El hidrógeno ha propulsado a la humanidad hasta la Luna y contribuido a nutrir a la creciente población mundial a través de la producción de fertilizantes (amoniaco). Ahora, se perfila como un recurso clave para descarbonizar el planeta, gracias a su condición de combustible con alto poder calorífico pero inocuo con el medio ambiente.
Tal es lo que ocurre con el hidrógeno verde, rótulo que se da al hidrógeno obtenido a partir de la electrolisis del agua (H2O) con fuentes de energía renovable (solar y eólica).
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Hablamos de una tecnología disruptiva por cuanto modifica la forma en la cual se produce tradicionalmente el hidrógeno. Esto es, mediante procesos químicos que involucran el uso de combustibles fósiles, como el carbón (hidrógeno marrón), el petróleo (hidrógeno gris) y, sobre todo, el gas natural (hidrógeno gris o azul).
Y es que, como bien señala José Castillo, consultor senior de la firma chilena Hinicio, “el hidrogeno de todos los colores es la misma molécula, lo que los diferencia es la tecnología asociada a su producción”.
Dentro de este este abanico de colores, los países y las empresas están optando por las tecnologías que les permitirán cumplir con sus compromisos globales de descarbonización.
IMÁN DE INVERSIONES
Así, la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) estima que la oferta mundial de hidrógeno verde se incrementará desde su nivel corriente, de 0,7 millones de toneladas (Mt), hasta 523 Mt en el 2050, un desafío que requerirá una inversión de US$170 mil millones. Y el Perú, claro está, busca obtener una parte de estos beneficios.
Muestra de ello es el reciente ofrecimiento del ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, instando a la comunidad internacional a invertir en energías renovables e hidrógeno verde en nuestro país. Esto, como una forma de contribuir al fortalecimiento de la transición energética y a la reducción de las emisiones de carbono en el marco del escenario Net Zero al 2050.
“Aquí ya tenemos una empresa de hidrógeno verde que está trabajando (Pheland Green Energy) y hay otra más agresiva, llamada Horizonte Verano, que quiere invertir más de US$10 mil millones para producir una cantidad de energía mucho mayor que Pheland”, indicó el ministro en Tv Perú.
Por lo que se sabe, Pheland planea construir una planta de hidrógeno verde en Arequipa con una inversión de US$2.500 millones. Su objetivo, al igual que Horizonte Verano, es producir amoniaco verde para su exportación.
Juntos, ambos proyectos suman el nada desdeñable monto de US$12.500 millones. Estos no son, sin embargo, las únicas iniciativas de hidrógeno verde en el horizonte.
CARTERA DE PROYECTOS
La Asociación Peruana de Hidrógeno (H2 Perú) refirió a Día1 que Antamina se encuentra prospectando el uso de dicho energético, y que otro tanto ocurre con la cementera Yura (Grupo Gloria), empresa que acaba de anunciar un proyecto de hidrógeno verde por hasta US$22 millones.
Se trata de una iniciativa que permitirá reducir su huella de carbono a partir del 2025.
Del mismo modo, H2 Perú ha mapeado el interés de Peru LNG y Marubeni (Japón) por construir una planta de hidrógeno con bajas emisiones en Chincha. Esto, con el objetivo de producir metano sintético (e-metano) para su exportación a partir del 2030, siempre y cuando los estudios resultan viables.
Adicionalmente, la Agencia Internacional de Energía (IEA) ha identificado un proyecto de hidrógeno verde en el sur del Perú.
Su proponente, la estadounidense Mmex Resources, busca producir hidrógeno, amoniaco y metanol para su exportación a Asia y a la costa occidental de EE.UU., pero sin descartar su posible venta a las compañías mineras del sur del país.
Y es que el hidrógeno verde tiene una gran oportunidad de desarrollo en el Perú gracias a la minería, sector que demanda energía limpia de manera urgente para cumplir con sus compromisos globales de descarbonización, apunta Jeremy Martin, vicepresidente de energía y sostenibilidad del Instituto de las Americas.
¿Dadas estas expectativas, cuándo podrían concretarse los grandes proyectos anunciados por el Minem?
LOS OBSTÁCULOS
H2 Perú estima que iniciativas como las de Pheland y Horizonte Verano podrían demorar entre 18 y 36 meses para alcanzar una decisión final de inversión, y entre 24 a 36 meses para ser construidos, lo que hace un total de hasta 72 meses de espera.
“Tomando en cuenta todo esto, los proyectos que están en mayor avance de desarrollo podrían iniciar operación comercial a partir del año 2028″, apunta Daniel Cámac, presidente del gremio.
Esto, en caso de que dichos proyectos logren luz verde para su financiamiento. Las estadísticas al respecto son elocuentes.
