La pandemia nos ha obligado a querernos de lejitos y a tener que esperar para celebrar en grande momentos especiales como los matrimonios que, como dice la ‘wedding planner’ Carla del Castillo, “es el día más importante para una pareja con la ilusión de llegar al altar”.
MIRA: El ‘boom’ de los cursos de corta duración en línea: ¿Cómo ha crecido la demanda en startups e institutos?
Pero también es el evento más importante para todos los negocios que están detrás de las bodas y cuyos ingresos diarios dependen de ellas.
En este grupo está Liset Díaz (38), dueña de la tienda Velo de Ángel, quien desde hace 14 años trabaja en el Palacio de las Novias (Galería Virrey de Santa Fe)del centro de Lima. Desde que reabrió su tienda en julio, los días han pasado lento . De los 15 bouquets que vendía al mes, ahora apenas salen uno o dos. Para innovar, ha lanzado mascarillas con pedrería para ese día especial.
“Aunque no parezca, sí se están realizando algunas bodas: civiles, pocas y muy íntimas, para las fotos”, cuenta Liset. Ella se adapta ofreciendo accesorios (como bouquets, muñecos para torta,tocados, entre otros) más pequeños y sobrios.
En efecto, en Lima, se registraron 413 matrimonios en Reniec durante el mes de julio. Seis veces menos que en un escenario normal.
“Sabemos que somos el rubro que se reactivará al final, por eso nos estamos reinventando con las mascarillas para novias y haciendo accesorios también para otras ocasiones que nos pidan”, relata Liset, quien junto a su hermana se esfuerza por poner y quitar aplicaciones al gusto del cliente cada día.
La pandemia tomó por sorpresa al negocio familiar, pero luego del ver pasar el segundo mes de cuarentena vio rápidamente sus opciones de reinvención y puso mayor interés a las redes sociales.
Dificultades y empuje
Yanira Nuñez (32), hija de la dueña de Novias Charito, una de las tiendas más antiguas del Palacio de las Novias, cuenta que los tres meses sin ventas por la cuarentena no fue la única dificultad que atravesaron. Yanira reabrió el local a mediados de julio con todo el ímpetu y la intención de reforzar su presencia digital, pero a los pocos días se enteró que tenía COVID-19. Tuvo que cerrar un mes y medio más.
Volvió a abrir su tienda el 4 de septiembre y, desde ese día, ha empezado a cerrar algunos pocos contratos para bodas del 2021 y a confeccionar vestidos para matrimonios civiles, que no era lo central de su negocio. “No llueve pero gotea. Antes podíamos entregar 15 o 20 vestidos para venta a la semana, ahora la mayoría son para alquiler y para civiles, que tienen un menor precio”, señala. Eso no la detiene, ya trabaja en los nuevos diseños para la próxima temporada y en tomas las fotos para potenciar las redes sociales..
El punche que la caracteriza, asegura, viene de familia. Confía en que vendrán tiempos mejores.
Unas tiendas mas allá, en el Jirón Huallaga, encontramos a Daniel Ramírez, fundador de la marca de ternos Daniel Vercchelli. Con 17 años en el mundo de la alta costura, logró abrir dos tiendas en el centro de Lima y en San Isidro hace una década. Esta última tuvo que cerrar sus puertas a causa de la pandemia, pagar el alto alquiler cuando no hay ingresos la hizo insostenible.
Daniel recuerda que en los buenos tiempos solía vender entre 30 y 40 ternos por semana. Dado que las grandes ceremonias - y las fiestas - están en pausa, casi todos los clientes reprogramaron sus entregas y otros aún no tienen fecha. En tanto, de a pocos, están recibiendo algunos clientes nuevos con miras a casarse en el 2021 y otros para bodas prontas. La semana pasada pudo vender cinco trajes, la semana anterior a ella apenas uno. Los precios, menciona, han tenido que bajar.
Para reactivarse en los tiempos que corren, han lanzado mascarillas de tela y sacos de protección, con el e-commerce como aliado para darlos a conocer y no perder el contacto con el cliente.
Pero la virtualidad tiene ciertos límites en el mundo de las bodas, los novios conocen a la marca y preguntan a través de las redes sociales o los canales de e-commerce, pero siempre quieren el lugar físico para tocar, probar e ilusionarse.
