El 17 de mayo de 1851 iniciaba su actividad la línea ferroviaria entre Lima y el Callao. Financiada por capital británico, hacía uso de tecnología británica y vinculaba a Perú como los flujos comerciales del Imperio Británico. Este hecho era una prueba clara de una opción estratégica: Perú se internacionalizaba en un sistema que giraba en torno al Reino Unido. En otras palabras, se jugaba de acuerdo a un conjunto de reglas auspiciadas desde dicho país.
Algo más de 183 años más tarde, Perú como economía, y las empresas peruanas como actores relevantes se enfrentan a una disyuntiva similar: ¿de acuerdo a qué conjunto de reglas se puede o debe jugar? Hace 50 años la opción era igualmente clara: se debería jugar de acuerdo a las reglas impulsadas desde los Estados Unidos.
Hoy, sin embargo, la opción es múltiple: ¿reglas estadounidenses o reglas chinas? Y en unos 15 años la opción, quizás, sea triple al entrar en juego un nuevo actor emergente: la India.
Todo actor con ambición de potencia económica que desea vincular a otras hace uso de cuatro fuerzas de ligadura para hacer dominante su sistema de reglas: la primera de ellas son los flujos de materias primas y energía. En segundo lugar, los flujos financieros y de capital. En una tercera posición se hayan los intercambios de bienes y servicios. Y finalmente, no puede olvidarse el flujo de tecnología que asume la forma de estándares tecnológicos.
La intensidad de estos cuatro flujos va a definir las opciones disponibles para Perú y sus empresas en los próximos años. De forma simple, las tres opciones disponibles van a ser: vinculación preferente, ajuste dinámico y campeón regional.
La opción de vinculación preferente significa aceptar de forma privilegiada el conjunto de reglas generado por una de las grandes potencias económicas. Esta opción replicaría, siglo y medio después, la opción seleccionada por Perú en 1851. Los riesgos son evidentes, la dependencia puede dar sorpresas como se demostró en la posición británica en la Guerra del Pacífico.
La opción de ajuste dinámico implica seleccionar de forma muy precisa con qué potencia se vincula y a través de que fuerza de ligadura. Ello implicaría por ejemplo que Perú vinculara su flujo de materias primas de forma preferente con China, pero que su flujo financiero se orientase hacia Europa, el estándar tecnológico fuera estadounidense, y su flujo de mercancías o servicios se priorizara en relación con la India.
Y finalmente, Perú puede plantearse una tercera opción: la de convertirse en un campeón regional capaz de modular las reglas competitivas en su región circundante. Para ello serán necesarias capacidades demográficas y económicas, y un ingrediente básico: la voluntad de serlo. Aunque esta opción puede parecer extraña, permítanme una reflexión final: Perú ya es un campeón regional en el ámbito gastronómico a resultas de una combinación única de capacidades y ambición. Esta opción es posible.