A estas alturas de la pandemia, parece que escribir sobre el Cusco como el principal destino turístico del Perú implica traer a colación un lejano pasado, pero lo cierto es que eso era parte de nuestra realidad hace apenas cuatro meses, antes de que el coronavirus llegue y se ramifique, con sus letales consecuencias, a lo largo y ancho de todo el país.
Solo una crisis tan grave como la que ha desatado este mal, entonces, provoca que la industria de los viajes esté de cabeza. Así, desde la quincena de marzo hasta la fecha, la Ciudad Imperial pasó de liderar nuestro ránking local de visitas (con 3,9 millones de pasajeros transitando cada año su aeropuerto), a la absoluta soledad: sin ningún turista nacional o internacional recorriendo su emblemática plaza de armas.
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“Únicamente tenemos reservas de viajes canceladas. Ninguna programada, y con nuestros artesanos y guías turísticos viviendo de los bonos del Estado, si les queda, o de cualquier cachuelo: vendiendo abarrotes en los mercados o artículos de salud en la calle”, explica a Día1 Eddy Cuéllar, CEO de la agencia de viajes Machu Picchu Travel y vicepresidente de la Asociación de Agencias de Turismo del Cusco (AATC).
Lo que ocurre en el ‘Ombligo del mundo’ también se puede ver, cual si fuese un espejo, a escala nacional. No hay turistas en ningún lado, ni peruanos ni extranjeros, y como consecuencia, las empresas del sector están quebrando como si el lúgubre dedo del COVID-19 hubiese desestabilizado la base de su castillo de naipes. Una estructura que siempre ha sido frágil, porque el 90% de las firmas de este sector son micro y pequeñas empresas (mypes), que emplean a 1,4 millones de trabajadores, según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur).
Por eso es que, la semana pasada, en la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) han pedido que el Gobierno desembolse, lo más pronto posible, los S/500 millones que son parte del FAE Turismo, el Fondo de Apoyo Empresarial que, si llega a tiempo, puede salvar de la bancarrota a unas 10 mil micro y pequeñas empresas. Como se recuerda, el último martes el Ejecutivo publicó el reglamento que viabiliza la provisión de estos recursos, y ahora apurar su entrega es una cuestión de vida o muerte (empresarial).
“Es un primer paso y servirá, pero no es suficiente. Necesitamos que se amplíe el presupuesto del FAE Turismo a S/2.000 millones”, anota el presidente de Canatur, Carlos Canales. Añade que son 60 mil los emprendimientos que han dejado de operar y están a la espera de este instrumento financiero. Por el momento lo que se tiene es la promesa del primer ministro, Walter Martos, de extender el fondo hasta los S/1.500 millones, para salvar a 12.400 mypes. Como sucede con el preciado oxígeno, sí que hacen falta.
LOS SIGUIENTES PASOS
De momento, salvarle la vida a las empresas del sector es lo urgente, pero si uno piensa en fortalecerlas frente a futuros problemas, es necesario que se les capacite, que interioricen la innovación para enfrentar nuevas crisis, y que adopten la digitalización con miras al reinicio de actividades, cuando esto ocurra, refiere el presidente ejecutivo del Centro de Investigación, Desarrollo e Innovación en Turismo (Cidtur), Fernando Puente.
“Las mypes de esta industria no están preparadas para lidiar con crisis como la actual. Muchas han creído que colocar en sus oficinas implementos para combatir el COVID-19 es innovar, y no tiene nada que ver, eso más bien es chicha”, comenta Puente. Que estén capacitadas es esencial si uno toma en cuenta la manera cómo se va a dar la reactivación del sector en las próximas semanas o meses.
Algo de eso ya lo hemos visto en las últimas dos semanas de julio, cuando hubo un fugaz reinicio de los vuelos domésticos, y cómo ello influyó en los viajes por Fiestas Patrias. Lo evidente es que, de aquí es más, la digitalización va a ser un componente básico de la oferta en los servicios de turismo, dadas las condiciones de la ‘nueva normalidad’ y las restricciones que, aparentemente, serán parte de nuestro mapa de recorridos, al menos en el segundo semestre. El uso de ‘market places’ para concentrar distintas opciones de turismo será crucial, como ha destacado Gerardo Reátegui, CEO para Latinoamérica de la plataforma redBus.
