La industria de petróleo y gas atraviesa por una penosa situación que solo se compara con la de “un enfermo terminal al que se la ha quitado el respirador” y que boquea por sobrevivir.
Así, en palabras de María Julia Aybar, presidenta del comité sectorial de hidrocarburos de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE).
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Evidencia de ello es la mengua en la producción de petróleo, ocasionada por la paralización de un sinnúmero de operaciones en la selva norte (lotes 8, 192, 67 y 39) debido a conflictos sociales y ambientales.
Y, no menos alarmante, es también la disminución de nuestras reservas de gas natural, las cuales se han reducido a la mitad en los últimos ochos (de 16,1 a 8,4 trillones de pies cúbicos), lo cual significa que solo tenemos stock para 16,7 años de consumo, y no para 35 o 40 años, como se estila decir comúnmente.
Esto, debido a la total ausencia de nuevos descubrimientos desde el año 2013.
Pozo Gris
“El tema es que no hay un solo hallazgo importante desde el 2013 en gas natural, e igualmente en el caso del petróleo”, indica Carlos Bianchi, ex gerente de exploraciones de Perú-Petro.
La razón para ello es sencilla, y es que la inversión en exploración en el Perú es casi inexistente.
Según estadísticas de Perú-Petro, la inversión en esta actividad cayó a un mínimo de US$2,2 millones en el 2022, cifra infinitesimal comparada con la asignada en el 2012: US$946 millones.
Consecuencia indeseada de todo esto es la abrupta caída en el flujo de estudiantes hacia las escuelas de ingeniería de petróleo, de las cuales hay hasta cinco en el país.
Es el caso de la Facultad de Ingeniería de Petróleo, Gas Natural y Petroquímica de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), la cual acogió a solo dos estudiantes en el 2022 y a tres en el último año, refiere Víctor Sanz, profesor de geología de dicha casa de estudios.
“Esto ocurre porque no hay actividad petrolera. Los muchachos se enteran de eso por las noticias y no postulan porque no quieren tener una profesión donde no hay trabajo”, manifiesta el geólogo.
Quienes más sienten esta falta de trabajo son, sin embargo, los peruanos que habitan en las cuencas fluviales de Loreto, acostumbrados a vivir de la industria petrolera, la cual es la actividad que más dinamiza la economía local.
Ocurre, así, con muchos ex moradores de los lotes 8 y 192 (paralizados desde hace cuatro años), los cuales han migrado hacia las inmediaciones del único campo productor de petróleo vigente en la selva norte: el lote 95, de la peruano-canadiense Petrotal.
Como consecuencia de esto, la población del distrito de Puinahua se ha “duplicado de tal manera que hoy se tienen más de 8.000 personas”, refiere Roger Grandes, director fundador de Prospectiva Amazónica.
Se trata de un fenómeno que complica el modus vivendi en la zona, al extremo de que Petrotal se ha visto obligado a entregar dos bonos por S/13 millones debido a “demandas sociales de las personas que han llegado en los últimos años y no de las que han vivido siempre allí”, relata Grandes.
Frente a esta problemática, ¿qué medidas está adoptando el Gobierno?
Plan de reactivación
“Nosotros coincidimos en que tenemos que reactivar la actividad de hidrocarburos, empezando por el petróleo”, manifestó Iris Cárdenas, viceministra de Hidrocarburos, en un evento desarrollado días atrás por el Colegio de Ingenieros del Perú CD Lima.
A ese fin, el Ministerio de Energía y Minas (Minem) y Perú-Petro han visto por conveniente comenzar con la reactivación de los lotes 67 y 39, que la franco-británica Perenco ha decidido abandonar hace unas pocas semanas.
Esto, debido a conflictos con las comunidades nativas que bloquean las vías fluviales por donde evacúa su producción, pero, sobre todo, “por el alto costo de producción de ambos campos petroleros, lo cual imposibilita que la empresa obtenga ganancias”, explica José Mansen, ex jefe de la oficina de gestión social del Minem.
A ello se añade, anota Grandes, la amenaza que pesa sobre estos lotes por la inminente creación de una reserva indígena que, caso de aprobarse, “va a hacer imposible que ninguna empresa pueda entrar allí”.
¿Por qué el Minem y Perú-Petro están priorizando los lotes 67 y 39 en su plan de reactivación?
Según Bianchi, esto ocurre porque ambos proyectos albergan importantes reservas y recursos de crudo (si bien de no muy buena calidad).
Y es que la intención de Perú-Petro es “calentar ciertas zonas del país que tienen muy buen potencial y volumetría (volumenes) de petróleo y gas”, refiere el geólogo. Es el caso de los lotes 67 y 39, pero también de los lotes 192 y 95, cuyas operaciones se encuentran más encaminadas a ojos del Minem.
