Con siete hoteles distribuidos a nivel nacional, la cadena Inkaterra ha sentido –en el corazón de su operación– los rigores del cierre de fronteras que provocó el coronavirus en nuestro país. Y es que, como está enfocada básicamente en el mercado receptivo (conformado por los viajeros que vienen del exterior), la suspensión de conexiones internacionales con el Perú los ha dejado sin huéspedes durante los últimos cuatro meses. “Estamos completamente parados”, precisa a Día1 el fundador y CEO de la empresa, José Koechlin. Sin embargo, pese al ‘frenazo’ sufrido, el empresario destaca que mantienen sus planes de crecimiento con miras al 2021, año en el que prevén abrir su octavo hotel.
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-¿Cómo han lidiado con la crisis sanitaria? ¿Lograron obtener algunos ingresos, como han hecho otras cadenas locales que reconfiguraron su oferta?
La pandemia nos ha afectado al 100% porque estamos dirigidos al mercado receptivo. Por ejemplo, a turistas de Estados Unidos y Canadá (en Norteamérica), a viajeros de Inglaterra (en Europa), o de Australia y Nueva Zelanda (en Oceanía). Luego del cierre de fronteras a nivel mundial, estamos completamente parados, sin ingresos, en cero. Es como está, también, el turismo.
-¿Cuándo esperan retomar sus actividades? Los vuelos internacionales podrían reiniciarse desde agosto.
Es difícil ponerle una fecha a la reactivación de este mercado (receptivo). Depende de cómo se den las cosas en los países emisores, aquellos países desde donde vienen nuestros huéspedes. No me atrevería a hacer esa proyección.
-Mientras tanto, en Machu Picchu, donde tienen dos de sus hoteles, parece que la gente comienza a perder la paciencia...
Hay una ansiedad natural de la población en Machu Picchu Pueblo, pero que es perfectamente entendible por el contexto que estamos viviendo todos en el Perú.
-Aunque ya hemos visto algunas señales de conflicto allá a inicios de este mes, debido a que no hay un acuerdo sobre las medidas de salubridad que se tomarán cuando regresen los turistas.
Creo que tenemos que analizarlo dentro de las circunstancias, y lo que yo veo es una consciencia entre los pobladores sobre la importancia del patrimonio local, porque es su marca frente al mundo. Tienen que cuidar esa imagen, que hoy por hoy es la imagen de un pueblo libre de contagios.
-Machu Picchu, y el Cusco en general, conforman el destino más importante del Perú a nivel internacional, ¿qué expectativas tienen en el Ombligo del Mundo para cuando la industria se reactive? Con miras al 2021, por ejemplo.
Nosotros tenemos cuatro hoteles en el Cusco: dos en Machu Picchu (Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel y El Mapi By Inkaterra), uno en el Valle Sagrado (Inkaterra Hacienda Urubamba) y uno en la ciudad (Inkaterra La Casona). Nos ha ido muy bien porque apostamos a un desarrollo en armonía con el entorno, sostenible a futuro.
AMPLÍAN LA APUESTA POR LA MARAVILLA
-Tomando en cuenta el segmento en el que están enfocados (el viajero extranjero de lujo), ¿dan los número para crecer con sus actuales hoteles o con nuevos, allá?
Sí. De hecho, estamos construyendo un nuevo hotel, el Machu Picchu Forest, que tendrá las características que identifican a nuestra cadena desde que la fundamos, en 1978: casitas o cabañas alrededor de un pabellón central, una suerte de ‘boutique’ de campo que, de manera natural, cumple con los estándares de distanciamiento social.
-Entonces, el Machu Picchu Forest estará listo para el 2021?
Pensábamos que podía abrir en agosto, pero dada la actual coyuntura, ahora creemos que lo más factible es que lo haga el próximo año. Con nuestros dos –y luego tres– hoteles, queremos cuidar y consolidar Machu Picchu hacia el futuro.
CABO BLANCO EN EL HORIZONTE
-¿Qué hay de sus planes de construir un hotel en Cabo Blanco? Anunciaron hace algunos años un proyecto ambicioso ahí, que incluía una reserva marina.
Sí, esos planes se mantienen, pero toca entender que son de largo aliento. Hay toda una historia interesante con relación a este destino, un desierto al sur de Máncora que evoca la historia de El viejo y el mar, la famosa novela que escribió Ernest Hemingway. Cabo Blanco todavía mantiene el récord mundial de pesca deportiva, con un merlín negro de 700 kilos, que se consiguió en 1953.
Para esta zona, presentamos en el 2012 un estudio de factibilidad con la idea de convertirla en una reserva marina, tras un trabajo en conjunto con las empresas petroleras. Mientras eso se concreta, estamos desarrollando varios modelos de negocio que puedan ser adoptados por los pobladores.
-Quieren recuperar el destino.
Yo diría que en Cabo Blanco se trata más de crear un destino. Estamos trabajando para que con una pequeña reserva logremos un ejemplo de recuperación del mar, y en cuanto al aspecto social, todo un desarrollo que incluya un muelle de pescadores, un centro de turismo, un inventario de flora y fauna y, por supuesto, las redes de servicios básicos y tratamiento de la basura, como hemos hecho en el Cusco y Madre de Dios.
-¿Y el hotel?
El hotel está en construcción, con el modelo de las casitas y cabañas. A la par, tenemos que crear el ecosistema. Tenemos dos kilómetros de playa en la zona.
-Mencionó el trabajo ‘de destino’ que hacen en Tambopata (Madre de Dios), donde tienen tres hoteles. Allá tienen que lidiar con la deforestación.
Estamos haciendo un inventario de la zona desde hace más de 40 años, desde nuestros tres hoteles: el Inkaterra Reserva Amazónica, el Inkaterra Hacienda Concepción y el Inkaterra Guides Field Station. Hemos realizado una serie de publicaciones y documentales, haciéndole un seguimiento al daño ambiental y buscando crear un corredor biológico. Hay mucho trabajo de campo detrás de ese camino.
-¿Volverán a promover los ‘tours’ de aves con Prom-Perú?
Lo hicimos cuatro veces. Hoy es difícil.
ALGUNOS DATOS DE INTERÉS
- La cadena Inkaterra fue fundada en 1978 por José Koechlin en Madre de Dios. A la fecha cuenta con siete hoteles en el sur del Perú.
- Ha obtenido –entre varios otros– el premio Unique Luxury Hotel of the Year in Perú (2019/2020), otorgado por Luxury Travel Guide – The Americas Award.
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