Se atribuye a Ahmed Zaki Yaman, legendario ministro de petróleo de Arabia Saudita, la premonitoria frase: “La Edad de Piedra no terminó por falta de piedras. Del mismo modo, la edad del petróleo no terminará por falta de petróleo”.
Cuando Zaki Yaman acuñó este enunciado no se avizoraba todavía el boom de los vehículos eléctricos y las energías renovables, tecnologías que, por primera vez en la historia, están restando participación de mercado al petróleo y al gas natural.
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De acuerdo al World Energy Outlook 2022, este proceso de transacción se prolongará por varias décadas. Es decir, tiempo suficiente para seguir aprovechando nuestras reservas de gas natural y masificar su uso entre la población. ¿Pero, y si no fuera así?
RESERVAS A PIQUE
Hasta el 2016 el Ministerio de Energía y Minas (Minem) estimaba que había gas natural en el Perú para 33 años de consumo. Cinco años después ya no hablaba de 33, sino de 24 años. Y desde el 2022 habla de un horizonte de 21,5 años. ¿A qué se debe este retroceso?
La explicación radica en la persistente caída de las reservas probadas de gas natural o gas económicamente recuperable, el cual se ha contraído de 16,1 trillones de pies cúbicos (TCF) en el 2016 a 9.7 TCF en el y 2020, es decir, un retroceso de 31,9%.
Esto, como consecuencia de su creciente consumo, aunado a la degradación de las reservas del lote 58 (2,08 TCF). Esto, en un contexto de casi inexistente actividad exploratoria, que ha impedido reponer los volúmenes de gas consumidos.
“El problema es que nadie explora. Yo soy optimista. Sé que el Perú alberga mucho petróleo y gas, pero tenemos que encontrarlo. Son varios años que no se perfora un solo pozo exploratorio, y cada día hay menos reservas. Esa es la realidad”, anota Víctor Sanz, vicepresidente del Instituto Peruano de Ingenieros de Gas y Petróleo (IPIGP).
Las cifras son elocuentes. Según Perú-Petro, la inversión en exploración de hidrocarburos se ha empequeñecido hasta casi desaparecer, desde un pico de US$946 millones en 2012 hasta US$3,19 millones en 2021.
Al mismo tiempo, los contratos vigentes para exploración y explotación de petróleo y gas han caído de 80 a 31. No extraña, por tanto, que las reservas probadas de gas natural se reduzcan a ojos vista.
No obstante, la fotografía que nos presenta el Minem pertenece al 2020, último año del cual se tiene información en el libro de recursos.
“Eso quiere decir que, si actualizamos las reservas probadas al 2022, no tendremos 9,7 TCF sino 8,5 TCF, considerando un consumo anual de 0,584 TCF”, apunta Freddy Morales, presidente del IPIGP.
Esto significa menos gas, pero también un menor horizonte de años de producción y consumo. ¿De cuántos años menos estamos hablando?
VENTANA DE 15 O 16 AÑOS
En los últimos días, dos asociaciones de profesionales petroleros han señalado posibles errores en la metodología empleada por el Minem para calcular el índice de autonomía de reservas (IAR) de gas, es decir, el tiempo que demorarán en ser consumidas las reservas probadas a la tasa de producción corriente.
En opinión de ambas asociaciones, este horizonte debería de ser fijado en 15 o16 años y no en 21,5 años, como estima el ministerio.
Por ejemplo, la Asociación Peruana de Profesionales de Hidrocarburos y Energía (APHE) es clara en señalar que el Minem yerra al asumir que la producción de gas será constante a lo largo del tiempo.
“Lo cierto es que la producción va a seguir creciendo, y nosotros asumimos que aumentará 2% anualmente, considerando la crisis política y el escenario económico. Esto significa que las reservas probadas de gas serán menores que lo estimado por el Minem, y eso da para 15 o 16 años”, señala William Navarro, ingeniero de reservorios y socio de la APHE.
El especialista precisa que esta es una proyección conservadora, considerando que la producción de gas natural creció 7%-10% anualmente al inicio del proyecto Camisea y 3,5% en los años previos a la pandemia de COVID-19.
El Instituto Peruano de Ingenieros de Gas y Petróleo (IPIGP), llega a parecida conclusión, pero con otro acercamiento.
De acuerdo a Víctor Saavedra, socio del IPIGP, el Minem distorsiona el IAR porque obvia en sus estimaciones la reinyección de gas natural, equivalente a 400 millones de pies cúbicos diarios. Es decir, cuando utiliza la producción fiscalizada (1.200 millones de pies cúbicos diarios) como base de sus cálculos.
