Así como la mayoría de colegios de Lima esperaron más de un año y medio para retomar sus actividades presenciales, las universidades ya panifican el regreso de sus alumnos a los campus durante los primeros meses del 2022. El ritmo viene acelerándose desde que el ministro de Salud, Hernando Cevallos, anunciara el 14 de octubre que se establecerían protocolos para el regreso presencial de las clases.
“Al principio, será de forma semipresencial hasta que las universidades vayan adaptando su capacidad, digamos, de poder realizar el dictado de clases en todo el país”, sostuvo en conferencia de prensa.
LEE TAMBIÉN: Clases semipresenciales: ¿Cuál será el camino de los colegios para recuperar lo perdido?
Por este motivo, el titular del Ministerio de Salud (Minsa) tiene continuas reuniones con los representantes de estas instituciones educativas. Sin embargo, la situación actual sigue siendo difusa, porque todavía hay medidas que definir respecto a quiénes estarán aptos para ingresar a los campus, en qué espacios y por cuánto tiempo.
Para el Minsa, serán vitales la desinfección y limpieza constante de los ambientes de la universidad, la señalización y disposición estructurada de los espacios de trabajo y ambientes de uso común, la capacitación del personal para prevenir contagios y establecer un espacio de triaje. Asimismo, dentro del campus se deberá usar obligatoriamente las mascarillas y respetar el distanciamiento social.
Sin embargo y a pesar de que el ministro Cevallos señaló reiteradas veces que uno de los requisitos sería que los asistentes cuenten con las dos dosis de la vacuna contra el Covid-19, en las reuniones con las universidades aún no se hizo explícito ese pedido.
“Nos dijeron que debemos tomar medidas, monitorear que la población esté vacunada y que el distanciamiento debería ser de 1,80 metros. Pero estas han sido presentaciones, no una normativa. Nos sugieren que todos estén vacunados, pero no te podría decir que la universidad puede pedir que todos sus alumnos estén vacunados”, detalla Claudia Zapata, directora de Asuntos Académicos de la Pontificia Universidad Católica.
Otras medidas por definir son qué cantidad de alumnos podrán asistir de manera presencial y en qué horarios, el criterio para espacios comunes y de interacción, entre otros.
Avanzando y esperando
Esta incertidumbre será aclarada cuando el Gobierno emita el reglamento para el retorno a clases, pero las universidades privadas ya se encuentran avanzando en sus inversiones para iniciar operaciones en el primer ciclo del 2022. Las primeras medidas de distanciamiento exigen que se adecúen los campus de cara al retorno de los estudiantes.
TE PUEDE INTERESAR: Pedido de facultades: ¿qué efectos tendrían las medidas planteadas por el Ejecutivo?
“Los ahorros que hemos podido tener [por no tener los campus abiertos] en 2021 se están invirtiendo en la instalación de aulas híbridas, en la expansión del tópico, en nuevos cubículos, señalización, la creación de nuevos espacios abiertos, lo que ha significado inversiones bastante altas”, señala Miguel Bravo, director general de administración de la Universidad del Pacífico (UP). “Ampliamos el tópico de la universidad y realizamos 380 metros cuadrados de construcción adicional para aumentar zonas de estudio y que los estudiantes tengan más espacio de movimiento”, detalla.
El modelo de aulas híbridas será aplicado por varias universidades de cara a tener clases semipresenciales. Este incluye en los salones una cámara o proyector que sigue al docente y un sistema que transmite la clase en vivo a través de una plataforma digital. Así, el profesor y un grupo de sus alumnos está en el aula, y a la vez un segundo grupo atiende a las clases de manera remota.
Su implementación requiere de cámaras, una computadora o laptop, equipos de sonido, micrófonos, ajustar los salones para añadir este ‘hardware’ y sincronizarlo con los programas web, entre otros. Además, su instalación es distinta en cada aula, pues todas tienen diferentes acústicas, iluminación, espacio o carpetas. Para la UP, el valor de estas aulas oscila entre los S/15 mil y S/60 mil cada una. Para la universidad ESAN, la habilitación de su estructura oscila entre los US$2.500 y los US$6.000.
“Hasta el momento tenemos 40 salones instalados [con el sistema híbrido], pero hasta enero el número podría estar alrededor del doble. Dependiendo de cómo va el piloto y cómo responden los alumnos podemos implementarlas en las aulas que falten”, resalta Ana Reátegui, directora de los programas de educación ejecutiva de ESAN.
Esta novedad también obligará a capacitar a los profesores para que puedan dictar clases para los alumnos que se encuentren en modalidad presencial y remota a la vez.