Al otro lado de Lima, en Miraflores, Renzo Tori, representante la casa de novias Rosa Clará, cuenta que en el caso de la marca todas las entregas han cambiado de fecha. En un inicio, para julio, agosto o fin de año, pero conforme avanzó la pandemia, las pasaron para el próximo año, más allá de abril y mayo.
“Las ganas de casarse están y se van a seguir dando matrimonios conforme vayan cediendo las restricciones, veremos petite comités”, proyecta Tori. En su caso, mantienen las pruebas de vestidos previa cita y han adaptado los probadores para el distanciamiento social necesario.
Aunque gran parte de sus clientas han pasado sus fechas de matrimonio, sostiene que conoce que algunas novias han mantenido fechas y realizado bodas íntimas con acompañamiento virtual, por alguna situación personal.
Giros y transformación
En el Palacio de las Novias, hoy con pasillos más silenciosos, conocimos también a Edith Norabuena, dueña de Jazmine Collection, bordando a contrarreloj para entregar algunos vestidos. Con alta precisión daba puntadas para adaptar uno de ellos, ya listo para ser lucido en una ceremonia glamorosa, para una boda civil y más íntima por pedido de la novia.
Norabuena cuenta que para adaptarlo debe quitarle las enaguas y algunos detalles. Ha empezado a ver una reactivación desde agosto y eso la entusiasma.
Anghy Anastacio (36), quien posee dos tiendas de Mi bella quinceañera, lleva muchos años especializada en vestidos de fiestas y para quinceañeros, y no se imaginó que una pandemia pudiera paralizar sus planes. Ahora trata de reactivarse innovando también con la confección de vestidos de novias. Apenas empezó esta semana, pero ya trabaja en el catálogo con diseños propios, que servirán de guía para las novias.
“Nuestra especialidad son los vestidos para quinceañeros, pero como la venta está baja estamos entrando a la rama de los vestidos de novias, más casuales, para bodas civiles”.
Bodas versión reducida
Aunque las bodas civiles e íntimas se están dando de manera aislada, las bodas de ensueño con fiestas de gran despliegue, las que sueñan los novios para su gran día, no verán la luz hasta que se supere la pandemia. Eso lo sabe bien la ‘wedding planner’ Carla del Castillo, que ha tenido que repartir las 65 bodas programadas entre el 2021 y 2022, además de apoyar a cada pareja ante los cambios. Unas pocas desertaron. Las bodas virtuales, asegura, no son una opción para ella, pero sí las ‘microweddings’, o bodas más pequeñas, con menos invitados y de menor precio para captar a nuevos clientes.
“Este iba a ser un buen año, teníamos programadas 65 bodas. El 85% se ha reprogramado para el 2021 y las demás para el 2022”.
En ese camino también está Mercedes Koechlin, de Meche Koechlin Eventos. La mayor cantidad de bodas programadas para el 2021-que suelen tomar un año de organización- tienen ahora menos invitados por la incertidumbre de lo que pueda pasar. Si antes eran de 200 o 300 invitados, ahora son la mitad o hasta menos.
Mientras estos eventos estén paralizados, Mercedes- junto a sus dos hijos- ofrecen catering por delivery bajo la marca MK Deli para eventos por zoom para empresas y otros momentos íntimos. También han entrado a la elaboración de muebles para casa. Desde abril se apresuraron a hacerlo y a mover las redes sociales con ambos rubros para adaptarse a la nueva normalidad.
Aunque ya empiezan a tomar nuevos pedidos para matrimonios, saben que hoy “es una utopia hablar de eventos”.
TE PUEDE INTERESAR
- Airbus sobre los vuelos internacionales: “Lo ideal es que los protocolos de todos los países estén alineados”
- Reactiva Perú: Faltan colocar S/5.200 millones y plazo para dar garantías vence este mes
- Minería: ¿Cómo agilizar obras de servicios básicos en la zona de influencia de un proyecto?
- Crédito Mivivienda: Plazo máximo para financiar compra de inmueble se extendió de 20 a 25 años
- Exportadores peruanos generaron compromisos comerciales por US$ 5,7 mlls. en Salón del Cacao y Chocolate
- Tipo de cambio: ¿Qué impacto ha tenido el alza del precio del dólar en las exportaciones peruanas?
- Glovo vendió su operación en América Latina a la alemana Delivery Hero por US$ 272 millones