Lograr que el 60% de los trabajadores sean formales en el 2021, como lo ha ofrecido el presidente Pedro Pablo Kuczynski, es una meta muy ambiciosa. El Perú no puede apuntar hacia el desarrollo arrastrando consigo la informalidad, aquella que si bien es la única alternativa, algunas veces, de las personas para hacerse de un trabajo, perjudica a todos; a los que están en ella y a los que no lo están.
¿Qué es lo que hace al Perú un país informal? ¿Qué incentivos podrían ser eficientes para lograr la formalización? No creo que alguien conozca la respuesta a ciencia cierta, además, esta debe ser tan compleja como la solución. Lo cierto es que la informalidad es uno de nuestros mayores problemas y temo que sus raíces son más profundas de lo que parecen. Y es que ella está en muchos de nosotros, incluso en aquellos que no somos, en términos económicos, informales. ¿Acaso no somos informales cuando llegamos tarde a un lugar o al decir “así no más” cuando se nos pregunta si queremos un recibo por nuestras compras? ¿No somos informales cuando nos pasamos la luz roja, cuando no presentamos a tiempo una tarea en el colegio o el trabajo, o cuando no cruzamos la calle con nuestros hijos por el crucero peatonal o cuando lo hacemos por debajo de un puente? ¿No somos informales cuando detenemos a un taxi en luz verde en vez de esperar la roja? No creo que se trate de falta de educación, pues hay mucha gente educada que hace todo lo anterior. Se trata de tomar conciencia.
Ser conscientes de ello va a requerir de un trabajo arduo: cambiar nuestro pensamiento, nuestra forma de interactuar. Pero eso debe ir de la mano con lograr instituciones que inspiren el respeto de la población, pues solo así se puede sentir al Estado como uno presente y ejemplar; aquel que respeta las normas y las hace respetar. El ciudadano debe poder confiar en los poderes públicos. Cuando estos no cumplen su labor fomentan un mercado que funciona al margen de las estructuras formales. Necesitamos un Estado que conecte con sus ciudadanos. Claro, a esta tarea hay que sumar medidas aterrizadas -el tiempo dirá si las planteadas por el presidente Kuczynski funcionan-, pues lograr la revolución social que el mandatario ha anunciado es inviable con 2 de cada 3 peruanos trabajando de manera informal. Apuntar a menores desigualdades, así, no es viable.