La primera reacción que generó la designación de María Antonieta Alva como titular del MEF no me sorprendió. “La niña de Harvard” es bachiller, tiene solo 34 años, es hija de un amigo del presidente, y además, es mujer. Alva parece ser la combinación perfecta de un personaje que da para hablar y comentar ampliamente en épocas de feminismo y machismo acérrimo.
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Una vez pasada esta primera ola de comentarios predecibles –que caerían en saco roto si nuestras observaciones atendieran la meritocracia– llegaron algunos más enfocados en su línea política: si bien tiene experiencia en el sector público y credenciales académicas que la respaldan, Alva construirá a punta de decretos de urgencia la línea económica de su gestión y tendrá que demostrar que sabe decirle “no” al presidente.
Y es que esto último es lo verdaderamente importante. Los siguientes cuatro meses serán cruciales para la flamante ministra, quien ya durante sus pocas semanas frente al MEF, ha estampado su rúbrica en la ampliación de las exoneraciones de la conocida Ley del Libro. Pero, ¿sabemos cuántos decretos de urgencia tiene apilados por firmar? Existen varias iniciativas de corte tributario que deberían aprobarse antes de fin de año. Entre las leyes por vencer se encuentran la que fija la devolución del IGV a las empresas mineras y de hidrocarburos que realizan actividades de exploración, la exoneración del IR a determinadas fundaciones y asociaciones sin fines de lucro y la que exonera del pago de IR a las ganancias de capital en la Bolsa de Valores de Lima.
Paralelamente a estas tareas aún pendientes, el martes pasado la Contraloría General de la República envió al MEF y a la PCM un proyecto de decreto de urgencia para acelerar las obras inconclusas o paralizadas a cargo de los gobiernos regionales y locales. Y, el jueves, se promulgó un decreto de urgencia para impulsar la inversión pública. ¿Cuál será su posición?
Parece ser que el Ejecutivo tiene claro que debe concentrarse en el crecimiento económico. Y, aunque con este panorama dudo que alguien se atreva a pedirle a la ministra Alva una gran reforma económica, con un Congreso disuelto y reducido en sus funciones, existe una alta expectativa sobre lo que se logrará sin la variable “obstruccionismo” en el discurso de gobierno.
El Congreso entrante podrá revisar cada una de las normas que se aprueben en los siguientes meses, eso está claro, pero este es el momento de proponer.
El que mucho abarca, poco aprieta. Concentrarse en temas específicos como la inversión pública y privada, y el cuidado de la ejecución del gasto no sería un mal ni poco ambicioso plan para el MEF de María Antonieta.