También ha conseguido convertirse en el ‘hub’ de provincias mejor conectado a nivel nacional e internacional, según la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC). Hoy se enlaza con vuelos directos a seis destinos nacionales y cuatro internacionales: Bogotá (de Colombia), Santa Cruz y La Paz (de Bolivia); y Santiago de Chile. La cuenta pendiente es hacerlo con Brasil, aunque las aerolíneas Gol y Latam están trabajando en ello, de acuerdo al ex titular del Mincetur, Roger Valencia.
“Potenciar el Velasco Astete es urgente, porque el (futuro) aeropuerto de Chinchero no tiene para cuando salir”, destaca Fredy Gamarra, gerente general de la Asociación de Hoteles, Restaurantes y Afines (AHORA). No le falta razón, pues –tal parece– hay válidos cuestionamientos a la puesta en marcha de este proyecto. Ante la falta de alternativas, una optimización de la gestión del turismo en el Cusco es el único camino.