Las expectativas de crecimiento para el sector turismo superan el promedio de Latinoamérica.
Las expectativas de crecimiento para el sector turismo superan el promedio de Latinoamérica.
Carlos Hurtado de Mendoza

Si hay un sector de la economía peruana en el que se mira al 2020 con un optimismo por encima de la media, ese sector es el . En esta industria superan incluso al ya entusiasta Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), sobre lo que será el crecimiento para este año. Así, mientras los técnicos de esta entidad calculan un avance de hasta 4% para nuestro PBI, sus colegas del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (), proyectan más que duplicar esa cifra, en lo que respecta al ‘salto’ que dará su sector: un 10% entre enero y diciembre, según la cabeza de este portafolio, Edgar Vásquez.

¿Es posible alcanzar esa cifra? Y, sobre todo, ¿hay cómo conseguirla? Los especialistas consultados por Día1 para este informe refieren que sí, debido –en buena parte– a una coyuntura muy singular que estamos viviendo en estos momentos: el conflicto bélico que protagonizan Estados Unidos e Irán en el Medio Oriente.

“Aunque sea desafortunado, el enfrentamiento en esta zona está favoreciendo y favorecerá a la oferta turística de Latinoamérica, y particularmente a la del Perú, que es el país que mayor provecho puede sacarle a esta circunstancia”, explica a nuestro suplemento el ex titular del Mincetur, Roger Valencia. Sucede que los destinos de nuestro continente recibirán a un buen flujo de viajeros que, en principio, iban a visitar atractivos como Egipto y Marruecos, y que, debido a las hostilidades, virarán su interés hacia América Latina.

Ahora, a ese primer escenario hay que sumarle uno muy particular que está aconteciendo en nuestra región. Ocurre que no todos los países de nuestro continente están –en estos momentos– ‘preparados’ para recibir a ese número extra de turistas. Por supuesto, no por problemas de infraestructura (materia en la que más bien nos llevan ventaja), sino por un déficit precisamente coyuntural: los conflictos sociales que –en distinta medida– están afectando a destinos como Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile. En otras palabras, y para usar un clásico término futbolero, la cancha no puede estar más inclinada a favor del Perú.

En ese contexto, resulta de gran utilidad llevar adelante agresivas estrategias comerciales en nuestros principales mercados emisores (formados por aquellos países que más viajeros envían al nuestro), entre los que destacan Estados Unidos, Canadá y México (en Norteamérica), y España (en Europa), apunta a Día1 el gerente general de la Asociación de Hoteles, Restaurantes y Afines (Ahora), Fredy Gamarra. Y también darle mucha fuerza a aquellos emisores que son conocidos mundialmente por ser proveedores de turistas de buen poder adquisitivo, como el Reino Unido y Japón; y que, paradógicamente, han reportado reducciones de hasta 12% en la visita de sus viajeros al Perú, entre enero y octubre del 2019, de acuerdo al Mincetur.

¿Cómo concretar las estrategias? Bien utilizadas, propuestas como la Casa Perú, un complejo que se montó en Moscú durante el Mundial de Fútbol de Rusia 2018, pueden funcionar. En paralelo, Roger Valencia propone prestarle atención a la participación que Prom-Perú tendrá en la Expo Dubái 2020, una de las ferias de turismo, gastronomía y entretenimiento más importantes del globo, que se realizará entre octubre de este año y abril del próximo, y que concentrará lo mejor de la oferta de casi 200 países. “Los empresarios del sector confían mucho en lo que se pueda hacer en este evento, a través de una delegación que está siendo dirigida por Eduardo Ferreyros, quien también ha liderado el Mincetur”, señala Valencia.

CONECTIVIDAD GLOBAL

Al pensar en el Medio Oriente, por cierto, es inevitable recordar las veces que nuestro país ha tenido la oportunidad de conectarse con las llamadas aerolíneas de ‘larga distancia’ y, por distintos motivos, no ha logrado conseguir atraerlas. En la industria de los viajes son famosas las frustradas negociaciones que, en su momento, protagonizaron el Mincetur con Turkish Airways, y el vuelo razante –aunque sin llegar a aterrizar– que sobre el aeropuerto Jorge Chávez del Callao hizo Qatar Airways. Eso sin contar el abortado arribo de Korean Air, que solo llegó con vuelos de carga.

No cabe duda de que el déficit de infraestructura aeroportuaria sigue siendo el talón de Aquiles de la oferta turística del Perú, pero aun en ese escenario, nuestro país puede concretar algunas de estas conexiones, como ha detallado Carlos Gutiérrez, gerente general de la Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional (AETAI). Claro, lo dicho no es posible bajo la gestión actual de nuestros vuelos nacionales y del exterior, centralizada en Lima en más del 90%. “Hay que hacerlo de otra manera, con por lo menos cinco centros de conexiones, ‘hubs’, ubicados en provincias”, comentó el ejecutivo a nuestro suplemento.