De hecho, la empresa operadora del lote 192, Alta Mesa Energy, anunció en un reciente encuentro petrolero que planea arrancar producción en noviembre de 2024 después de tres años y medio de inactividad.
Y otro tanto ocurre con Petrotal, empresa que se encuentra “haciendo crecer su producción en el lote 95″, al extremo de que participa actualmente con la mitad del petróleo producido en todo el país (20 mil barriles por día), apunta Eduardo Guevara, socio director de Gas Energy.
Más aún, la petrolera estaría buscando incrementar su producción hasta los 100 mil barriles diarios porque “está apostando a sacar ese petróleo del subsuelo antes de que comience a bajar de valor debido a la transición energética”, anota Grandes.
La pregunta es: ¿Por dónde va a evacuar esos volúmenes si el Oleoducto Norperuano y las vías fluviales se encuentran constantemente bloqueadas por el accionar de las comunidades indígenas?
OFF-SHORE y Candamo
La conflictividad social y la proliferación de áreas naturales protegidas por parte del Sernanp son el principal escollo para los planes del Minem y de Perú-Petro en la selva norte.
Algo diferente ocurre, sin embargo, en la selva sur, donde ambas instituciones buscan reactivar la exploración de gas natural con el objetivo de “garantizar reservas (probadas) adicionales” de dicho hidrocarburo.
A ese efecto, se han planteado dos líneas de acción. Una es el inicio de conversaciones con Pluspetrol para motivarlos a explorar los horizontes profundos de Camisea. Y otras es la exploración del yacimiento Candamo (Puno), donde la norteamericana Mobil delineó interesantes reservas de gas a principios de la primera década Siglo XXI.
En lo que respecta a la primera línea de acción, se conoce que Jorge Pesantes, ex presidente de Perú-Petro, llegó a sostener una reunión preparatoria con Pluspetrol, en la cual instó a esta empresa a proponer “los tipos de incentivos y estímulos que necesitaría para reponer las reservas de gas mediante la exploración”.
Desafortunadamente, estas conversaciones se paralizaron por la intempestiva renuncia de Pesantes pocos días después.
Víctor Saavedra, CEO de VSConulting, considera, sin embargo, que la exploración de los horizontes profundos de Camisea constituiría una “pérdida de tiempo y dinero” porque las grandes reservas de gas natural no se encuentran allí, sino en la Cuenca Madre de Dios.
Y es que el Minem apunta a desarrollar en Camisea unos 1,5 trillones de pies cúbicos (TCF) adicionales de gas.
Esto es, un volumen la mitad de grande lo que se podría desarrollar en el Cándamo: hasta 3 TCF. Y largamente más pequeño de la que se podría encontrar en toda la Cuenca Madre de Dios (región Puno) donde “se ha determinado que podría haber hasta 20 trillones de pies cúbicos, o sea, mucho más que Camisea”, detalla Bianchi.
El problema, precisa el geólogo, son los tiempos. Según sus estimaciones, el desarrollo y puesta en producción del Candamo demandaría entre 10 y 12 años en el mejor de los casos. Esto, incluyendo los estudios de gabinete (para evaluar el potencial del proyecto), la realización de las perforaciones y “el tiempo que el Minem demore en convencer al Minam y al Sernanp para que permitan la exploración en una reserva natural”, que es donde se localiza el Cándamo: en el extremo noroeste del parque nacional Bahuaja Sonene.
Por ello ve más rápido y tangible desarrollar el potencial gasífero de los proyectos off-shore que la estadouniense Anadarko se encuentra explorando frente a las costas de La Libertad y Ancash (lotes Z-61, Z-63 y Z-63).
De hecho, la empresa petrolera acaba de llevar a cabo una ambiciosa campaña de exploración sísmica, cuyos resultados se conocerían en unos ocho meses.
A entender de Guevara, este es un proyecto que el Minem tiene que mirar muy de cerca porque si la sísmica arroja resultados positivos podría motivar a Anadarko a “emprender perforaciones en uno o dos años”.
Y motivar también a otras empresas a mirar el off-shore peruano con buenos ojos. Es el caso de Total, multinacional francesa que ha firmado tres convenios de evaluación técnica (CET) con Perú-Petro para investigar el potencial hidrocarburífero en el litoral de Tumbes y Piura.
Lo importante, según los geólogos, es perforar pozos exploratorios, porque esa es la única manera de hallar nuevos volúmenes de gas para reponer nuestras declinantes reservas. De lo contrario, compartiremos el destino de Colombia, que se está quedando sin gas y tendrá que empezar a importar este energético a partir del próximo año de forma permanente.