Según estadísticas de Hinicio, solo el 10% de los anuncios de inversión de proyectos de hidrógeno verde y azul en el mundo han alcanzado una decisión de inversión.
Los principales impedimentos para ello, de acuerdo a la consultora, son la incertidumbre por la demanda, asociada al elevado precio del hidrógeno verde y, sobre todo, la falta de incentivos estatales para hacer viables los proyectos, incluyendo la construcción de plantas de energía renovable para realizar el proceso de electrólisis.
“Lo que falta es el impulso de políticas energéticas para dar seguridad a estas inversiones”, subraya Jeremy Martin. ¿Qué está haciendo el Perú al respecto?
LEY DEL HIDRÓGENO VERDE
Nuestro país cuenta desde marzo del 2024 con una Ley de fomento del hidrógeno verde (Ley 31992), la cual declara de interés nacional a esta materia prima y otorga una serie de beneficios económicos y tributarios para su producción, transporte, comercialización y exportación.
Sin embargo, la norma ha suscitado el descontento de los promotores de las energías renovables por la forma en la cual define al hidrógeno verde.
Esto es, como a “un vector energético producido con tecnologías de baja emisión de gases de efecto invernadero”. Es decir, como una materia prima que puede ser producida no solo con energía solar y eólica, sino también con energía hidroeléctrica, a gas natural y con biomasa.
Para la Sociedad Peruana de Energías Renovables (SPR) se trata de una apreciación errónea pues no respeta la clasificación internacional del hidrógeno verde, la cual define a este como el hidrógeno obtenido mediante electrólisis del agua con energías renovables
Para H2 Perú se trata, sin embargo, de una decisión acertada, debido a que “la clasificación por colores del hidrógeno está siendo desplazada a nivel mundial por la evaluación del nivel de emisiones en el ciclo productivo de dicha materia prima”.
Marco Sanjuan, director de innovación de Promigas, sostiene que esto tiene mucho sentido debido a que la mayor parte de los componentes renovables que se utilizan en el proceso de electrólisis (por ejemplo, los paneles solares) son fabricados en China, país que tiene una matriz energética conformada en 55% por el carbón, combustible muy contaminante.
Pero no solo eso. Sucede también que esos componentes se transportan por vía marítima en barcos que utilizan búnker (derivado del petróleo) y se desembarcan y trasladan en camiones que suelen utilizar diésel, es decir, en medios de transporte que liberan mucho carbono a la atmósfera.
En tal sentido, Sanjuan advierte que tanto la Unión Europea como EE.UU. están poniendo más énfasis en el nivel de emisiones que en el color del hidrógeno. “Por eso, nuestro mensaje es que países que recién están empezando este recorrido (como el Perú) no deben volverse tan taxativos en la manera en la cual definen el hidrógeno”, manifiesta.
¿COLORES O EMISIONES?
En efecto, José Castillo refiere que los subsidios del gobierno de EE.UU. a esta materia prima (hasta US$3 por kilogramo) están asociados a la intensidad del carbono emitido durante el ciclo de producción del hidrógeno.
“En este caso, los incentivos no están restringidos al empleo del hidrógeno verde, sino que se extienden a cualquier tipo hidrógeno que tenga una intensidad de carbono por debajo de los 4 kilogramos de dióxido de carbono por kilogramo de hidrógeno”, refiere el consultor.
Resultado de ello, anota, es que entre mayo del 2022 y enero del 2023 los proyectos de hidrógeno limpio en EE.UU. crecieron exponencialmente y “la inversión asociada a ellos se duplicó”.
Por tanto, H2 Perú considera que nuestro país no puede privarse de emplear recursos como el gas natural, la biomasa y la energía hídrica como “vías para producir hidrógeno de bajas emisiones que permitan satisfacer la demanda de esta sustancia e implementar una transición energética justa y responsable”.
En esa línea, Eduardo Ramos, experto en energía y socio del estudio MOAR, llama a definir al hidrógeno verde según su umbral de emisiones, en vez de por el color. Esto, para “no crear un arcoíris” en la regulación peruana de este vector energético.
“Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en nuestra economía es el fin supremo, no discutir por una paleta de colores”, apunta.
Al cierre de esta edición Día1 supo, sin embargo, que el Gobierno habría decidido ya ‘corregir’ la definición del hidrógeno verde contenida en la Ley 31992, a fin de excluir de los beneficios de la norma a todas las tecnologías que no sean fotovoltaicas o eólicas.
Esta determinación se haría efectiva en las siguientes semanas a través de la publicación de un decreto legislativo, en virtud de las facultades solicitadas al Congreso de la República meses atrás.