Mucho antes de que varios conglomerados empresariales en nuestro país reconocieran, ante instancias judiciales, que aportaron donativos a más de un candidato presidencial, el Perú ya había sido identificado como uno de los 50 países más corruptos y con menor transparencia en el mundo.
Según el Informe Global de Competitividad 2019, realizado por el Foro Económico Mundial (WEF), el Perú se ubica en la posición 91 de 141 países en el índice sobre corrupción, lo que nos coloca al mismo nivel de economías como Brasil, Argelia o Costa de Marfil.
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Y, Transparencia Internacional, en su último informe de este año, revela que en el Perú la mayoría de personas considera que la corrupción es un problema grave. No en vano, el 62% de la población –según la última encuesta de El Comercio e Ipsos– demanda que esta lucha encabece la lista de prioridades del nuevo Congreso de la República.
Pero, con el dudoso desempeño del último Parlamento, con tres expresidentes envueltos en investigaciones vinculadas al caso Odebrecht y varios empresarios desfilando por la Fiscalía para detallar sus aportes a candidatos y partidos políticos, sin olvidar a los involucrados en el Club de la Construcción, ¿qué esperar de la ansiada lucha anticorrupción?
Convertida en una de las principales tareas pendientes para el actual Gobierno, que la asumió como uno de sus mayores retos, la lucha contra la corrupción demanda, a todas luces, acciones inmediatas que contribuyan a desterrarla de raíz, aunque suene utópico.
Pero, como coinciden los especialistas consultados por este suplemento, no se trata de una tarea exclusiva de nuestras autoridades, por lo que demandará del esfuerzo conjunto desde tres frentes: Estado, empresas y ciudadanía.
¿SE SIENTEN PASOS?
Por lo pronto, más allá de las exigencias que deben cumplirse, tras la entrada en vigencia –hace casi dos años– de la ley 30424, que obliga a las empresas a contar con un sistema de ‘compliance’ o cumplimiento que evite la comisión de delitos como soborno (cohecho) o lavado de activos, algunos empresarios han empezado a hacer su tarea.
Al respecto, Óscar Esinopsa, presidente del Consejo Directivo de Empresarios por la Integridad (ExI), reconoce que siendo los empresarios y el Estado las dos partes protagónicas de los actos de corrupción, resulta preciso no quedarse con los brazos cruzados. “Nuestro peor pecado ha sido quedarnos en silencio y ahora tenemos que hacer algo para evitarlo”, dice.
Para ello, durante la próxima edición de CADE presentarán los primeros resultados de la iniciativa “Empresa Certificada Antisoborno”, una certificación que busca fortalecer una cultura de integridad como valor empresarial para prevenir y combatir el soborno en la práctica empresarial local.
Según detalla a Día1, con esta iniciativa pretenden demostrar que en el Perú hay un sector empresarial que sí está actuando contra la corrupción, aunque su principal preocupación está en “lograr convencer y rodar la bolita para que más empresas de todos los sectores económicos [cuenten] con la certificación”.
Pero, más allá de lo que se puede seguir haciendo a nivel empresarial, Ricardo Alania, director de la División Empresarial de Posgrado de la UPC, considera que nuestra atención no se debe centrar solo en los grandes actos de corrupción, sino que también se debe poner especial énfasis en las acciones de la ciudadanía.
“La gran lucha anticorrupción debe enfrentarse desde ambas perspectivas. La gran lección es aceptar que tenemos una cultura que, por alguna razón, ha normalizado ciertas cosas como cruzarse la luz roja o colarse en la cola y trasgredimos las normas con complacencia de todos. Eso debemos cambiarlo”, afirma.
En ese sentido, Matilde Schwalb, directora del Centro de Liderazgo, Ética y Responsabilidad Social de la UP, considera que para que la lucha contra la corrupción sea efectiva, debemos empezar por reconocer que “todos somos parte del problema, ciudadanos, empresas y Estado, pero también todos somos parte de la solución, por lo que debemos trabajar desde varios frentes”.
Y pese a que hay quienes demandan más leyes para enfrentar este problema, la especialista indica que en el Perú hace falta que las normas sean más efectivas, sencillas y que se cumplan. “Cuanto más complicado sea, más condiciones habrá para la corrupción. Ese es el círculo vicioso”, apunta convencida –al igual que los otros especialistas– que para enfrentar este gran problema se requiere de esfuerzos conjuntos.
La certificación de ExI al detalle
¿Cuántas van?
Esta semana, en CADE, ExI detallará la cantidad de empresas que, a la fecha, ha obtenido la certificación.
Cero constructoras
Pese a que han recibido varias solicitudes, ExI ha decidido no entregar el sello Empresa Certificada Antisoborno a empresas del sector construcción. “Ni a las investigadas ni a las otras, por ahora no certificaremos empresas de este sector”, afirma Espinosa.