En las antípodas del convulsionado sur, en las regiones petrolíferas del norte del país, la industria de hidrocarburos busca reactivar sus alicaídas inversiones aprovechando la aparente calma y las demandas de empleo y cierre de brechas de gran parte de su población.
Muestra de ello, el entusiasmo con el que la ciudadanía de Talara acogió el anuncio presidencial de que varios lotes petroleros, circundantes a la nueva refinería de Talara, pasarán a manos de Petro-Perú.
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“Los lotes petroleros I, VI-VII y Z-69 (Z-2B) serán nuestros, del estado peruano”, manifestó la presidenta Dina Boluarte en su discurso inaugural de la nueva planta de producción de diésel del complejo refinero, el pasado 2 de febrero.
Se trata de lotes de hidrocarburos cuyos contratos vencen este año y cuya titularidad anhela la petrolera estatal con el fin de proveer de crudo barato (de bajo costo) a su nueva refinería de Talara, mega-obra de más US$5.300 millones.
“Los lotes petroleros I, VI-VII y Z-69 (Z-2B) serán nuestros, del estado peruano”,
Dina Boluarte, presidenta del Perú
Juntos, los cuatro lotes mencionados, aportan una producción diaria de 9.116 barriles de petróleo, esto es, el 23% del total nacional según cifras de Perú-Petro a enero del 2023.
Pero estos no son los únicos proyectos a lo que Petro-Perú aspira. En su horizonte estaría el lote X, campo petrolero que produce 11 mil barriles diarios de crudo y cuyo contrato expira el próximo año.
Y también varios lotes de hidrocarburos en la selva, abandonados por sus operadores privados, pero que siguen contando con un interesante potencial, quizás mayor que el de los lotes talareños.
LOS LOTES LORETANOS
Principal aspiración de Petro-Perú desde hace una década es lograr su ingreso al lote 192 (Loreto), otrora principal productor de petróleo del país.
De hecho, la estatal esperaba sellar su ingreso formal a este proyecto en febrero, mes señalado para la firma del contrato de transferencia con su contraparte, la agencia de hidrocarburos Perú-Petro.
El Ministerio de Energía y Minas (Minem) acaba de informar, sin embargo, que la suscripción del importante convenio se aplazará hasta marzo.
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“En menos de cuatro semanas firmaremos el contrato del lote 192 por el bien de la región Loreto”, indicó Carlos de los Santos, director general hidrocarburos, en el “Foro nacional de reactivación petrolera en la región Loreto”, desarrollado en Iquitos.
Entre tanto, el Gobierno alista planes aún mayores para la petrolera estatal. Fuentes del sector hidrocarburos confiaron, en efecto, a Día1, que el Minem viene trabajando activamente para viabilizar la transferencia de más lotes loretanos a Petro-Perú.
Es el caso del lote 8, abandonado por Pluspetrol en enero de 2021, y del lote 67, en trance de abandono debido a los problemas sociales y económicos que enfrenta su operador, la franco-vietnamí Perenco.
Roger Grandes, director de Prospectiva Amazónica, estima que la reactivación de los lotes 8 y 192, aunado a los planes de desarrollo de los demás lotes loretanos (67, 64 y 95) depara “posibilidades de producción de petróleo bastante importantes” en la selva norte.
“En Loreto hay aproximadamente 237 millones de barriles de crudo (en reservas probadas y probables). Si todo eso se explota, podríamos producir un promedio de 32.438 barriles de petróleo diarios (bpd) durante un periodo de 20 años, es decir, tres veces lo que se produce hoy en día”, señala el especialista.
Veinte años, considera Grandes, es el umbral para la producción de petróleo en Loreto, a la luz de los compromisos globales de adecuación al cambio climático y del vencimiento del contrato del lote 95, de Petrotal (2041), que hoy sostiene el esfuerzo productivo en la selva norte.
¿Puestos en este punto, cabe preguntarnos: cuál son las fortalezas y riesgos que enfrenta la industria petrolera para sacar adelante estos proyectos?
MALAS Y BUENAS NOTICIAS
Víctor Sanz, profesor de geología de la UNI y ex gerente de exploración de Petro-Perú está convencido de que existe mucho gas natural y petróleo en todo el país: en Camisea, donde las reservas gasíferas “apenas han sido picoteadas”, y también en la sierra, en regiones hoy convulsionadas como Ayacucho y Puno.
