Esta semana Día1 tomo conocimiento de que el Grupo Romero alistaba la compra de la central de generación térmica Samay (Mollendo), uno de los dos componentes del nodo energético del sur (el otro es la central Ilo, perteneciente a Engie).
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Esta semana Día1 tomo conocimiento de que el Grupo Romero alistaba la compra de la central de generación térmica Samay (Mollendo), uno de los dos componentes del nodo energético del sur (el otro es la central Ilo, perteneciente a Engie).
Según las fuentes consultadas, sólo faltaría cerrar algunos temas administrativos para que la venta del activo de Kallpa se cierre convenientemente.
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La noticia causó extrañeza porque en el sector eléctrico se espera desde hace un tiempo la venta de Kallpa, pero en bloque y no por partes.
De acuerdo a una fuente consultada, lo venta en bloque no se estaría verificando porque, probablemente, puede “ser demasiado grande” y el espectro de postores que pueden digerir ese tamaño es muy reducido.
“Partiendo el proceso por etapas debieran generan mayor demanda”, explicó un especialista en energía que prefirió mantener el anonimato.
La otra gran pregunta que se levanta de esta transacción es: ¿Para que querría el Grupo Romero un activo que solo despacha energía de forma esporádica?
Y es que la central de Samay, al igual que su contraparte de Ilo, sólo produce energía (en este caso, a diésel) cuando el sistema lo requiere.
Esto es, cuando centrales de otras tecnologías, llámense hidroeléctricas o térmicas, no pueden despachar electricidad por diversos motivos, como viene ocurriendo en días recientes por la escasez de lluvias en la sierra y los problemas de congestión del ducto de gas de TGP.
De acuerdo a Arturo Vásquez, experto en energía, una razón por la cual Romero querría comprar Samay es porque todas las reservas frías garantizan ingresos mensuales a su operador bajo el paraguas de la Ley 29970.
“Esto quiere decir que las centrales duales a diésel reciben un pago del sistema eléctrico. No son elefantes blancos. Son centrales de reserva fría que reciben una retribución del sistema eléctrico a través de un peaje en el sistema de transmisión”, explica.
Anthony Laub, socio de LQG, apunta que el negocio hace sentido porque la posesión de Samay garantiza “un flujo de caja neto, mensual, que se comporta como un bono”.
“Además, si el Grupo Romero quiere aprender el manejo de plantas eléctricas esta es la mejor ruta porque, al tratarse de una central que solo despacha en emergencias, le da todo el tiempo del mundo para aprender del negocio”, agrega.
Cabe mencionar que la compra de Samay abre también otras posibilidades para el Grupo Romero, como la de implementar un complejo marítimo de regasificación para alimentar de gas natural a Samay, aprovechando la proximidad del puerto de Matarani.
Lo cual implicaría, ciertamente, traer el gas de Melchorita (Chincha) o de alguna planta de licuefacción fuera del país, en vez de Camisea.
Cabe señalar que las centrales Samay e Ilo fueron construidas para servir de ancla al Gasoducto Surperuano, proyecto que duerme el sueño de los justos desde hace más de cinco años.
Ambas centrales están diseñadas para dejar de ser reservas frías y convertirse en centrales a gas natural una vez que reciban suficiente suministro de alguna fuente lo suficientemente grande.
Kallpa comenzó a operar la planta de 708 MW en mayo del 2016 tras invertir US$ 400 millones.
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