Para nadie es un secreto que el COVID-19 trajo consigo varios cambios en el sector educativo, pero también es cierto que la educación virtual, no presencial o a distancia –según el cristal con el que se le mire– nos ha dejado grandes aprendizajes y retos, sobre todo si miramos a las familias de menores recursos y que, además, viven en zonas alejadas. Así lo considera Silvia Lavandera, especialista en educación virtual y directora del Centro de Enseñanza y Aprendizaje de la UTEC, quien analiza los retos y desafíos que impone la virtualidad como modalidad educativa.
Sin duda, el estallido de la pandemia ha acelerado varios cambios que se veían venir a futuro, como la educación virtual, ¿cómo evalúa lo aprendido hasta el momento?
Para empezar, en cualquier modalidad educativa, ya sea virtual, presencial o semipresencial, las bases tienen que ser pedagógicas para que cualquier modalidad educativa pueda tener éxito. Después de esta crisis, tenemos que empezar a pensar en estrategias metodológicas. Es el momento de pasar de la adaptación, como lo hemos estado haciendo en el marco de la pandemia, a preparar contenidos pensados en entornos virtuales porque con la emergencia casi de forma forzosa hemos tenido que empezar a adaptarnos. Y esa adaptación está bien y es correcta para un entorno de emergencia, pero una adaptación en el corto plazo no es sostenible para el futuro. Hay que planificar y pensar en la virtualidad como una modalidad educativa tal cual.
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En esa mirada de largo plazo, ¿cuál debería ser el punto de partida?, ¿por dónde empezar?
Se tiene que empezar haciendo un autoanálisis a nivel institucional, si la universidad está preparada para hacer frente a ese tipo de modalidad educativa, pero haciendo seguimiento y acompañamiento tanto a alumnos, profesores y personal administrativo o de gestión porque es muy importante para saber si estamos siguiendo un modelo que realmente está impactando en el aprendizaje, sin olvidar que los profesores son los grandes héroes y heroínas, por eso debemos crear más espacios de apoyo y formación para los profesores y los alumnos. Tenemos que estar seguros de que estamos en la capacidad de construir una metodología que sea el eje vertebral de un nuevo modelo de formación.
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Hablaba de las universidades pero, ¿no se trata de algo transversal a todos los niveles educativos porque, al final, la pandemia ha afectado a todos, aunque hay quienes dicen que las universidades han estado mejor preparadas para enfrentar este problema?
Concuerdo con el mensaje y, por supuesto, tiene que ser una línea transversal para todos los niveles educativos. Es un reto educativo del que formamos parte todos, desde colegios hasta universidades, y por eso es muy importante brindar espacios para fortalecer y promover nuevas formas de enseñanza y aprendizaje para todos los niveles educativos, para colegios, institutos y universidades porque es un reto que nos toca a todos. Si queremos darle continuidad al servicio educativo no presencial todos tenemos que estar preparados.
Y en un país como el nuestro, en el que la infraestructura tecnológica se alza como una barrera, ¿qué hacer?, ¿eso no hace más difícil enfocarse en el tema pedagógico?
Creo que eso nos lleva a una reflexión más amplia para ver cómo empezamos a eliminar, realmente, esa brecha. Se tiene que ver las formas de poder equipar a esas zonas que no tienen internet, sin olvidar el esfuerzo pedagógico. ¿Cómo hacemos si la conexión no está? ¿Qué otras cosas se pueden hacer? Soy consciente de que muchas escuelas, institutos y universidades no pueden pero tenemos que mover cualquier hilo para dar continuidad al proceso educativo, con criterios o indicadores más óptimos que permitan asegurar la calidad.
Para asegurar esa calidad, ¿cuáles son esas metodologías que después de la pandemia van a seguir aplicándose?
Hay muchas metodologías y todas, dependiendo de lo que queramos enseñar, pueden servir pero me centraría en una metodología virtual completa y avanzada que defina a la propia institución, con docentes bien formados y materiales adecuados para que no se hagan comparaciones con lo presencial. Pero, se tienen que crear para perdurar porque si no hacen que el alumno aprenda, no sirven.
En el caso de los maestros, más allá del uso de la tecnología, ¿hacia dónde debería dirigirse la capacitación que requieren en adelante para que vayan en línea con los cambios que vienen?
Nuevamente, al hilo de la metodología, necesitamos una didáctica específica. Eso involucra al profesor, quien tiene que entender que en un proceso metodológico hay objetivos y competencias porque todo lo que se haga tiene que darle fuerza a lo que el alumno tiene que aprender. La formación hacia el docente es continua, tiene que seguir actualizándose y, por eso, tienen que abrirse espacios de apoyo para ellos, se deben crear comunidades virtuales para que compartan sus experiencias porque no hay nada más rico que aprender de la experiencia de los demás.
Y en el caso del estudiante, ¿cuáles son los principales cambios que vamos a ver en su perfil?
Igual que cambian las funciones docentes, en los alumnos también y los principales cambios ya los estamos viendo. Las encuestas de UTEC nos indican que han aprendido a ser más autónomos, que han organizado mejor sus tiempos y sus contenidos. Ese es el perfil del estudiante virtual y esos son los cambios que vamos a ver, pero la institución tiene que dotarlos de los recursos y de una metodología que les haga aprender.
Está hablando de adolescentes y adultos, pero los más pequeños aún requieren de apoyo en casa.
Y van a necesitar, precisamente, de más apoyo porque a ellos hay que pautearles el aprendizaje. A los pequeños hay que guiarlos mucho, hay que acompañarlos. Es a lo que nos ha llevado la situación que vivimos pero no es la norma. Se necesita de guía y acompañamiento porque los chicos a esa edad no son autónomos y requieren de mucho apoyo de los padres y madres. Es un contexto más difícil.
¿Cuál es la gran lección que podemos sacar de esta nueva forma de educar que llegó de golpe?
Hemos sacado muchas lecciones pero la gran lección es que tenemos que seguir contribuyendo con el desarrollo de los profesionales de la educación, con metodologías de aprendizaje que los ayuden a estar preparados ante este tipo de situaciones. Pero, considero que estábamos más preparados de lo que pensábamos porque aunque ha sido inesperada la forma de sacar adelante esta situación, no nos hemos quedado paralizados y eso es una buena enseñanza.
Pero en educación básica, ¿podemos concluir que estábamos mejor preparados cuando se han visto casos que revelan lo contrario?
En niveles educativos más básicos y seguramente en el sector público, la lección es que tenemos que empezar a eliminar brechas, pero de verdad, y la tecnología ayuda muchísimo a eliminar esas brechas. Tenemos que empezar a repensar todo esto y a equipar a los colegios porque no hacerlo implica, en pandemias como esta, que paralizamos su aprendizaje y privamos de las mismas oportunidades a muchos niños y niñas. Definitivamente, el reto de romper las brechas e ir a los lugares que no tienen conexión y dotarlas de ella, es crucial.
De cara al futuro, pensando del 2021 en adelante, ¿en dónde deberían enfocarse las autoridades para no desperdiciar esta oportunidad que finalmente nos deja la pandemia?
En primer lugar, debería ir por una ruta normativa y formalizar la educación virtual pero con criterios que no sean de emergencia sino que garanticen el aprendizaje del estudiante porque se trata de que ellos aprendan. Eso va a ayudar muchísimo, al igual que con los profesores. No debemos olvidar que generar comunidades de aprendizaje es crucial en tiempos como los que vivimos.