Es el caso de la zona sur de Madre de Dios, que se “pega al lago Titicaca”, la cual “está repleta de petróleo”.
No sólo eso, el geólogo también asegura que es posible describir shale gas en Talara, pues “allí las lutitas (rocas sedimentarias) contienen gas natural”.
¿Por qué, entonces, no se descubre más petróleo? La respuesta, remarca Sanz, es que a las empresas petroleras no se las deja explorar, sea por conflictos con las comunidades, demoras en la obtención de los permisos ambientales y/o falta de capacidad de las autoridades a cargo del sector.
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Reflejo de todo ello es el abrupto descenso en el número de contratos de hidrocarburos vigentes en el país, los cuales han pasado de 87 a 31 en los últimos tres lustros, siendo el caso – dramático, por cierto – de que en 14 de ellos no se realiza ningún tipo de actividad por motivo de abandono o fuerza mayor.
Ocurre así con lotes Z-1 y Z-6, en el off-shore de Tumbes y Piura. Y también con los lotes 8 y 192, cuya reactivación demandaría hasta US$1.800 millones, según estimación de Prospectiva Amazónica.
Sin embargo, hay algunas buenas noticias que animan este desolador panorama. Una es la paz social alcanzada por Petrotal en el área de influencia del lote 95, en virtud a su compromiso de otorgar el 2,5% del valor de su producción para la ejecución de obras de desarrollo.
“Con esta acta, firmada en diciembre del 2022, se garantiza la gobernabilidad en la zona, con lo que Petrotal ya puede empezar a invertir”, señala Roger Grandes.
De hecho, Luis Alberto Pantoja, gerente general de Petrotal, dio a conocer el pasado jueves que su representada planea invertir US$125 millones este año con el fin de incrementar su producción de petróleo, de 12.200 a 20 mil barriles diarios.
EL OLEODUCTO EN CRISIS
Y otra buena noticia, añade Grandes, es que la nación wampi, hasta hace poco irreductible en su oposición al desarrollo de la industria petrolera en su territorio, se estaría declarando dispuesta a permitir la explotación del lote 64, importante proyecto que Petro-Perú intenta hacer despegar sin éxito hace más de una década.
Con el despegue de estos proyectos, apunta el investigador, Loreto obtendría una clara ventaja sobre Piura en producción petrolera. Y, no menos importante, suministraría también el crudo pesado que Petro-Perú necesita para su refinería, y que hoy compra a precios altísimos a Ecuador y Colombia.
Para que todos estos proyectos tengan éxito, sin embargo, urge solucionar el recurrente problema de los atentados y roturas en el Oleoducto Norperuano, infraestructura de la cual depende el transporte de la producción petrolera hacia la costa peruana.
“Sin el Oleoducto Nor Peruano no hay petróleo en la selva”, refiiere Tomás Díaz, gerente corporativo de exploración, producción y oleoducto de Petro-Perú.
Es más, Grandes advierte que, si el oleoducto no funciona, “nadie va a invertir US$1.800 millones en la reactivación de los lotes 8 y 192″.
De acuerdo a estadísticas de la petrolera estatal, el oleoducto sufrió 13 roturas en el 2022 y tres en lo que va de año, la última de ellas provocada por un atentado con explosivos.
Cómo reflotar esta infraestructura debería ser una prioridad de Petro-Perú. Especialistas en hidrocarburos consultados para este informe dudan, sin embargo de la capacidad técnica y financiera de la estatal para resolver este problema y para operar, asimismo, los lotes a los que aspira a ingresar.
Prueba de ello, señala Víctor Sanz, es que la estatal ha hecho muy poco en el lote I (Talara), que opera desde diciembre de 2021 a través de un contrato de licencia temporal por 22 meses (que vence en octubre de este año).
Al respecto, la petrolera indicó a este Diario que su compromiso con este proyecto es “sólo mantener las actividades de producción”, una labor que “está cumpliendo con eficiencia, basado en la experiencia profesional de su personal de operaciones”.
Precisó que recibió el lote con una producción de 332 bpd y que la ha llevado a 505 bpd, gracias a la implementación de varias medidas como la eficiente supervisión de campo, el incremento de unidades swab y la implementación de proyectos de optimización.