Para mejorar la calidad de la educación pública en el Perú no basta con los esfuerzos que realice el Ejecutivo. La legislación peruana confiere una alta responsabilidad en este sector a los gobiernos regionales (Gores).
La extitular del Ministerio de Educación (Minedu) y directora de Care Perú Marilú Martens señala que los Gores se encargan de contratar a los docentes, y de cubrir y de pagar los servicios básicos de las escuelas. Asimismo, deben cumplir con fortalecer las capacidades de las escuelas, así como realizar programas de capacitación para los docentes.
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También tienen la tarea de distribuir a los colegios el material educativo que el Minedu entrega a las Unidades de Gestión Educativa Local (UGEL), que están bajo mandato de los Gores.
En infraestructura, Martens indica que los Gores tienen la facultad de hacer actividades e implementaciones de infraestructura.
Al respecto, Álvaro Henzler, presidente Ejecutivo de Mosaico Lab Creativo, indica que las regiones más exitosas en el sector educativo son aquellas que reconocen que tienen ciertas limitaciones y buscan apoyo en el sector privado para potenciar las tareas que la ley les ha asignado.
El ROL DE LAS EMPRESAS
Henzler menciona que para tener una educación de calidad se necesita tener, sobre todo, dos cosas: maestros que generen aprendizaje en los estudiantes y crear un clima escolar junto con la comunidad que sea estimulante para el alumno.
No obstante, Henzler señala que el apoyo del sector privado para mejorar la calidad de la educación pública no debe centrarse solo en algunos aspectos.
“Hay que invertir en todo pero con foco. Cuando digo todo me refiero a desde inicial hasta educación superior. Y con foco porque es mejor estar en un lugar específico, donde la empresa cree que puede aportar más valor”, indica Henzler.
Para Martens, las alianzas entre los sectores público y privado tienen muchos beneficios para la educación. Uno de ellos es que favorecen a la innovación en el sector educativo.
“La innovación implica que puedan haber equivocaciones y dentro del sector público hay limitaciones en ese aspecto”, precisa Martens.
Otro beneficio es que las compañías pueden ayudar a agilizar ciertas gestiones que en el sector público suelen demorar por la burocracia o falta de capacidades.
“Un ejemplo de ello es la distribución de materiales, ya que los gobiernos regionales tienen dificultades para llegar a ciertos lugares alejados. Los privados que tienen buenas cadenas de suministros podrían ayudar a las regiones a hacer el traslado”, indica Martens.
MECANISMOS DE INVERSIÓN
Para invertir en la educación en las regiones, Martens y Henzler señalan que existen algunos mecanismos.
El primero es obras por impuestos, que usualmente es empleado para proyectos de infraestructura. También puede servir para programas de desarrollo de competencia de docentes.
Este mecanismo permite a la empresa privada financiar y ejecutar proyectos de inversión pública, con cargo a deducir la inversión del Impuesto a la Renta.
“La empresa privada, previa conformidad del avance de obra o ejecución total del proyecto, recibe un certificado emitido por el Tesoro Público, por el monto de la inversión correspondiente, el cual será usado para pagar el Impuesto a la Renta para pagos a cuenta o para la declaración anual”, según el portal de ProInversión.
Un ejemplo de empresas que usan esta modalidad es la minera Antamina en Áncash, que invierte en infraestructura, en la mejora de la educación básica y en dar mayor acceso a estudios superiores.
Una segunda opción, menciona Martens, son las asociaciones público privadas (APP), que son modalidades de participación de la inversión privada en la cual se incorpora experiencia, conocimientos, equipos, tecnología y se distribuyen riesgos y recursos, preferentemente privados.
Mediante las APP, según ProInversión, se busca crear, desarrollar, mejorar, operar o mantener infraestructura pública, así como proveer o prestar servicios públicos que requiera brindar el Estado. También se pueden desarrollar proyectos de investigación aplicada o de innovación tecnológica.
Una tercera opción, menciona Henzler, es hacer una fundación con un fondo de dinero propio o a la que la compañía le destina un porcentaje de sus utilidades.
En esta modalidad hay algunos casos interesantes como la Fundación Wiese, la Fundación Romero, la Fundación Belcorp, la Asociación Los Andes de Cajamarca (ALAC) y Pikimachay”, comenta Henzler.
Una cuarta opción es realizar una donación colectiva. Es decir, entre varias compañías aportan a un fondo común. Este mecanismo suele ser empleado por algunos gremios empresariales.
La quinta es invertir en startups tecnológicas, cuyos objetivos es dar herramientas que permitan mejorar el proceso educativo.
Un estudio del Banco Mundial encontró que por cada dólar invertido en infraestructura y equipamiento de escuelas primarias, el rendimiento escolar aumenta entre 1,8 y 1,9 puntos porcentuales.
¿CÓMO INTERVENIR?
Existen cuatro modalidades de impacto, según Henzler, que las empresas pueden emplear para invertir en la educación regional. “Se les conoce como las cuatro T: territorial, temático, tecnológico y transformacional”, precisa.