“Lo correcto sería calcular los resultados en función de la producción total de Camisea (1.600 millones de pies cúbicos diarios). Si el Minem hiciera esto el horizonte de reservas equivaldría a 14 o 15 años en promedio: 9,8 para el lote 56 y 16,2 para el lote 88″, refiere.
¿Qué significa esto para el esfuerzo por masificar el gas natural en el país?
PROYECTOS DE GAS
Para Víctor Saavedra, este es un llamado de alerta que nos dice que “es muy arriesgado desarrollar nuevos usos y proyectos para el gas natural, como es el caso del gasoducto sur peruano”, más aún, cuando el soporte de las reservas probadas – vale decir, las reservas probables y posibles –es “muy débil”.
De acuerdo a Navarro, el horizonte de producción de gas natural con la inclusión de las reservas probadas y posibles aumentaría a 18 o 19 años.
Por esta razón, Eleodoro Mayorga, ex ministro de Energía y Minas, aconseja abordar esta problemática con una visión de más largo plazo, esto es, considerando no solo las reservas probadas y posibles de gas, sino también los recursos contingentes, “de los cuales hay más de 5 TCF” en el Libro de Recursos.
“Si a esto sumamos, además, los recursos prospectivos, y nos limitamos a emplear el gas natural en nuestro mercado interno, tendremos gas para 100 años”, apunta.
Saavedra pronostica, por el contrario, un declive sostenido en la producción de gas en Camisea por su sobreexplotación y continua reinyección en un contexto en el cual no se reponen las reservas consumidas.
A su entender, esto derivará en el agotamiento de las reservas probadas del lote 56 hacia el año 2032, lo cual traerá aparejado “el fin del negocio de exportación de gas”.
Tras ello, agrega, sobrevendrá un declive en las reservas de gas del lote 88, hasta que llegará un momento (en 2035-2036) cuando estas se caerán porque “ya no habrá capacidad energética en los yacimientos”.
“En ese punto se acabará también la industria de fertilizantes (si acaso llega a implementarse) porque la producción de Camisea se contraerá a 600 millones de pies cúbicos diarios de gas, volumen insuficiente para atender a todos los consumidores (industriales, plantas térmicas y parque automotor)”, precisa.
La APHE es más optimista. De acuerdo a Ronald Egúsquiza, ex CEO de Petrotal y asociado de la APHE, todo eso ocurrirá solamente si “no hacemos nada y todo se queda todo como está”.
SOLUCIONES CREATIVAS
Algo que se puede hacer, anota Egúsquiza, es construir el SIT Gas (gasoducto sur peruano), medida que permitiría “movilizar de 3 TCF a 5 TCF de gas natural” que hoy están detenidos en la selva sur.
Pero también, y más importante, es explorar y perforar más pozos exploratorios, lo cual es “la mejor manera de sacar a la superficie las reservas probadas”, remarca Víctor Sanz.
De acuerdo a la APHE, esto se puede lograr adoptando ‘acciones creativas’.
La idea, explica Navarro, es posponer la exploración en ‘zonas de frontera’ o nuevos proyectos, porque su desarrollo costará muchos años de esfuerzos debido a la engorrosa tramitología.
“Para que un nuevo lote de gas entre en producción se necesitan 15 años de trabajo”, advierte Federico Seminario, exgerente de exploración de Pluspetrol.
Debido a esto, la APHE aconseja explorar las áreas en donde ya se ha demostrado que existen recursos de gas, como es el caso de los horizontes profundos de Camisea, esto es, debajo de las reservas conocidas.
A entender de Navarro, la exploración de estos objetivos podría rendir reservas probadas de gas por 2 o 3 TCF en cinco o seis años, esto, “siempre y cuando se tome acción inmediata”.
Es decir, siempre y cuando se negocie nuevos términos con el Consorcio Camisea, pues “al tratarse de pozos más profundos, su desarrollo será más complicado y las inversiones también”, añade Egúsquiza.
Perú-Petro, por su parte, aboga por explorar áreas con más potencial, como Madre de Dios, donde hay 22,46 TCF de gas y 205 millones de barriles de líquidos en recursos prospectivos.
En última instancia, sentencia Saavedra, se podría plantear abastecer solo al mercado interno. Es decir, olvidarnos de la exportación, lo que alargaría considerablemente el horizonte de producción a 40 o más años.
Esto, si no se hace nada por reactivar la exploración. Como ocurre actualmente.