En los últimos 30 años, el país ha gozado de una estabilidad macroeconómica que ha redundado en bajas tasas de inflación y alto crecimiento en promedio. Como consecuencia, se ha experimentado una clara tendencia de desdolarización al registrar cada vez menores porcentajes de créditos y depósitos en dólares. Más aún, en los últimos meses, el programa de Reactiva Perú ha acelerado esta desdolarización.
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AÑOS DE INESTABILIDAD
Desde mediados de la década de 1970, malos manejos en la política monetaria generaron una creciente inflación que, finalmente, en el período 1988-1990, se convirtió en una hiperinflación con una tasa promedio de 3.307%. Con la moneda local –el inti– perdiendo valor rápidamente, el dólar empezó a cobrar cada vez mayor relevancia como medio de pago, depósito de valor y unidad de cuenta.
Otras economías de la región, como Chile y Brasil, también experimentaron una alta inflación en dicho período, sin llegar a dolarizarse tanto como el Perú, debido a la disponibilidad de opciones financieras que reconocían esta realidad. En contraste, en el Perú existía una política de tasas de interés máximas, por lo que los bancos no podían ofrecer productos de ahorro que protegieran a la población de la inflación. Al respecto, un estudio del economista Adrián Armas (del BCRP) documenta que las tasas de interés fueron menores a la inflación durante casi todo el período comprendido entre 1976 y 1989.
Una economía altamente dolarizada supone riesgos tanto a nivel individual como para la economía en su conjunto. Movimientos abruptos del tipo de cambio pueden dejar en situación de vulnerabilidad a las familias, a las empresas y al sector financiero, al tiempo que la capacidad de acción e impacto de la política pública es mucho más limitada.
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A partir de la década de 1990, el Perú inició un proceso de desdolarización sustentado en la fortaleza macroeconómica y el desarrollo del mercado financiero en moneda nacional. Un entorno macroeconómico sólido –con una política fiscal independiente del BCRP, tipo de cambio flotante e inflación bajo control– redujo la demanda y dependencia por dólares. En el 2002, de hecho, el BCRP adoptó el esquema de metas explícitas de inflación. Desde entonces, la inflación promedio anual ha sido de 2,6%, una de las tasas más bajas de América Latina y similar a las de los países que adoptaron el dólar como su moneda oficial.
EL EFECTO REACTIVA
Recientemente, el programa Reactiva Perú ha contribuido a la dinámica de desdolarización. Desde su lanzamiento en mayo, los créditos en moneda nacional crecieron a una tasa de doble dígito, mientras que los créditos en dólares presentaron tasas negativas. Así, la dolarización de los créditos pasó de 26,2% en abril de este año a 21,8% en agosto.
Las bajas tasas de interés ofrecidas por este programa han permitido mayores colocaciones de crédito empresarial en moneda nacional. Por ejemplo, la tasa activa en soles para las grandes empresas se redujo de 5,6% en abril a 3,5% en setiembre de este año, mientras que para las microempresas pasó de 33,1% a 7,2% en el mismo período. Por el contrario, entre abril y setiembre, las tasas activas en dólares se incrementaron de 4,7% a 4,9% para las empresas grandes, y de 6,6% a 6,8% para las medianas.
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Esto cobra especial relevancia al considerar que los créditos empresariales –de grandes y medianas empresas– presentan una mayor tasa de dolarización, en relación con los créditos a personas. De este modo, la dolarización de los créditos a empresas pasó de 38% a 29% entre abril y agosto de este año, mientras que la de los créditos a personas se mantuvo en 8%.
ESTABILIDAD MACROECONÓMICA
A pesar de recientes incrementos, la estabilidad macroeconómica ha permitido que el tipo de cambio en el país presente uno de los comportamientos más estables de la región.
En el contexto de incertidumbre generado por la pandemia de COVID-19 y las tensiones políticas entre el Ejecutivo y Legislativo, el tipo de cambio en el Perú aumentó 9% entre enero y setiembre de este año. Esto se encuentra por debajo de los incrementos registrados en México (17%), Colombia (18%) y Brasil (40%) en el mismo período. Sin embargo, la demanda por dólares seguirá siendo una alternativa en la medida en que la percepción de inestabilidad política se intensifique.
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