De hecho, ellos han ido un paso más allá, creando herramientas de gestión digital para la interna de las propias empresas de transportes, un producto que, haciendo las equivalencias de cada caso, serviría también para, por ejemplo, ordenar las finanzas de las agencias de viajes.
Menudo panorama es el que se presenta para el sector a corto y mediano plazo. La situación actual nos muestra cinco regiones en cuarentena total y otras 14 con una focalizada. Así es el ‘efecto coronavirus’. Los expertos coinciden que la recuperación total se estima para el 2022. Sin embargo, podría ser antes. Cuestión de ser estratégicos.
EL TAMAÑO DE ESTA ACTIVIDAD
* Un mercado que aporta. La industria de los viajes en el Perú genera alrededor de US$12 mil millones al año, sumando los aportes del turismo interno y el receptivo.
* La boya del turismo interno. Este 2020, por el cierre de fronteras, el sector tiene sus esperanzas en el turismo interno, que moviliza –en situaciones normales– a unos 45,5 millones de viajes y genera más de US$6 mil millones cada 12 meses.
* Turismo receptivo en ascuas. El turismo receptivo, conformado por los viajeros que arriban desde el extranjero, mueve a unos 4,4 millones de visitantes, quienes dejan ingresos al país por más de US$4.700 millones cada año, de acuerdo al Mincetur.
BONNUS TRACK: CONEXIONES INTERNACIONALES AÚN SIN FECHA
Aunque la apuesta de las empresas del turismo este año está cifrada en el mercado interno (vale decir, solo en los viajes que se realicen dentro de nuestras fronteras), es importante para el sector saber cómo se darán las cosas en cuanto al mercado receptivo, que se alimenta con los viajeros del exterior que llegan al país, entre otras formas, a través de los vuelos internacionales, actualmente suspendidos y sin fecha prevista de reinicio.
El mercado receptivo provee al Perú de 4,4 millones de viajeros internacionales cada año, los que generan ingresos por más de US$4.700 millones, con base en las estadísticas que el Mincetur registró para el 2019. Si ese mercado no se activa este 2020, como todo hacer prever, de plano la industria (y el país) perderán ese flujo de aportes.
Las pérdidas, lamentablemente, son el costo de la pandemia, que está provocando también graves problemas económicos en el resto del mundo, pero lo que sí está en manos del Ejecutivo es la elaboración del cronograma de reinicio de los vuelos domésticos pendientes y el de los internacionales, apunta Adela Cambana, gerenta general de la agencia de viajes AC Tours. “Sin cronograma, sin fechas, estamos en la incertidumbre, y no podemos proyectar cómo manejarnos y mantenernos a flote”, explica la ejecutiva a Día1.
Hace un par de semanas, la titular del Mincetur, Rocío Barrios, comentó que era posible que los vuelos internacionales se retomen todavía a finales del 2020 o inicios del 2021. Esa proyección ha provocado no pocas críticas en el sector turismo y en el de aerolíneas, pues indican que cerrar las fronteras sin un análisis fino sobre los estándares de seguridad en salud de los vuelos, provocaría un innecesario y nefasto impacto económico.
La reactivación de los vuelos, sean domésticos o internacionales, es un tema que está generando mucha controversia en Latinoamérica, pero lo cierto es que en algunos países vecinos, tan igual o peor afectados por el COVID-19 que el Perú, como Chile, Brasil, Ecuador o México, el transporte aéreo de pasajeros no se ha suspendido, lo que mitiga las pérdidas para las industrias involucradas, algo no menor si se toma en cuenta que, por ejemplo, aerolíneas como Avianca y Latam se han acogido a la Ley de Quiebras de Estados Unidos, lo que trae consecuencias directas a nuestro país, pues ambos ‘holdings’ utilizan a Lima como uno de sus centros de conexiones en nuestro continente.
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