La territorial es cuando la empresa quiere trabajar en un solo territorio. “Pueden colaborar con la escuela, la Ugel, la dirección regional de educación, los estudiantes, la comunidad o los profesores”, explica Henzler.
La modalidad temático es cuando la empresa se focaliza en un nicho en el que destina todos sus recursos. Un ejemplo de esta modalidad es el proyecto “Maestro que deja huela” realizado por Interbank.
Zelma Acosta-Rubio, vicepresidenta de Asuntos Corporativos de Interbank, explica que “Maestro que deja huella” es una iniciativa social que busca reconocer la labor de los docentes de escuelas públicas, quienes con innovación y creatividad implementan nuevas formas de enseñanza dejando una huella positiva en sus alumnos, padres de familia y comunidad.
La tercera modalidad es tecnológico. Esta ayuda a mejorar la calidad de enseñanza y de aprendizaje mediante nuevas herramientas digitales.
“Check, por ejemplo, es una startup que está en varios colegios públicos y privado. Lo que busca es reemplazar los libros de textos que todos los años compran los colegios por contenidos digitales que se adaptan a la currícula de cada escuela y que se pueden encontrar en una aplicación. Esta plataforma se actualiza permanentemente, es más barata y dinámica”, dice Henzler.
La cuarta T, transformacional, consiste en que las empresas inviertan en las organizaciones que trabajan con un grupo de personas en varias fases del ciclo educativo.
En la modalidad transformacional, un ejemplo es Care Perú. Esta organización, que cuenta con más de 30 aliados, se enfoca en trabajar por la igualdad de oportunidades para niñas, adolescentes y mujeres con el fin de romper el círculo de pobreza y lograr la justicia social en nuestro país.
“El proyecto es una subvención del Minedu en la que trabajamos con 115 escuelas en zonas rurales en cuatro regiones del Peru. El objetivo es contribuir al bienestar de los y las estudiantes y garantizar impacto significativo en el logro de sus aprendizajes, sus habilidades socio emocional, trabajando también con los directores, docentes, padres de familia y agentes de la comunidad”, menciona Martens, directora de Care Perú.
COMPETITIVIDAD
Invertir en educación, según el Banco Mundial, debe ser una prioridad de todos los países por el impacto que tiene en la competitividad de sus sociedades y, en consecuencia, en las empresas que operan en estos territorios.
En el ránking de competitividad global 2019 del Foro Económico Mundial (FEM), el Perú ocupó el puesto 69 entre 141 países. Uno de los 12 pilares evaluados fue el de “habilidad”, que está estrechamente ligada a la educación de los ciudadanos. El Perú se ubicó por debajo de la mitad de la tabla en ese ítem, en el puesto 81.
Para hacer una radiografía de la competitividad al interior del país, el Instituto Peruano de Economía (IPE) elabora cada año el Índice de Competitividad Regional (Incore), en el que evalúa seis indicadores. Uno de ellos es educación.
De una evaluación del 0 al 10, el Incore muestra que 18 de 25 regiones tiene una calificación menor a 5 puntos. Asimismo, en 10 departamentos, más del 50% de colegios de educación básica no cuentan con todos los servicios básicos (acceso a electricidad, agua y desagüe).
Yulia Valdivia, analista del IPE, señala que el nivel educativo es un indicador líder para saber cómo será la productividad de la población de una región en los próximos años y que, por tanto, debe ser de interés del sector público y privado.
“La competitividad está directamente relacionada con el nivel educativo de una región, ya que genera mayor producción y mayor consumo. Una población educada tiene mayores ingresos al ser empleada en sectores más productivos”, indica.
OTROS BENEFICIOS
Los líderes de la organización Business Roundtable, que reúne a los presidentes ejecutivos de las 181 corporaciones más grandes de Estados Unidos, publicaron en el 2019 una declaración en la que asumen un cambio de visión radical en el objetivo de sus corporaciones. ¿Cuál era el motivo? Asegurar el éxito empresarial en el largo plazo.
Los ejecutivos acordaron que el principal propósito de sus empresas ya no estaría centrado solo en la maximización de los beneficios de los accionistas, como lo venían haciendo desde hace más de 20 años, sino también en favorecer a los empleados de las compañías, a sus clientes y a las comunidades en las que operan.
A su turno, Henzler señala que la inversión en la educación es la principal forma para construir comunidades y naciones sostenibles y prósperas.
“Creo que todo el sector privado tiene un rol moral con la educación, pero también económico y sostenible. Económico y sostenible porque es la única manera de tener ciudadanos competentes y con las habilidades del futuro. Las empresas que invierten en educación siempre tienen retorno muy importante”, destaca Henzler.
En esa línea, Antamina indica que cuando sus proyectos generan condiciones favorables para la participación del Estado, comunidades y sociedad civil, mejora también la percepción del incremento del bienestar y calidad de vida de la población y eso facilita el desarrollo de sus operaciones presentes y futuras.
Por último, Henzler menciona que hay una serie de estudios que demuestra que los colaboradores de una empresa se siente más a gusto y más involucrados cuando sus empresas trabajan en asuntos sociales y educativos.
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