Con este nuevo formato, valiéndonos de ‘hubs’ en Piura, Iquitos, Chiclayo, Arequipa y Cusco, sí se puede crecer de manera importante en cuanto al tráfico de pasajeros dentro del Perú, a un ritmo muy cercano al 10% que pretende el Mincetur para este 2020. Un buen ejemplo es lo que está logrando el aeropuerto Velasco Astete, de la Ciudad Imperial, como destaca a Día1 el presidente de la Cámara Regional de Turismo del Cusco (Cartuc), Carlos Milla. Este terminal aéreo ya se conecta con 10 destinos de forma directa, cuatro de los cuales son internacionales: Bogotá (Colombia), Santa Cruz y La Paz (Bolivia), y Santiago de Chile.

Es más, según Roger Valencia, las aerolíneas Gol y Latam Airlines están evaluando conectar al Ombligo del Mundo con Brasil. Con Brasilia, en el caso de la primera; y con Foz de Iguazú, en el caso de la segunda. “Estos vuelos se pueden concretar en el corto plazo”, apunta el ejecutivo.

Lo cierto es que, como se ha dicho, a falta de infraestructura, un modelo de gestión descentralizado de nuestro tráfico aéreo puede resultar eficiente. En esa línea, también en la capital deberían hacerse algunos cambios –acota Carlos Gutiérrez– para ofrecer una fórmula alternativa que mitigue la congestión en el Jorge Chávez (AIJCh) hasta que esté 100% ampliado, cosa que ocurrirá todavía en el 2024, de acuerdo a lo que ha informado su concesionario, Lima Airport Partners (LAP).

¿Y qué fórmula serviría? Una que involucre al aeropuerto de Pisco, complementa Carlos Milla.

UN ALTERNO AL SUR

Hace un par de años, rememora Milla, el Mincetur planteó la opción de que el terminal aéreo pisqueño reciba buena parte de los vuelos de conexión que pasaban por la capital. “Muchos de estos vuelos mantienen a sus pasajeros dentro de los aviones, ocupando espacio en las plataformas para el estacionamiento de naves en el AIJCh. Si no desembarcan viajeros, estas paradas pueden muy bien hacerse en Pisco”, explica el titular de Cartuc.

Si se liberan espacios para el estacionamiento de aviones en las horas punta, aerolíneas como Swissair podrían arribar al Perú, según Roger Valencia. “Ya antes lo intentó, pero no lo logró precisamente por falta de áreas donde ubicarse”, recuerda.

Como se puede ver, oportunidades hay para que el turismo alcance el 10% planteado por el Mincetur, y la coyuntura es favorable. Mucho más no se puede pedir.

BONUS TRACK: HACE FALTA GESTAR PRODUCTOS TURÍSTICOS

Todos en el país tienen claro que nuestro principal producto turístico es Machu Picchu. Con más de 1,5 millones de visitantes al año, la ciudadela inca es, de lejos, nuestro destino más requerido y eso, per sé, no está mal. Lo malo, según el presidente de la Cámara Regional de Turismo del Cusco (Cartuc), es que la oferta peruana no tenga mayores alternativas a nuestra maravilla.

No se trata, evidentemente, de un déficit de atractivos dentro de nuestro territorio. Si algo le sobra al Perú son ‘paraísos’ que bien podrían llamar la atención de todo el mundo. El problema, apunta Milla, es la falta de ‘productos turísticos’, vale decir, no solo el atractivo como tal, “en su estado puro”, sino –y sobre todo– la implementación (infraestructura y servicios) que debe acompañarlo para que pueda ser visitado por los turistas.

Ejemplos hay miles y los hay en el mismo Cusco, apunta a Día1 el titular de Cartuc. Basta recordar, por ejemplo, un atractivo que por estos días está de moda en el Ombligo del Mundo: la montaña de siete colores. “En el 2019 recibió hasta 700 turistas por día”, refiere Milla, a pesar de que no cuenta con mayor implementación para una visita segura, lo que, como es de suponer, le ha traído más de un problema, como la muerte de algunos de los viajeros que la visitaron.

Lo que ocurre con la montaña de siete colores es una muestra de lo que pasa a escala nacional. El crecimiento de nuestra oferta turística no está gestado estratégicamente, sino que ‘aparece’ a medida que se van ‘descubriendo’ atractivos, de una forma orgánica y, por supuesto, desordenada.

Otro caso emblemático es el de las playas de Máncora, en la costa de Piura. Por años, su ‘expansión’ se dio sin mayor estrategia, un problema que, al afectar el crecimiento urbano del distrito que las alberga, generó la preocupación del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) y de, incluso, el Ministerio del Interior, por los problemas de seguridad que trajo consigo ese ‘avance’. Recién en los últimos años se trató de ordenar, cuando los hoteles y restaurantes, y el tráfico peatonal de los turistas, casi han cubierto toda la Panamericana Norte en esa zona.

En la selva también hay ejemplos, apunta el ex titular del Mincetur, Roger Valencia. Uno de sus atractivos más conocidos, Kuélap, ha sufrido por lo menos durante un quinquenio de la falta de infraestructura. Felizmente, la implementación de telecabinas para su recorrido (hoy en reparación), mejoró su oferta, pero está pendiente el arribo de vuelos directos hacia Chachapoyas (su puerta de ingreso). Hoy existen conexiones a Jaén, pero lo ideal es que los aviones aterricen en el aeropuerto colindante. Sin embargo, por el momento ninguna aerolínea apuesta por eso.

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