Hace cinco días, el Ministerio de Energía y Minas (Minem) publicó el Libro Anual de Recursos de Hidrocarburos 2018, documento (con un año de retraso) que revela la última fotografía de los volúmenes de petróleo y gas de que disponemos.
En la nota de prensa que acompañó dicho anuncio, el Minem destacó el saludable incremento de 1,7% en las reservas probadas de petróleo, que suben a 345 millones de barriles. Sin embargo, obvió mencionar un hecho alarmante: que las reservas probadas de gas natural cayeron 17,6%, acumulando un descenso de 34,1% desde el 2016.
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“Las reservas probadas de gas natural se han estimado en 10,6 TCF, que, comparadas con el 2017, disminuyeron en 2,27 TCF [trillones de pies cúbicos]”, señala el documento elaborado por la consultora Gestum Total.
Según el especialista en hidrocarburos Aurelio Ochoa, se trata de una “caída brutal” que “tendría que hacer reaccionar a Perú-Petro”, agencia responsable de promover las inversiones en petróleo y gas.
¿Pero a qué se debe este descenso de 34,1%, equivalente a 5,5 TCF?
EL GASODUCTO DEL SUR
En el 2017, la consultora Gestum –encargada de elaborar el libro anual de recursos de ese año– reajustó a la baja las reservas probadas de gas natural, de 16,1 a 12,9 TCF (-3,2 TCF).
Para ello dio tres razones: el consumo anual de gas (0,45 TCF), la reestimación de las reservas probadas de los lotes 56 y 88 (0,76 TCF) y, sobre todo, la degradación de las reservas probadas del lote 58 (2,08 TCF) a la categoría de “recursos contingentes” (no extraíbles comercialmente).
En consecuencia, el lote 58 cuenta con “cero reservas probadas” de gas natural. Pero eso no significa que el gas se ha evaporado.
“El gas existe allí abajo, pero sin las condiciones que le dan valor comercial. Es un tema conceptual asociado a la ausencia de gasoducto”, explica Gustavo Navarro, exviceministro de Energía y socio director de Gas Energy.
En efecto, Gestum consideró que la paralización del gasoducto sur peruano (ocurrida en el 2016) privaba al lote 58 del único medio para evacuar su producción futura de gas, por lo que procedió a ‘degradar’ sus reservas probadas.
REESTIMACIÓN DE RESERVAS
La falta de infraestructura (gasoducto) fue el principal determinante en la caída de las reservas probada en el 2017.
La razón principal en 2018 es otra. “La reestimación de los volúmenes en base al ajuste en el modelo de simulación de los campos Pagoreni [lote 56] y Cashiriari [lote 88]”, explica Gestum. Esto representa una caída de 2,25 TCF.
Según el Minem, se trata de un reajuste generado por la adopción de una nueva metodología para estimar con menos incertidumbre las reservas de gas en los lotes 56 y 88.
Sin embargo, la magnitud del descenso (2,25 TCF) suscita preocupación.
EL CASO DE BOLIVIA
“Esto hay que tomarlo con cautela porque vemos que se están desinflando las reservas de gas, ya no por falta de infraestructura, sino por una revaluación”, señala Ochoa.
El especialista recuerda lo ocurrido con Bolivia, que años atrás se ufanaba de tener la segunda reserva de gas natural más grande de Sudamérica, con cerca de 50 TCF.
Sucedió a ello una revaluación, cuando Evo Morales accedió al poder, que dio como resultado una caída de las reservas a 9,97 TCF.
Para no tener sorpresas a futuro (el libro anual del 2019 aún no se publica) Ochoa aconseja que Perú-Petro contrate a una empresa certificadora de prestigio internacional, para que revalúe las reservas de gas natural en el Perú.
“De lo contrario podríamos recibir un baldazo de agua fría, como sucedió con Bolivia”, apunta.