Y así, se fue el 2022. Un año en el que no nos quedó tiempo para aburrirnos. La política local nos regaló su cuota infaltable de frenesí, sin la cual pareciera, no podemos vivir. Desde hace ya algunos años, previos a la pandemia, nuestro escenario político local tiene un protagonismo importante en nuestro día a día. Uno se mete a la ducha y al salir tenemos un nuevo presidente. Pero, nuestra historia diaria también ha tomado especial importancia en la región, que nos mira con sorpresa por nuestra tremenda habilidad de seguir adelante con tasas de crecimiento –dentro de todo– saludables, y con una moneda que no termina de caer a los pies de la divisa verde.
Tras una administración paupérrima, y de hecho inexistente del expresidente Castillo, el 2023 debería ser un año en el que estemos en modo reconstrucción. El MEF ya dio los primeros pasos con el anuncio del plan “Punche Perú”, que coexiste con “Impulso Perú”. Así tenemos, empezando este nuevo año, un camino trazado que será largo. A nivel macro, y de manera inmediata, urge trabajar en ayudar a las nuevas autoridades regionales con la ejecución de su presupuesto, y así también, recalcar la importancia de la calidad del gasto. Por otro lado, urge también comenzar a destrabar inversiones, lo que no será posible sin la mejora de la confianza empresarial.
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Adicionalmente, es importante no perder de vista la importancia que tienen los programas sociales en nuestro país, porque si bien han sido criticados y no funcionan del todo como se quisiera, son un apoyo significativo –y en algunos casos, único– de las familias más vulnerables de nuestro país. Trabajar en su fortalecimiento, y/o ampliación es fundamental. La pandemia nos demostró que las bases de datos no son nuestro fuerte, y nos recordó también que la interconexión de la información y las gestiones intergubernamentales son todavía un sueño. Para generar un nivel (superior) de eficiencia, utilizar lo que ya existe y mejorarlo es quizá el camino más lógico y orgánico. Esto, no solo pensando en una potencial nueva emergencia, sino en los adultos y niños que ya son beneficiarios de los programas.
El 2023, además de todo lo anterior, podría ser un año pre-electoral. Otra vez, se encienden los motores de la ONPE, de la RENIEC, de los candidatos, de la campaña...En la medida de lo posible, recarguemos baterías en esta calma previa a la tormenta.