(Ilustración: El Comercio)
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Alek Brcic Bello

La confirmación del triunfo de ha traído de todo menos seguridad respecto a cómo se perfila su futura administración. De poco sirvió que el ahora presidente electo prometiera en Twitter que tras la proclamación del Jurado Nacional de Elecciones haría anuncios oficiales sobre lo que se debería esperar del gobierno del . En los días que siguieron a la oficialización del JNE, Castillo siguió manteniendo un total hermetismo sobre quiénes lo acompañarán en su primer gabinete.

Esto, a pesar de que el pasado martes el secretario nacional de Perú Libre, Richard Rojas, manifestara desde la puerta de la casa donde reside el futuro presidente en Lima que ese mismo día se conocería a los integrantes del gabinete ministerial. “Hoy mismo vamos a hacer un comunicado y se les va a hacer llegar a cada uno. En el transcurso del día les vamos a hacer llegar el informe exacto”, explicó Rojas a los periodistas. El día pasó y ningún documento fue remitido.

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Quien sí se pronunció, en cambio, fue . Esto sin importar que durante la campaña el ahora mandatario electo Castillo prometiera que el exgobernador regional sentenciado por corrupción y jefe del partido no formaría parte del Estado en un eventual gobierno suyo.

Tan relevantes han sido las declaraciones de Cerrón que fue por esa vía que nos enteramos de que Daniel Salaverry encabezaría el equipo de transferencia en el sector Vivienda. También confirmamos que Roger Nájar era la propuesta de Perú Libre para liderar el Consejo de Ministros.

Sus palabras, además, parecen tener especial impacto entre distintas personas cercanas a Castillo, a quienes no parece importar la promesa que hizo el futuro presidente durante la campaña.

Para muestra, en una entrevista publicada en Exitosa, el vocero en temas de salud de Perú Libre, Hernando Cevallos, señaló que a pesar de que Castillo “ha señalado públicamente varias veces que en su equipo de gestión de gobierno no estaría Vladimir Cerrón”, él sí necesita de sus opiniones “en los temas técnicos”.

No contento con ello, en otra entrevista publicada en este Diario, agregó: “Me dijeron: ‘pero es corrupto´. ¿Qué tiene que ver? Yo no soy juez, soy un médico que está aportando desde el punto de vista técnico”.

Junto a Cevallos también se han pronunciado a favor de Cerrón otros miembros del equipo técnico como Julián Palacín (quien cree que el exgobernador regional es víctima de una campaña de difamación) o integrantes de Perú Libre como Jorge Spelucín (quien considera “poco racional” que se pida apartar a Cerrón del entorno de Castillo).

¿Y ante estos temas el inminente jefe de Estado ha sido firme en recordar su ofrecimiento y deslindar públicamente de Cerrón? Para nada. Más bien se reunió con él la semana pasada para discutir detalles del futuro gobierno. También se vio al exfuncionario de Junín en la entrega de credenciales del JNE el último viernes.

Con todo esto, quizá valdría la pena regresar unos pasos para revisar las palabras de Castillo y confirmar que lo que realmente anunció en mayo era que a Cerrón no lo vamos “a ver ni siquiera de portero en ninguna de las instituciones del Estado”. Y es que, como la política peruana es un terreno de sombras y juegos de semántica, quizá el énfasis siempre debió estar en el verbo que acompañaba a ese mensaje.

Porque si algo hemos aprendido en este país, es que no se necesita ver a alguien en un puesto público para saber que está moviendo los hilos dentro del aparato estatal. Y que más bien son varias las personas que han estado en el oído de jefes de Estado al momento de tomar decisiones cruciales sin contar con un cargo oficial.

Desde cantantes hasta asesores políticos, el tema es que cada vez que eso salió a la luz vino con un terremoto político del que los entonces involucrados no se pudieron recuperar. Y eso que en ninguno de los casos anteriores se trató de un condenado por corrupción como ahora.

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