Claudia Inga Martínez

Los últimos cuatro años han sido más que retadores para la empresa peruana Maderera Andina, en buena cuenta por el efecto que provocó en su negocio la pandemia del COVID-19, pero también por la nueva dinámica de consumo que se está dando en su industria, una actividad económica en la que llevan casi cinco décadas (las cumplen en el 2024).

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Así lo explica a Día 1 el gerente general de esta compañía, Aldo Palacios. “Estos han sido años de muchos cambios. Contrariamente a lo que vimos en otros sectores, la emergencia sanitaria provocó un incremento importante en nuestras ventas de madera entre el 2020 y hasta el 2022, debido a que la gente decidió remodelar sus casas, dado que la gran mayoría hizo ‘home office’. Este año, en cambio, ese hábito de consumo ha cambiado”, explica el ejecutivo.

Este 2023, entonces, ha tenido que lidiar con lo que se podría llamar el efecto ‘pos pandemia’, debido a que la demanda se ha reducido respecto de los períodos anteriores: la gente ya no realiza refacciones en el hogar, ya que ha vuelto a pasar más tiempo fuera. “Han bajado los requerimientos de muebles, por ejemplo”, detalla Palacios.

Además de esa circunstancia, la competencia en este rubro tiene que convivir ahora con un incremento en la oferta, dado que los problemas logísticos que afectaron el comercio internacional y la importación de madera al Perú, en los años previos, marcados aún por la pandemia, retrasaron los pedidos de los jugadores de este mercado, y hoy, que por fin arribó el producto, deben operar en medio de una “inundación de madera en el mercado, lo que termina afectando y reduciendo los precios”, anota el ejecutivo.

Aldo Palacios, gerente general de Maderera Andina, señala que post pandemia, ha bajado los requerimientos de muebles.
Aldo Palacios, gerente general de Maderera Andina, señala que post pandemia, ha bajado los requerimientos de muebles.

PLANTA EN LURÍN Y VENTAS

Una de las razones por las que supo sacar provecho del incremento de la demanda en los años anteriores fue porque, a diferencia de gran parte de la competencia, sí tuvieron ‘stock’ para comercializar, gracias a que cuentan desde el 2015 con una planta de producción industrial de 20 mil metros cuadrados, en Lurín.

“Contamos con una capacidad de almacenaje muy grande, y tenemos importantes proveedores, que además son forestalmente responsables”, refiere Palacios.

Gracias a esta planta, la compañía ha logrado desarrollar ampliamente su negocio de parihuelas, o ‘pallets’ (que son productos utilizados para manipular y almacenar diversos tipos de materiales, ideales para el uso en el transporte de pequeños y grandes volúmenes), y que capta el 60% de sus ventas, atendiendo, principalmente, al sector agroexportador, y al que le sigue su línea de madera de pino importada, con el 40%, cerrando con su línea de tableros, que capta el 5%.

Vale detallar, apunta su vocero, que Maderera Andina tiene básicamente el 50% de la importación formal de madera de pino en el Perú.

Maderera Andina supo sacar provecho del incremento de la demanda en los años anteriores.
Maderera Andina supo sacar provecho del incremento de la demanda en los años anteriores.
/ DIEGO MONTOYA

PLANES Y NUEVAS LÍNEAS DE NEGOCIO

De cara al 2024, cuando se reactiven y recuperen las ventas en esta industria, la empresa espera potenciar su línea de negocios de , que debería representar el 5% de sus ventas el próximo año.

“Este es un mercado que va a explotar porque está muy alineado con la construcción sostenible. De hecho, ya se está usando mucho en mercados como Chile, Estados Unidos y Europa. Ya hay buena cantidad de proyectos que usan vigas y columnas de madera laminada, que reemplazan el concreto y el acero por este insumo”, finaliza Palacios.


INFORMALIDAD EN EL SECTOR
La informalidad en la comercialización de madera en el Perú es tan grande que ni siquiera SERFOR tiene números claros sobre cuál es el tamaño de este mercado, entre formal e informal.

“Ni siquiera lo puede cuantificar y, por ejemplo, el pino de Cajamarca, en el norte del país, es tan informal que se reparte al 50/50, es decir, con la mitad operando en la informalidad”, apunta Aldo Palacios. “No hay control”, revela.

La informalidad en la comercialización de madera en el Perú es tan grande que ni siquiera SERFOR tiene números claros sobre cuál es el tamaño de este mercado, entre formal e informal.


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