María Rosa Villalobos

La discusión sobre si estamos o no en recesión comenzó meses atrás. De un lado de la mesa estaban los que resaltaban lo inminente, y criticaban la falta de sinceramiento u el exceso de optimismo del MEF. Del otro, los que de manera más resolutiva dejaban de costado la discusión del “ser o no ser” para enfocarse más bien en poner sobre la mesa las salidas a la evidente y alarmante situación que enfrentamos este año. Habiendo seguido esta discusión de cerca, no diría que tenía un tono “academista”, sino más bien de contraste al optimismo que sonaba extraño y ajeno, dada la incertidumbre que trae consigo El Niño Costero.

Es importante que el Ministerio de Economía haya sincerado la perspectiva sobre la realidad que enfrentamos, justo horas después de que Moody’s destacara nuestra (triste) realidad en Diario Gestión. Que la ciudadanía tenga claridad sobre cómo toma la realidad la autoridad de esta cartera es lo mínimo a esperar. Cuando llegaron los datos del primer semestre del año, se criticó el optimismo con el que el MEF mirada las cifras. Contreras dijo, incluso, que en julio retomaríamos la senda del crecimiento, y que el resultado de dicho mes sería la tasa de crecimiento más alta de este año. Lamentablemente para todos, al 2023 no será recordado por sus (buenas) cifras económicas, y era cuestión de tiempo para que no solo el MEF, sino el BCR y los distintos agentes económicos del sector privado ajustaran sus proyecciones de crecimiento a la baja.

Pero entonces, ¿ser o no ser? “La situación es completamente difícil”, dijo Contreras el viernes al ingresar al Congreso. La verdad es que hace ya mucho que sabemos todos, incluido el ministro, que la cosa está complicada. Y a ello responde los S/4,1 mil millones adicionales que han sido aprobados para afrontar la emergencia este año, como lo señaló el IPE ayer en El Comercio, y la norma que habilita créditos suplementarios, también para este año, que fue aprobada el viernes.

Gestionar una crisis es una cosa, pero ir de crisis en crisis, otra. No se necesita ni un gramo adicional de dificultad, y más aún si lo que se gestiona es dinero público. Lo que se ve es que se hace lo que se puede con la inversión pública, esfuerzos loables, sin duda, pero se requiere también más frialdad, serenidad y precisión al momento de comunicar. Si el paquete incluido en el crédito suplementario significa 5 puntos del PBI de noviembre y diciembre, la situación es tan sensible que se requiere transmitir exactamente esa información, y no tomar como referencia el PBI anual. Eso genera críticas. ¿Tecnicismo? Sí, pero importante para que las sumas y restas de ese esfuerzo loable hagan sentido.

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