MÁS INFORMACIÓN: #EstemosListos Esto ocurriría si hubiera un sismo de magnitud 8.8
Cabe destacar que la reducción de aforos también podría generar un nuevo gasto si es que las universidades necesitan incrementar su la plana docente. Y es que al disminuir la cantidad de estudiantes por salón, los cursos que no puedan adaptarse a las aulas híbridas deberán ampliar sus secciones. “La capacidad de nuestras aulas se verá disminuida, en algunos casos a la mitad dependiendo del aislamiento que indique el Minsa. Esto implicará que se tengan que duplicar las secciones de algunos cursos y probablemente tengamos que incrementar el número de docentes”, explica Susana Vegas, vicerrectora de la Universidad de Piura.
Otro cambio que afrontarán los centros de estudio es volver a tener costos fijos al momento de reabrir los campus. “Desde el momento en que cualquier universidad abre las puertas tiene que pagar luz, si tiene subestaciones tiene un costo fijo. El agua es un costo muy alto, los mantenimientos. Basta que haya un salón abierto para que necesites personal de servicios. Entonces cualquier ahorro de este año lo estaremos invirtiendo en los gastos adicionales operativos del 2022″, afirma Bravo.
Asimismo, ante los eventuales problemas de aforo, las universidades con mayor infraestructura también operarán en sedes alternas, si las tuvieran. “Vamos a usar los espacios abiertos que la universidad tiene, pero hay que reconocer las limitaciones en la interacción. También aprovecharemos los espacios de la universidad que no son del campus para trabajos de campo que nos permitan liberar nuestra sede central”, remarca Zapata.
Todas las fuentes consultadas coincidieron en que no darían prioridad a alguna carrera en específico, pero algunas que necesiten laboratorios o talleres sí tendrán todas sus clases de manera presencial.
Golpes y oportunidades
La pandemia también golpeó la operación de las universidades privadas. Si bien no llegaron a un punto tan crítico como los colegios, se vieron obligadas a recategorizar estudiantes y reducir pensiones para combatir la deserción.
“Reducimos nuestras pensiones en un 9%. Luego comenzamos a ubicar aquellos casos que necesitaban la cancelación de pagos o facilidades adicionales. [...] [También] se creó un fondo de becas en algunos programas que nos permitió que algunos alumnos puedan continuar estudiando. El objetivo era bajar la deserción y esta estuvo alrededor del 2%”, afirma Vegas.
Los menores porcentajes de abandono de estudio se dieron en el pregrado. “La deserción no fue tan alta porque nuestra prioridad fue que ningún estudiante por tema económico deje la universidad. El 22% de la población universitaria fue recategorizada”, comenta Bravo.
LEE TAMBIÉN: Avianca retorna al Perú: ¿cuáles serán las primeras rutas que volará en nuestro país? | ENTREVISTA
Precisamente, en este punto se da la mayor diferencia entre la operación de los colegios privados y las universidades: mientras los primeros vieron cómo las necesidades familiares no permitían costear la matrícula, las segundas mitigaron el golpe reduciendo pensiones e impidiendo que sus alumnos desertaran.
Que el flujo de ingresos continuara le permitió a las universidades seguir pagando a sus trabajadores. Además, debieron modificar sus inversiones. “La pandemia sí trajo un impacto económico, pero tuvimos que parar algunas inversiones. Entonces en base a recortar varios gastos y parar algunos proyectos pues no nos hemos visto tan afectados económicamente”, resalta Vegas.
El mayor porcentaje de deserción se dio en los programas de posgrado. Esto debido principalmente a la incertidumbre que existía de cara al retorno de las clases presenciales al inicio de la pandemia. “Hablando de la escuela de negocios, tuvimos el aplazamiento de unos 10 programas que se movieron un par de meses. Debimos tener un 10% de deserciones también, alumnos que dijeron que no iban a regresar hasta que retornaran las clases presenciales”, explica Reátegui.
Si bien la demanda por este tipo de cursos se vio impulsada a inicios del 2021, la incertidumbre política afectó en la matrícula de cara a la segunda mitad del año. “En este año se ha sentido más la pegada en el segundo semestre, pero va más con la situación política que por la pandemia. El hecho del aumento del tipo de cambio nos ha afectado, especialmente en una entidad como ESAN que tiene profesores internacionales”, añade Reátegui.
Por este motivo se espera que se mantenga la demanda en pregrado, pero todavía falta ver la evolución económica de país para proyectar cómo reaccionarán los alumnos de posgrado. “En cuanto tengamos claridad de ofrecer cursos presenciales, remotos o híbridos, también tendremos claridad de la demanda que tendremos. Además, dependerá de la mejora económica porque desde la segunda mitad de este a muchas familias de estudiantes de posgrado se han visto afectadas”, finaliza Zapata.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- Banco de la Nación: ¿Debe ampliar sus funciones?
- Contraloría: Hay 2.445 obras paralizadas por más de S/18.360 millones
- La caída del PES: los cambios que traerá el fin del videojuego favorito de los peruanos
- Conflictos sociales golpean a mineras y petroleras
- Crisis de los contenedores: ¿qué sucede a nivel mundial y cómo impacta en el Perú?
- Menos del 27% del presupuesto del sector salud se utiliza para el cierre de brechas: ¿qué hay detrás de la lenta ejecución?