Con rapidez inusual, el presidente Pedro Castillo atajó la nueva crisis que se venía gestando en el Gobierno como consecuencia de la negativa del gerente general de Petro-Perú, Hugo Chávez, a dejar el cargo, pese a los cuestionamientos en su contra y al rechazo a su gestión mostrado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
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