Dentro de las prioridades de gasto del consumidor peruano, diversión se ubicaba en el tercer lugar, luego de alimento y vivienda, y antes de educación y salud, según los últimos estudios de la consultora Arellano. Si vemos los datos en frío, diríamos que los peruanos somos muy parranderos, pero no, lo cierto es que el rubro de restaurantes se encuentra dentro de esta categoría y, siendo los peruanos de buen comer, pues el hecho de salir de casa a departir en familia y amigos era parte de lo que llamábamos “entretenimiento”.
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El COVID-19 y la consecuente cuarentena nos llevó a un encierro forzoso, y las actividades normales de entretenimiento cerraron: restaurantes, cines, teatros, eventos, y todo aquello que nos empujaba salir a la calle a buscar un momento de distracción de las actividades habituales se puso en modo OFF, llevándonos a buscar alternativas dentro de casa, lo que llevó por ejemplo al mejor momento del ‘streaming’ y darse situaciones inverosímiles hace pocos meses, como que el valor de Netflix en el mercado supere al de Disney, el amo y señor de la industria del ‘entertainment’ en el mundo.
Por algo, la industria del entretenimiento en el globo iba a mover US$2,3 trillones este año (según PwC). Ahora, luego de varios meses de aislamiento, esa actividad de armar rompecabezas en familia se tornó aburrida y ahora es más difícil encontrar contenido atractivo en las plataformas de ‘streaming', y es porque por naturaleza somos animales sociales, requerimos del contacto humano y la experiencia en grupo para sentirnos como parte de un todo. Es allí donde entramos al terreno de los ‘insights', no hay diversión si esta no es compartida en grupo y vaya que las redes sociales ayudan amplificar esa sensación de estar haciendo algo fuera de las cosas comunes y mundanas de la vida, como el trabajo o las tareas del hogar.
LA REACTIVACIÓN DEL CINE
¿Qué viene los próximos meses en la industria? Transformación para la cadena de proveedores y mucho aguante para quienes brindan el servicio de forma directa al consumidor, caso por ejemplo de las cadenas de cine, donde el tema va más allá de la apertura de las salas con un aforo reducido: tiene que ver con las películas, que es el producto finalmente a consumir.
Y es que van cuatro meses de producto (películas) que vienen acumulándose y sin fecha cierta de estreno entre los diferentes estudios, fuera de los distribuidores independientes y productores locales, lo cual va a generar un cuello de botella por quién estrena primero, cantidad de salas para que compense el aforo disminuido, costos asociados a los controles sanitarios, el temor del consumidor a los espacios cerrados con público extraño, y muchas variables más que no solo afectan a nuestro querido país sino al mundo entero, y va a llevar a extensas negociaciones entre los actores para tratar de ponerse de acuerdo y haya paridad entre las expectativas de todos, algo que será muy difícil de lograr, pero no imposible.
LOS CONCIERTOS
Otro caso, los conciertos, las agendas de los artistas, los compromisos con contratos ya firmados, los adelantos recibidos, inversiones hechas, proveedores especializados en el rubro, músicos, etcétera.
Las producciones que se quedaron a mitad de rodaje, el sobre costo de volver a reiniciarlas con un doble trabajo de preproducción, que ya se había realizado al inicio. Nuevamente, conciliar la agenda del talento técnico y artístico, que va a ser solicitado al mismo tiempo, y al final de toda la ecuación, que de por si es hoy más compleja que nunca, el bolsillo del consumidor, que también estará más golpeado que nunca.
CONFIANZA PARA EL CONSUMIDOR
Se dice que en situaciones de crisis económica, históricamente la única de las industrias que veían sus números incrementarse era la de entretenimiento, la cual se constituía como la válvula de escape al sentimiento de estrés colectivo en los momentos difíciles. Hoy esa válvula está cerrada, esta hibernando, en los próximos meses despertará pero con limitaciones, con las cuales se tendrá que lidiar se estima en los próximos dos años.
Por ello, con un adecuado manejo de costos, manteniendo tus canales digitales activos, con mensajes positivos, generando contenido que dé confianza al consumidor, además de una mirada optimista al futuro, es que las actividades ligadas al entretenimiento volverán, más fuertes que nunca y con un público inmunizado, dispuesto a recuperar esa parte relevante de su vida, porque no todo es trabajo y necesitamos de experiencias para desconectar la mente y así el estrés social ceda a una sociedad distinta pero que valorará más que nunca el espacio físico con gente alrededor.
(Tito Aguilar es director de Marketing y Growth Hacker en Sinergia Latam y docente de Entertainment Marketing en ESAN).
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