Levante la mano el país que haya tenido un intento de disolución de su parlamento, una vacancia, un presidente detenido por su propia seguridad en menos de cinco horas, y un tipo de cambio que, ese día, terminó la jornada relativamente estable.
La política peruana en los últimos días le daría a cualquier guionista suficiente material para tener nuestro propio “Borgen”.
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El acto suicida de Pedro Castillo es un hecho tan real maravilloso como los que alegan que habría que analizar el estado psicológico del hoy expresidente detenido al momento de leer el mensaje a la Nación. Mas bien, es importante seguir poniendo la lupa en las conversaciones previas a la toma de esa decisión y a ese ‘petit comité’ que le aconsejó perpetuar el acto golpista.
Lo cierto es que este intento de pasar por encima de la Constitución fue ejecutado de manera pobrísima, torpe, ilusa. Es gracias a ello, y a la rápida reacción de otras instituciones del Estado que la transición a la era Boluarte fue tan rápida, como lo dijo la politóloga Gabriela Vega. Pero, el futuro sigue siendo una preocupación.
Nombrar al primer Gabinete dará inicio a la luna de miel de la que goza (casi) cada gobierno entrante. La pregunta es cuánto durará, pues no son pocos los frentes que atender. El 2023 no será un año auspicioso. El gobierno tiene una deuda importante con la política laboral, debe cerrar el tema de la urea este mes, deberá tener un ojo en la inversión pública a la que este movimiento político-navideño no le hace bien. Y, un largo etcétera.
Con la era Boluarte inicia una nueva temporada que tendrá sus propias dificultades. Su perfil es muy distinto al de Castillo. Supo dialogar, negociar y esperar. Sin ser una tremenda estratega, al menos es más cauta, y tiene algo más de olfato propio y sentido de supervivencia. Su aterrizaje en Palacio de Gobierno no ha llegado sin negociaciones previas, y a diferencia de Vizcarra, no se le atribuye –al menos masivamente– una traición. ¿Llegará a cumplir su objetivo de quedarse hasta el 2026?
Aunque decir que “el Perú siempre es y será más grande que sus problemas”, vivir en democracia en nuestro país significa estar en permanente estado de alerta.